Birmania permite a MSF continuar parcialmente sus actividades

  • El Gobierno de Birmania (Myanmar) ha autorizado a Médicos Sin Fronteras (MSF) continuar parcialmente sus actividades, tres días después de anunciar el cierre de todas sus clínicas, indicaron fuentes de la ONG.

Bangkok, 2 mar.- El Gobierno de Birmania (Myanmar) ha autorizado a Médicos Sin Fronteras (MSF) continuar parcialmente sus actividades, tres días después de anunciar el cierre de todas sus clínicas, indicaron fuentes de la ONG.

"Tras un diálogo con el Gobierno de la Unión en Naypyidaw el 28 de febrero, el Ministerio de Sanidad y el Ministerio de Asuntos Exteriores nos han informado de que podemos retomar parte de nuestras actividades", señaló MSF en un comunicado.

El portavoz presidencial, Ye Htut, dijo el pasado viernes que las autoridades habían decidido no extender el memorando con el que la organización operaba en el país, incluido el estado Rakhine, afectado por la violencia sectaria entre la mayoría budista y la minoría musulmana rohingya.

El Gobierno adoptó la medida tras cuestionar la veracidad de una información de MSF, que hace un mes aseguró haber atendido a unos 40 vecinos de una aldea rohingya por heridas de disparos y armas blancas.

Con el acuerdo alcanzado ahora, la ONG podrá reabrir sus clínicas en los estados Kachin y Shan, en el noreste, así como en Yangon (centro), donde tratan a personas con VIH y sida.

Sin embargo, no podrá reanudar sus actividades en Rakhine, estado que, según MSF, padece una "crisis médica humanitaria".

Unos 800.000 rohingya viven en Birmania, la mayoría en Rakhine, aunque las autoridades de este país de mayoría budista no los reconocen como ciudadanos y mantienen que proceden de la vecina Bangladesh.

Esta comunidad apátrida, considerada como una de las más perseguidas del mundo por la ONU, tampoco es reconocida en Bangladesh, donde unos 300.000 rohingyas se encuentran hacinados en campos de refugiados.

En 2012, los enfrentamientos entre la mayoría budista de Rakhine (Arakan) y la minoría musulmana causaron al menos 164 muertos y 120.000 desplazados, en su mayoría rohingyas que aún viven hacinados en campos de acogida.

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