Montmartre recupera el ambiente de "Le chat noir", primer cabaret con piano

  • Javier Alonso.

Javier Alonso.

París, 12 sep.- La atmósfera literaria artística y musical de "Le chat noir", el legendario cabaret de vanguardia de París de fines del XIX y el primero con piano, vuelve a Montmartre, en una exposición en el museo de este castizo barrio parisino.

Fundado en 1881 en su primera localización del Boulevard de Rochechouart, al pie de la colina sobre la que se eleva la basílica del Sacré Coeur, "Le chat noir" se convirtió en el primer cabaret artístico, literario y musical de la vanguardia de la capital francesa.

Primer local público autorizado por la policía a tener un piano, instrumento que hoy se exhibe en la exposición que organiza hasta el 13 de enero próximo el Museo de Montmartre, el cabaret era un escenario de improvisación, donde los programas podían variar e incluían canciones o teatro de sombras, que se convirtió en una de sus especialidades.

Precursor del cine, este espectáculo lograba atraer la curiosidad de numerosos parisinos y foráneos y estaba dirigido a la población adulta, a quienes "Le chat noir" ofrecía una diversión novedosa.

Pianistas como Erik Satie, que compuso algunas de sus conocidas "Gymnopédies" en el piano del cabaret, o Claude Debussy, eran asiduos del lugar, del que el museo parisino reconstruye algunos de sus espacios.

Este lugar de la calle Cortot, a dos pasos del popular y muy turístico cabaret "Au lapin agile", alberga durante unos meses una colección de más de 200 obras, entre ellas algunas de Henri de Tolulouse-Lautrec, Edouard Vuillard y otros contemporáneos de "Le chat noir", que ayudan a reconstruir la atmósfera de aquel minúsculo local.

Fue en 1881 cuando el club literario de los "hydropathes", creado por Émile Goudeau en 1878, hicieron de "Le chat noir", que acababa de ser abierto por Rodolphe Salis, su cuartel general y abrió un período durante el cual la colina de Montmartre comenzó a sustituir al barrio latino como centro de las actividades modernas de la ciudad.

En su origen fue presentado como un "cabaret de estilo Luis XIII fundado por un fumista", decorado al estilo medieval tan del gusto de finales del XIX y se alojó en lo que había sido una estafeta de correos.

En realidad el cabaret no eran más que dos cuartos en los que no cabían más de treinta personas y la habitación más oscura recibió pronto el apelativo de "el Instituto", una alusión a la ilustre Academia que se situaba a la otra orilla del Sena, y al que podían acceder solo artistas, escritores y músicos que frecuentaban el "chat noir".

El éxito de la fórmula hizo que Salis se pudiera permitir trasladar el local a un lugar más amplio, y en 1885 se mudó a la no lejana calle Victor-Massé, en cuya entrada se colgó una pancarta amarilla que pedía a quien ingresara al cabaret que fuera "moderno".

La idea de darle al local el nombre del felino animal procedía de la tradición literaria que confiere al gato características mitológicas y a veces religiosas, y su color negro tiene quizás relación con la tensión entre luz y sombra propia de no pocos movimientos artísticos, señalaron los responsables de la exposición.

La fama del cabaret perduró e influyó en otros locales que abrieron en la colina de Montmartre y de los que fueron clientes habituales los artistas españoles que en el cambio de siglo llegaron a París.

Fue el caso de Picasso o Juan Gris, como recordó a Efe el comisario de la exposición, Philip Dennis Cate, quien además destacó que el café "Els quatre gats" de Barcelona "era como una copia de 'Le chat noir', con su propio teatro de sombras".

Cate recordó que la libertad de creación que propiciaron lugares como ese primer cabaret procedía del espíritu de Montmartre, que permitió a artistas como Picasso continuar con su carrera y ser capaces de, como en su caso, ser padre del cubismo.

En la exposición se muestran además ejemplos del trabajo de Théophile Steinlen, ilustrador de "Gil blas", una de las publicaciones en las que precisamente un joven Picasso comenzó a dar a conocer sus primeros trabajos en París.

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