Madrid.- Peter Gabriel mostró esta noche en Madrid la cara oculta de canciones propias y ajenas en un concierto en el que el cantante británico embarcó a un público incondicional en un arriesgado viaje sonoro, acompañado por una espectacular orquesta de cuarenta músicos.
Poco después de las nueve de la noche, Gabriel salió al escenario del Palacio de los Deportes para explicar en un voluntarioso español la hoja de ruta del concierto: una primera parte dedicada a "Scratch my back", el disco de versiones que publicó en marzo pasado, y una segunda protagonizada por sus "viejos temas".
Comencemos por el principio. Detrás del escenario suenan los arreglos de la versión de "Heroes" con los que Gabriel ha convertido el clásico de David Bowie en un profundo lamento.
Se escucha la voz del cantante, al que su audiencia todavía no puede ver. Un telón de luces se alza para descubrir a los músicos de la orquesta. Gabriel aparece entonces vestido completamente de negro ante un público de iniciados, que está lejos de llenar el recinto, pero que sabe que no ha venido a escuchar una colección de éxitos en directo.
Un disco de versiones es habitualmente un recurso ante la falta de inspiración de las estrellas del rock, pero "Scratch my back" no es un disco de versiones al uso.
A sus 60 años, Gabriel volvió a tomar un camino arriesgado: eligió una colección heterogénea de canciones de autores consagrados, grupos emergentes y bandas de culto, a las que buscó su lado más oscuro y las grabó con orquesta, sin batería ni guitarras, con unos poco convencionales arreglos escritos por John Metcalfe.
Sobre el escenario, la propuesta ganó en intensidad y profundidad respecto a la oscuridad del disco, y se asemejó a un viaje por la cara oculta de la Luna.
Gabriel descubrió a su público dimensiones desconocidas de temas como "Boy in the bubble", de Paul Simon; "The power of the heart", de Lou Reed, y "The book of love", de Magnetic Fields, que estuvieron entre los mejores momentos del concierto.
La dramática interpretación de "My body is a cage", de Arcade Fire, hizo brillar a la orquesta "New blood", dirigida por Ben Foster, entre la que Gabriel se abría paso esta noche entre gritos y susurros.
La primera parte del concierto acabó con "Street sprit (Fade out)", un tema de Radiohead que en la versión del cantante británico parece disolverse entre la niebla.
Como había prometido, Peter Gabriel dedicó la segunda parte de su concierto a sus propios temas, pero si alguien esperaba una sucesión de grandes éxitos se equivocaba.
La segunda parte empezó con "San Jacinto", que no está precisamente entre los temas más pegadizos de su repertorio. Y es verdad que luego vino un single, "Digging in the dirt", pero en una inquietante versión, con unos arreglos que recordaban a la banda sonora de "La guerra de las galaxias".
La interpretación de la orquesta en "Rithm of the heat" puso al público en pie, y con "Red rain" se vivieron momentos delirantes: un fan se acercó al escenario, se arrodilló ante su ídolo y se santiguó. Luego regresó a su sitio.
Y por fin, justo antes de los bises, hubo palmas con un éxito reconocible: "Solsbury hill", el primer tema que publicó Gabriel en solitario en 1977, tras abandonar Genesis por diferencias artísticas con sus compañeros.
Curiosamente Gabriel coincidió hoy en Madrid con el batería de su antiguo grupo, Phil Collins, quien le sustituyó como vocalista en Genesis, y que hoy presentó a la prensa su nuevo disco: un típico disco de versiones con clásicos del soul.
Desde que abandonó Genesis, Peter Gabriel siempre buscó nuevos caminos. Su carrera está llena de hallazgos y su concierto de esta noche fue una declaración de principios: El que no quiera arriesgarse, que se apunte al karaoke.
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