Crisis del coronavirus

España acumula ya más mascarillas que habitantes... casi imposibles de comprar

Fábrica de mascarillas
Fábrica de mascarillas
EFE

El Gobierno abrió este viernes la puerta por primera vez al uso obligatorio de mascarillas por parte de la población, pero en las furtivas salidas a la calle que hacen los españoles desde hace tres semanas, una de las respuestas que más se escuchan en cualquier tienda o farmacia es: "No, no tenemos mascarillas. No sabemos cuándo van a venir". Las grandes ciudades españolas sufren un desabastecimiento generalizado, provocado en un principio por el pánico obsesivo de quienes desvalijaron todas las tiendas (y hospitales) en las que hacerse con mascarillas; después, por quienes intentaron hacer negocio revendiéndolas por cantidades astronómicas; y, ahora, porque la cadena de producción de la mayoría de las empresas se ha roto en algún punto (buena parte de las fábricas están en China). La gran paradoja es que, en España, ya hay más mascarillas que habitantes... Pero no hay manera de comprar una.

Ni siquiera a través de internet, donde los más importantes y principales canales de e-commerce como Amazon no aseguran que los envíos lleguen en el tiempo previsto en la página... que es de un mínimo de mes y medio. La mayoría de los pedidos no están disponibles, como pronto, hasta finales de mayo o principios de junio. Por eso, hay quienes optan por otros canales online para conseguir mascarillas antes, pero suelen ser parte del mercado negro creado a raíz de la crisis del coronavirus., Además, en la mayoría de los casos no cuentan con certificación sanitaria o garantía de algún tipo y, por si fuera poco, los precios se disparan hasta los 150 euros el paquete de 10 mascarillas básicas, diez veces por encima de su precio medio habitual.

En cualquier caso, los números constatan que se ha producido un rápido crecimiento en el número de mascarillas disponibles en España. Por un lado, el Gobierno ha repartido hasta este viernes 22 millones de mascarillas entre comunidades autónomas, personal sanitario, fuerzas de seguridad del Estado, tal y como han confirmado fuentes de Sanidad a 'La Información'. Se trata del principal canal de distribución de material sanitario en estos momentos y trata de cubrir las necesidades de los hospitales y centros médicos del país, en los que el personal sanitario es el más expuesto en estos momentos. De hecho, una de las grandes quejas en el sector es la escasez no solo de mascarillas, sino también de batas y ropa de cama.

Reparto de mascarillas de Sanidad entre Comunidades Autónomas

Por otro lado, el ejercicio de generoso altruismo de muchas grandes, medianas y pequeñas empresas está supliendo los problemas de abastecimiento que acusa el Gobierno en las últimas semanas. Para hacerse una idea de su alcance, Inditex ya ha donado prácticamente la misma cantidad de mascarillas que las distribuidas por Sanidad: 21 millones de unidades. Y si a esto le sumamos la contribución de Iberdrola (4,6 millones de unidades), solo entre estos tres canales de distribución 47,6 millones de mascarillas, un millón más que habitantes tiene España.

Además, teniendo en cuenta las existencias previas de mascarillas, la predisposición de varios sectores como el textil (reinventado como productor de mascarillas) y el altruismo de las pymes, los cálculos sitúan el número total muy por encima de las 100 millones de mascarillas en España. El gran problema es el desequilibrio en la distribución: si bien es cierto que el personal médico y el más expuesto (empleados de supermercado, cuerpos de seguridad, bomberos...) se ha marcado en rojo como destinatario prioritario para prevenir su salud, hasta ahora no existe un control del resto de mascarillas, que deberían ir a parar a la población, y que pueden conformar cauces irregulares de comercialización.

Algo especialmente importante ahora porque el Gobierno, como en el resto del planeta, empieza a plantearse seriamente la obligatoriedad del uso de mascarillas entre los civiles para salir a la calle, una de las recomendaciones que empieza a coger fuerza entre la comunidad científica. Este viernes, Fernando Simón lo advertía así: "Tenemos que aprender a utilizar los equipos de protección personal a medida que estén disponibles en grandes cantidades".

Sin mascarillas en un nuevo escenario geopolítico

Mientras el coronavirus supera el millón de contagiados en todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue desaconsejando el uso obligatorio de las mascarillas entre la población, principalmente para reservarlas solo para el personal esencial o sanitario. Sin embargo, tanto los científicos como los expertos en China y en partes de Asia donde el uso de mascarillas lleva años normalizado incluso sin pandemias declaradas, advierten de que el gran error de Europa y Estados Unidos está siendo precisamente no obligar a la población a llevar mascarillas.

Por ejemplo, George Gao, jefe del Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades ya señalaba en la revista 'Science' la semana pasada que lo que parece no entender Occidente es que "muchas personas tienen infecciones asintomáticas o presintomáticas. Si usasen mascarillas, se podría evitar que las gotas que transportan el virus escapen e infecten a otros".

El problema es evidente: ¿cómo lograr que toda la población lleve mascarillas, cuando el personal sanitario recibe la mayoría de ellas? En ese punto es donde entraría la distribución, pero desgraciadamente la situación actual impide que se acelere el reparto de mascarillas entre el personal no esencial. Por un lado, porque buena parte de las fábricas asiáticas han tenido que cerrar a causa de la crisis del coronavirus. Y, sin producto, no sirve de nada tener una de las mejores redes logísticas del mundo. Massimo Marsili, director general de Transportes de XPO en España, Portugal y Marruecos (uno de los gigantes del sector), explica a 'La Información' que desde el inicio de la crisis la compañía ha distribuido "millones de mascarillas en todas las provincias españolas", si bien matiza que se trata de "donaciones a las autoridades sanitarias", no a la población general.

Y hay otro escollo relacionado: la profunda división en el seno de la UE respecto al proceder tanto sanitario como económico. En este escenario, España se ha alineado en el tablero con el segundo grupo: Portugal, Italia, Grecia, Turquía... No es de extrañar que, en estas circunstancias, los cimientos de la UE se tambaleen y que haya quien incluso plantea una alianza socioeconómica solo de los países del sur de Europa.

Esta misma semana se desvelaba que Francia confiscó cuatro millones de mascarillas compradas por España e Italia a una empresa sueca, pero que fueron incautadas el pasado 5 de marzo en Lyon, en virtud de un decreto promulgado por el presidente galo, Emmanuel Macron. Dicha disposición normativa ordena a las autoridades requisar todas las existencias y la producción de mascarillas para su distribución entre el personal médico y a los franceses afectados por el coronavirus. Una medida de similar calado a la incluida en el estado de alarma aprobado por Pedro Sánchez diez días después, pero que en este caso concreto interfiere con los intereses nacionales de los dos países europeos más afectados por la emergencia sanitaria. 

Un día antes del incidente con Francia, Alemania decidía prohibir cualquier exportación de material sanitario (mascarillas, batas, respiradores...) fuera de sus fronteras. Por entonces, España ya miraba de reojo el implacable avance de la pandemia en Italia, que empezaba a confinar a su población. Paralelamente, Alemania decidió quedarse con las partidas que varias empresas españolas tenían comprometidas con proveedores sanitarios ubicados en el país, lo que ha terminado de dibujar un panorama sombrío: sin capacidad de producción propia para abastecer a toda la población y con el veto comercial de sus propios socios, España se enfrenta al reto del uso obligatorio de mascarillas.

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