Un antiguo camarero del Ritz hoy periodista desempolva los secretos del hotel

  • Madrid.- Cumplidos ya sus primeros cien años de vida, el Hotel Ritz de Madrid atesora entre sus paredes los secretos mejor guardados del país, y Felipe Serrano, antaño camarero del lujoso establecimiento y hoy periodista de la cadena SER, relata algunos de ellos en un libro que recopila once años de experiencias.

Un antiguo camarero del Ritz hoy periodista desempolva los secretos del hotel
Un antiguo camarero del Ritz hoy periodista desempolva los secretos del hotel

Madrid.- Cumplidos ya sus primeros cien años de vida, el Hotel Ritz de Madrid atesora entre sus paredes los secretos mejor guardados del país, y Felipe Serrano, antaño camarero del lujoso establecimiento y hoy periodista de la cadena SER, relata algunos de ellos en un libro que recopila once años de experiencias.

"Hotel Ritz. Un siglo de historia de Madrid" es el título de la obra en la que Serrano narra vivencias, experiencias y anécdotas recogidas por él mismo y sus compañeros desde 1977 y durante la decena de años en que fue camarero en el histórico hotel para costearse sus estudios de Periodismo.

Fruto de aquellos años es este libro, que se presenta mañana en la también centenaria Gran Vía madrileña, en un acto en el que intervendrá el delegado de Economía, Empleo y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Madrid, Miguel Ángel Villanueva.

Una historia que combina exclusividad, poder, que narra "manías" de actores y actrices, políticos y hasta de jefes de Estado y que, en suma, relata el paso por el Ritz de más de 500 personajes de todo tipo que han ido convirtiendo este hotel en uno de los símbolos de Madrid y en la cima del lujo y del "glamour".

Todos esos detalles que observó Felipe Serrano en su etapa de camarero del Ritz los fue plasmando en una pequeña libreta que, con el paso de los años, ha desempolvado para escribir este libro, cuando su vida profesional ha dado un cambio radical y sus manos ya no sostienen una bandeja, sino un micrófono de radio.

Sin embargo, los huéspedes favoritos del autor son los del "mundo del poder", los que han hecho del Ritz "una especie de palacio de la diplomacia" que ha visto pasar por sus salones, pasillos y dormitorios a reyes, jefes de Estado, ministros, e incluso corretear por sus jardines en su infancia al príncipe Felipe y a las Infantas Elena y Cristina.

Una clase política que ha protagonizado en este hotel momentos tan inquietantes como el que vivió Felipe Serrano cuando, con poco mas de 20 años, tuvo que llevar una cesta de fruta a la habitación del rey Jaled de Arabia Saudí y fue encañonado por uno de los escoltas, que no dejó de apuntarle a la cabeza hasta que un guardia de seguridad español le libró "del embrollo".

O aquella ocasión en que Henry Ford se hospedó en el Ritz y corrió la voz de que iba a regalar un Ford Fiesta a los empleados, probabilidad que se frustró cuando un compañero de Felipe Serrano arrojó sobre el traje del magnate del automóvil, por supuesto, de modo accidental, el consomé y la tortilla francesa que el empresario debía haberse almorzado.

Y todo ello sin olvidar las "manías" intrínsecas a la fama y el poder, como el piano blanco que pidió Frank Sinatra que le colocaran en su habitación, la pista de tenis que hubo que reservar a Carlos Menem para las seis de la mañana, o la mesa de unas dimensiones determinadas que solicitó Margaret Thatcher, pues ella no acostumbraba a escribir en cualquier lugar.

Sin olvidar a Woody Allen y a su esposa Son Yi, que se quedaron una tarde de domingo en el Ritz al no poder visitar el Museo del Prado, que estaba cerrado; a Richard Gere, al que el personal del hotel apodó "el fantasma del Ritz" por su obsesión de esconderse en la cocina y en los pasillos interiores para escapar de los fotógrafos, o a su ex esposa Cindy Crawford y a la también modelo Elle Macpherson, cuyos admiradores llenaron el hotel de flores.

"Ser camarero no es menos importante que ser periodista. Es una escuela de vida", ha asegurado Felipe Serrano a Efe, y además confiesa que echa de menos a sus compañeros del Ritz y, por qué no, las propinas, en ocasiones tan generosas que "había meses -cuenta- que superaban el salario".

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