Triste y gris final de temporada en Las Ventas

  • Una tarde de lo más triste y gris por el juego deslucido de los toros de Palha y la poca capacidad resolutiva de los toreros, dio hoy como resultado una función de lo más aburrida en el fin de temporada en la plaza de toros de Las Ventas.

Javier López

Madrid, 12 oct.- Una tarde de lo más triste y gris por el juego deslucido de los toros de Palha y la poca capacidad resolutiva de los toreros, dio hoy como resultado una función de lo más aburrida en el fin de temporada en la plaza de toros de Las Ventas.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de la ganadería portuguesa de Palha, muy desiguales de presentación, bajos de raza y de deslucido comportamiento, destacando únicamente la calidad del segundo y la transmisión sexto, aplaudidos ambos en el arrastre.

Sánchez Vara: estocada desprendida y atravesada (silencio); y estocada trasera y cuatro descabellos (silencio).

Hernán Ocampo, Guerrita Chico, que confirmaba alternativa: dos pinchazos y estocada (silencio tras aviso); y bajonazo (silencio).

Israel Lancho: estocada (silencio); y pinchazo, estocada y tres descabellos (pitos).

En cuadrillas, Raúl Ramírez ejecutó con limpieza y suma brillantez la suerte del salto con garrocha como prólogo a un par de banderillas de Sánchez Vara en el cuarto; y Felipe Peña y José Manuel Pérez saludaron tras parear al quinto.

La plaza tuvo dos tercios de entrada en tarde de nubes y claros, y con llovizna durante la lidia del tercer toro.

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LO QUE SE PREVEÍA SOBRE EL PAPEL

El festejo que echó el cierre a la temporada en Las Ventas suponía el regreso de la ganadería portuguesa de Palha, poseedora de un tipo de toro muy del gusto de Madrid, a pesar de que hoy echara un encierro de infame presentación y muy deslucido por su falta de casta. La excepción fueron segundo y sexto, los dos únicos astados que pueden salvarse de la quema ganadera del señor Folque.

La tarde contaba también con el atractivo de ver a dos toreros con cuentas aún pendientes con esta terrorífica divisa, y que aún siguen muy presentes en la memoria del aficionado capitalino.

Una era la de Sánchez Vara, que en el San Isidro 2007 dejó escapar un gran toro de esta misma divisa, "Rabosillo", y que volvía a Madrid para tratar de redimirse de aquel fracaso; y la otra, la de Israel Lancho, que a punto estuvo de morir en esta misma arena en manos del astado "Sevilhano", el cual le infirió una tremenda cornada en el pecho en 2009, cuya recuerdo sigue aún estremeciendo.

Pero al final, ni uno ni otro acabó desquitándose de una espinita que, por desgracia, seguirá clavada en ellos. Ni más ni menos lo que preveía sobre el papel.

Sánchez Vara sigue en sus trece de no querer o, mejor dicho, no poder aprovechar las posibilidades que se le ofrecen. Su primero fue un toro distraído en los primeros tercios, pero que respondió con clase en la muleta, tomándola por abajo y hasta el final, muy suavón, y el alcarreño, que lo saludó con una larga cambiada, no dijo nada ni con las banderillas, y qué decir con la muleta.

Faena, por tanto, inexistente por falta de acople y mando del torero, que desaprovechó la franqueza de un oponente que, desgraciadamente, se fue al desolladero con las orejas puestas.

Y lo único destacable de su actuación frente al cuarto fue el impecable salto con garrocha que ejecutó el "tercero" Raúl Ramírez en el tercio de banderillas, pues lo que vino después careció de consistencia por lo deslucido que fue el toro: gazapón, con la cara natural y sin terminar de pasar.

A Israel Lancho le pesaron los fantasmas del pasado, muy atenazado y desconfiado frente a su primero, con el que no llegó a estirarse en ningún momento, instrumentando una faena repleta de dudas y precauciones ante un toro que no se comía a nadie, o lo que es lo mismo, sin mayores dificultades que su absoluta falta de raza.

En el sexto volvió a mostrar Lancho la misma imagen de falta de seguridad y sitio, en lo que fue un continuo quiero y no puedo frente a un toro que sangró mucho en el peto y transmitió en el último tercio con embestidas vibrantes aunque no enclasadas.

En este festejo, como viene siendo ya habitual en los últimos años por el Día de la Hispanidad, confirmó alternativa el colombiano Guerrita Chico, que resolvió con dignidad la afrenta con el toro que abrió plaza, un "palha" con fijeza y prontitud en el caballo, pero viniéndose abajo en la muleta por sus pocas fuerzas.

El diestro caleño anduvo tesonero con él, muy centrado y tratando de hacer bien las cosas, y aunque no pudo resolver en lo artístico, ya está dicho, cumplió de sobra con el expediente.

En el quinto protagonizó Guerrita Chico un más que airoso toreo de capote. Pero ya. El toro fue brusco y áspero en la muleta, y el valiente colombiano no hizo otra cosa que sortear tarascadas.

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