Benjamin Lacombe dibuja su amor por la ópera en "Madame Baterfly" y "Carmen"

  • Catalina Guerrero.

Catalina Guerrero.

Madrid, 20 nov.- Benjamin Lacombe, aclamado como uno de los mejores ilustradores del mundo, pone sus lápices y pinceles al servicio de su amor por la ópera, que "adora", en el libro "Madame Butterfly", cuyos originales se exponen en una muestra que inaugura hoy en Madrid. Ahora, dice a Efe, dibuja con "emoción" a "Carmen".

A la "más española" de las óperas se sumerge, por primera vez, sin pasar previamente por un editor francés. Lo hace con Edelvives, la editorial a la que confía la traducción en español de su obra, que alcanza ya la treintena de libros.

"La adoro -afirma-, hace tiempo que tenía ganas de hacerla", pero en su historia sentimental antes estaba, precisa, la ópera de Guiacomo Puccini, la misma que hace 22 años le hizo descubrir el "subidón" que puede proporcionar este arte que pone sobre escena "una versión de la vida extremadamente amplificada y exagerada".

Una revelación temprana, ya que apenas tenía 10 años cuando se produjo, pero que no fue inmediata, tardó tres años en llegar. "Desde los 7 acompañaba a mi madre a la ópera. Ella la adoraba, pero a mi padre no le gustaba, y como no quería ir sola me llevaba a mí", rememora.

Fue con "Madama Butterfly", la trágica historia de amor que escribió Pierre Loti en "Madama Crisantemo" y a la que puso música Puccini, con la que "comprendí" la ópera, dice Lacombe (París, 1982), y "lloré al final", apostilla.

Ese torrente "emocional" trató de darle salida en "Los amantes mariposa", un primer ensayo de la cuadratura del círculo que logra ahora con su versión muy personal de "Madama Butterfly", un libro de impresionante belleza por su texto, sus dibujos y su diseño.

En su adaptación del sublime drama romántico, Lacombe le da voz a un atormentado Pinkerton, el oficial estadounidense que rememora en primera persona con remordimiento su responsabilidad en el suicidio de la joven Cio-Cio San, a la que abandonó tras un breve matrimonio.

Butterfly se expresa, por su parte, con las imágenes, en las que Lacombe ha ido "muy lejos", asegura. "Normalmente -continúa- hago dos o tres libros al año y este me llevó un año entero".

El libro, de gran formato, se abre "como un biombo", por un lado aparecen deslumbrantes cuadros al óleo que nos trasladan al Japón desaparecido de principios del siglo XX, en los que vemos cómo se desarrolló la triste historia de amor no correspondido.

Las imágenes se intercalan con el texto, pero sin mezclarse, "metáfora" de la incomunicación entre Pinkerton y Butterfly "por la lengua y la cultura".

En el reverso, se despliega "como las alas de una mariposa" un magnífico friso de diez metros que cuenta "metafóricamente" la historia de Butterfly, con lápiz y acuarela, imitando las porcelanas, pero también los cuadernos de viaje, precisa Lacombe.

Para los más observadores, el friso esconde un segundo dibujo que solo se puede observar "replegando el libro de una cierta manera".

Los originales podrán contemplarse de cerca en el Museo ABC, de Madrid, donde hoy Lacombe mantendrá un encuentro a partir de las 19.00 horas con sus admiradores. La muestra estará abierta desde mañana hasta el 1 de marzo, y en ella de forma metafórica se puede percibir también la preocupación ecologista de Lacombe simbolizada en efímeras y frágiles mariposas de color azul y negro.

Acostumbrado a "poner el contador a cero" en cada trabajo que acomete, ahora trabaja también, además de en su adaptación de "Carmen", en el segundo tomo de un cómic que aborda la vida íntima de Leonardo Da Vinci y en el que trabaja mano a mano con otro dibujante francés, Paul Echegoyen.

En "Léonard et Salaï", dibujan la relación amorosa del artista del Renacimiento con su joven pupilo, cuyo rostro, aparece en varias de sus obras, entre ellas "La Gioconda", según Lacombe, que defiende de soslayo con este proyecto artístico el derecho a amar libremente.

La infancia, la nostalgia y el rechazo social son otros de sus temas recurrentes. Le gusta, dice, "hacer reflexionar" a los lectores pero "sin dar lecciones".

El autor de "Cuentos Macabros", "Swinging Christmas", "Nuestra Señora de París", "Ondina", "El herbario de las hadas", "Ruiseñor" y "Blancanieves" detesta las etiquetas solo admite un adjetivo para sus ilustraciones: "Emocionales".

Porque "trasmitir emoción" es, subraya, su máxima ambición y es lo que rezuman sus dos últimas creaciones editadas en Francia: "Les superheros destestent les artichauts", en colaboración con Sebastien Perez, y "Marie-Antoinette", con el asesoramiento de la historiadora Cecile Berly, que sale el próximo 3 de diciembre. EFE

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(Recursos de archivo en www.lafototeca.com. Cód: 6536581 y otros)

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