Paloma Herrera, incombustible en su temporada 22 en el American Ballet

  • Mateo Sancho Cardiel.

Mateo Sancho Cardiel.

Nueva York, 12 may.- "Veinte años no es nada", cantaba Carlos Gardel, pero se refería a la vida y no al baile. La argentina Paloma Herrera lleva veintidós en el American Ballet (ABT), donde entró con apenas quince, pero se mantiene infatigable. "La sabiduría de la edad me hace disfrutar más de los procesos", dice.

Mañana lunes, la bailarina porteña volverá a estar en la gala de presentación de la nueva temporada del ABT en el Metropolitan Opera House de Nueva York, donde representará un pequeño fragmento de "Symphony in C", de Georges Bizet, con coreografía de George Balanchine, que ensaya con la mezcla de disciplina, ilusión y templanza que la convirtieron en la figura más joven de este ballet, tanto en el ingreso como en el paso a la primera línea.

"Fue un caso único y me lo recuerdo cada día. Me encanta este ballet, estoy feliz. Fui feliz a los 15 me dieron la oportunidad de entrar en el ballet. Fui feliz a los 19 cuando me hicieron bailarina principal y los treinta han sido unos años que he disfrutado cada segundo. No puedo decir que me cuesta más ahora", asegura en una entrevista con Efe.

Formada en Argentina bajo la batuta de Olga Ferri ("siempre digo superorgullosa que mi base fue argentina", dice) y se mudó a Nueva York "cuando la ciudad era mucho más heavy, no como ahora que es un placer". Pero, a sus 37 años, está en ese momento en el que puede sentirse satisfecha de su pasado sin tener miedo a mirar al futuro.

Ha sido pareja de bailarines como el español Ángel Corella y el cubano Juan Manuel Carreño, o coreógrafos como Nacho Duato, Twyla Tharp, William Forsythe, Benjamin Millepied o, en este nueva temporada, Alexei Ratmansky, quien estrena en Nueva York un programa de tres piezas con música de Dmitri Shostakovich.

"Lo que me encanta del American Ballet es que por un lado haces los clásicos, como 'Don Quijote', 'Giselle'... y luego hay mucha influencia de los nuevos coreógrafos", asegura, y en la temporada de 2013 también participará en "Romeo y Julieta" de Prokofiev, con coreografía de Kenneth MacMillan; "El corsario", o los clásicos de Tchaikovski "El lago de los cisnes" y "La bella durmiente".

El cuerpo se desgasta y la flexibilidad se reduce, pero Herrera no atribuye el éxito a las cualidades físicas: "Se necesita mucha cabeza y un entorno muy especial. Maestros que sepan contenerte, con mucha disciplina. Y una familia. Me llena de felicidad cuando veo a niños tan talentosos pero también me hace ver cuánto cuidado hay que tener. No hay más que ver cuántos talento se ve y qué pocos llegan".

Le quedan pocos retos profesionales. "Quizá 'Onegin' o 'Manon', pero son obras que no se representan tanto como una 'Gisele' (uno de sus papeles más celebrados) o un 'Don Quijote', que es una obra que siempre me ha seguido en los momentos importantes de mi carrera", asegura.

Y le gustan todos los registros: "Está bien poder convertirse en alguien que no tiene nada que ver con lo que eres y también disfruto con personajes que se parecen a mí, porque puedo dejar algo mío en ellos", confiesa.

En esta temporada, en la que el ABT estrena un montaje de "A Month in the Country", de Chopin, con coreografía de Frederick Ashton, Herrera volverá a ser, una vez más, una Kitri perfecta, pero ese Quijote servirá también a la compañía para celebrar que otros dos bailarines latinos, la cubana Xiomara Reyes y el argentino Herman Cornejo, cumplen diez años como figuras principales, y compartirán escenario el 24 de mayo.

El potencial latino en la danza queda patente, entonces, en esta compañía, una de las más importantes del mundo, pero Herrera sigue preocupada por cómo evolucionan países como el suyo en el que los talentos tienen que emigrar para conseguir sus metas.

"Cuando voy a Argentina trato de dar ejemplo. Trato de ir a bailar y que se vaya creando un público, que haya más funciones. Siento la responsabilidad de que hagan buenas representaciones para que luego, aunque yo no esté, se hayan quedado enganchados", concluye.

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