Un malentendido llamado Egon Schiele

Alfredo Valenzuela

Sevilla, 15 jun.- La profesora de la Universidad de Extremadura Carla Carmona, de 30 años, ha agotado en poco más de un mes la primera edición de su libro sobre el pintor Egon Schiele, al que llegó por sus estudios sobre Ludwig Wittgenstein y del que considera que ha sido "un malentendido" en el arte del siglo XX.

"En la cuerda floja de lo eterno. Sobre la gramática alucinada de Egon Chiele" (Acantilado) es el título del ensayo de Carla Carmona, quien ha dicho a Efe que Schiele (1890-1918) "no ha influido muy positivamente" en el arte posterior al ser "malentendido, porque no se le ha prestado una atención suficiente a su gramática".

También pintora y escultora, Carla Carmona considera que Schiele es "mucho más" que un pintor expresionista: "De hecho, no creo que haya que mencionar siquiera la palabra 'expresionismo' cuando se habla de su pintura, no es necesario, pues su gramática pictórica está lo suficientemente desarrollada", ha asegurado.

Schiele acuñó la frase "El arte no puede ser moderno, el arte es eterno", una idea que Carmona no ha considerado que tenga su origen en él porque "siempre ha habido quienes han defendido una íntima conexión entre el arte, la sencillez y la eternidad".

"Quizás lo que hace que la afirmación resulte tan llamativa es la simplicidad de su formulación; me parece interesante que Schiele la inscribiese en uno de los dibujos que realizó en prisión; es el título que dio a una acuarela donde se enfocan dos sillas; de una de ellas cuelga un par de medias; sus compañeros de aquellos días", ha añadido.

Sobre lo que supuso la cárcel para el pintor, Carmona ha señalado que "eso es difícil de explicitar" y que "tampoco queda claro que sea una cuestión verdaderamente interesante aunque se le ha dedicado mucha literatura".

"Arthur Roessler, amigo de Schiele y gran coleccionista de su obra, llegó a manipular el diario que Schiele tenía en prisión para dejar a la posteridad una serie de fragmentos abigarrados y auténticamente expresionistas -quizás, después de todo, los verdaderos expresionistas fueron aquellos que rodearon al pintor, y, también, en los grandes comentaristas de su obra-", ha explicado.

Carmona llegó a Schiele "interesada en las relaciones entre espiritualidad y erotismo", por un lado, y en la filosofía de Wittgenstein, por otro: "Enfoqué la Viena finisecular y pronto empecé a comprender que había correspondencias muy fuertes entre la ética de Wittgenstein y la pintura de Schiele".

"Eso es lo que traté de dilucidar mediante el análisis de la sintaxis pictórica de Schiele; me di cuenta de que no se había situado correctamente a Schiele en el marco de aquella Viena y traté de corregirlo", ha agregado.

Sobre las acusaciones de pornógrafo que recibió el pintor en su época, ha señalado: "Jean Baudrillard acertó al relacionar lo pornográfico con un exceso de realidad, con un hiperrealismo; desde esa perspectiva la obra de Schiele no podía estar más lejos de la pornografía; Schiele practicó la exhibición, pero no el exhibicionismo".

A la ironía de si no teme que el éxito de lectores de su libro la desacredite en el ámbito universitario, Carmona ha contestado: "En absoluto, de hecho creo que la academia debería cambiar en ese sentido; eso de escribir libros para que nadie los lea, que es lo que pasa en gran medida en el ámbito universitario, es absurdo, especialmente cuando estamos tan necesitados de filosofía y, en general, de una mirada analítica y relacional".

Y a la pregunta de qué es lo que menos le gusta del arte contemporáneo, ha contestado: "La relación que se establece entre el arte contemporáneo y el mercado, pero eso estrictamente no es un problema del arte contemporáneo, sino de la sociedad, y de nuestro modelo económico".