Los encierros de toros, una pasión fatal en España

  • Nueve hombres murieron violentamente corneados desde el principio del verano boreal en España, cuando en las fiestas de innumerables pueblos proliferan los tradicionales y peligrosos encierros taurinos, que algunos municipios dudan ahora en financiar.

En Perales de Tajuña, 38 km al sureste de Madrid, nadie imagina un verano sin su encierro. "Primero la pólvora (de los fuegos artificiales), después el día de la virgen que se sacan procesiones y los toros: estas fiestas son la identidad del pueblo", dice su alcaldesa, Yolanda Cuenca Redondo.

El domingo, esta localidad de 2.900 habitantes verá correr a los toros. Pero la edil está obsesionada con la seguridad: "por normativa, tendría que tener dos ambulancias y una unidad de vigilancia intensiva pero tengo cinco" y "tenemos voluntarios, más de 40, que están con las ambulancias y en el recorrido de 800 metros por si pasa algo".

De norte a sur de España, sólo el fin de semana del 15 de agosto dejó cuatro pueblos enlutados por las cornadas. Miles de internautas vieron el vídeo de un toro que, el 13 agosto en Blanca, en el sureste, se ensañaba con un hombre de 55 años que cayó frente a las barreras de protección.

Con nueve muertos desde el principio de la temporada, el balance de 2015 se acerca al récord de 10 víctimas de 2009, según la agencia española Europa Press.

"Es una fatalidad, un cúmulo de casualidades, debido sobre todo a la gran masificación de los que van a ver los toros", dice el fotógrafo taurino Alberto de Jesús, director de la revista 'Bous al carrer'.

Según el ministerio de Cultura, en 2014 se organizaron 15.848 fiestas taurinas, casi 2.000 más que un año antes. "Los ayuntamientos siempre hacen más encierros el año antes de las elecciones municipales, se disparan el número de festejos porque es lo que más gente mueve", dice Vicente Ruiz, redactor jefe del diario El Mundo y colaborador del blog taurino La Cuadrilla.

La temporada de encierros da el pleno en agosto y septiembre, durante las fiestas en honor de los santos patrones de cada localidad.

En su sentido primero, se trata de encerrar a los toros en corrales cercanos a las plazas antes de la corrida. Pero el encierro conlleva generalmente una carrera de las reses por las calles del pueblo, por el placer de verlas correr o de correr con ellas.

"En en 98% de los encierros, no se mata al animal delante del público, se mata siempre después en el matadero", explica Ruiz.

El más famoso es el de San Fermín, en Pamplona en julio. Pero algunos aficionados van de pueblo en pueblo todo el verano.

Repartidor de bombonas de gas en Madrid, Jorge Rosco, de 37 años, corre de 25 a 30 encierros por año, siempre con el mismo atuendo fetiche. Se acercaba a las reses ya a los 13 años, aunque ahora hay que tener al menos 16 para participar.

"Más seguridad que hay ahora, no se puede. Pero ahora hay mucha más gente, tanta que a veces no puedes subir a las palanqueras", lamenta.

Rosco critica al imprudente "que no respeta el toro, que se hace fotos, provoca los toros" o corre ebrio. "No es un juego, son animales que matan, hay que correr con cabeza, consciente de lo que haces", agrega.

El 14 de julio, un turista francés fue corneado por un toro mientras intentaba filmar con su celular, en la región de Alicante, en el sureste. Y el 8 de agosto, cerca de Toledo, en el centro, un español de 32 años también cayó teléfono en mano.

Pero si los encierros fueran 100% sin peligro, no le interesarían a nadie, admite Jorge, adicto a "la adrenalina que te sube por el cuerpo".

El Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA) exige la prohibición de estas fiestas taurinas "donde las muertes son habituales". "Su violencia es intrínseca porque someten a los animales a un enorme estrés, es normal que haya accidentes", dice su presidenta, Silvia Barquero.

Varios ayuntamientos de izquierdas, elegidos en mayo, decidieron organizar referendos sobre el mantenimiento de los encierros.

Y el pueblo de Villafranca de los Caballeros, 120 km al sur de Madrid, se hizo famoso por su decisión de no subvencionar más estas fiestas y dedicar los 18.000 euros de ahorro a comprar libros escolares.

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