Por 10 euros la hora

Los MIR, en jaque: "Nos han dejado claro que nos ven como mano de obra barata"

Salvador Illa
Salvador Illa
EFE

"Si teníamos dudas sobre si a los residentes nos consideraban mano de obra barata... con el último giro del Gobierno se nos han despejado". Juanjo, residente de quinto año (R5) de Oncología en el Ramón y Cajal, recibió con "sorpresa mayúscula", el último Real Decreto del Ministerio de Sanidad, donde se comprenden medidas extraordinarias que afectan al personal sanitario en el marco del estado de alarma contra el coronavirus. La batería de acciones que la cartera de Salvador Illa presentó como una "contratación masiva" de sanitarios, abre la puerta a la opción de prorrogar los contratos en calidad de residentes de los MIR en último año. Es decir, la ampliación de unas condiciones laborales propias de estudiantes 'en formación', para unos profesionales a los que  les quedaría solo un mes para obtener la condición de 'médico adjunto'. 

"Si esto se cumple, el ministerio no estaría realizando una contratación masiva, sino una prórroga de contratos de residencia a facultativos que ya operan como especialistas", sentenciaba Sheila Justo, presidenta del Área de Médicos Jóvenes y Formación y MIR de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (AMYTS). Por ahora, el colectivo se encuentra a la espera. Han demostrado que son poco propensos a alimentar polémicas, pero "esto sería la puntilla", apunta Alberto, que cumple su último año de residencia en la Dirección Asistencial Sureste de la Comunidad de Madrid. 

Un batallón, en primera línea por poco más de 10€ la hora

"Muchos de mis MIR están aislados por precaución o porque han dado positivo", asegura Justo quien ya anuncia que emitirán un comunicado de manera preventiva. Los residentes no se limitan a observar la labor de los especialistas, sino que actúan junto a ellos. Su salario base ronda los 900 euros. La remuneración de sus horas extras parten desde los 10 euros en el primer año de residencia, hasta cerca de los 15 en el quinto. Los MIR coinciden en que es entonces, en las guardias, cuando realmente sus ingresos ascienden. El problema es que, al quedar en cuarentena, estos 'extras' se pierden. En definitiva, los MIR forman un batallón en primera línea de fuego por poco más del salario mínimo. Mientras que, el ascender a 'medico adjunto', es lo que les da acceso a un mayor salario y a ciertos privilegios como los trienios.

Alberto se ha enfrentado a la pandemia en primera linea en el Gregorio Marañón donde, apunta, "sufrimos una falta de equipación muy preocupante". Las mascarillas FFP2 -las que impiden no solo transmitir sino inhalar el virus- "volaron". Los pacientes que dan positivo en Covid-19 tendrían que permanecer aislados, pero esto no siempre es así. Las condiciones de trabajo que ha generado la pandemia y el exceso de trabajo lleva a que, en e ldía a día, el MIR tome decisiones propias de un especialista. "Si tuviéramos que estar constantemente tutelados, como marcan las pautas de la residencia, colapsaría el sistema". Esta es una de las razones por las que, antes de que Sanidad soltase la 'bomba', el pensamiento general daba por hecho que lo que se avecinaba era un adelanto de la contratación de los residentes como adjuntos.

La paradoja del calendario

El truco está en el calendario. El estado de alarma se ha activado inicialmente para 15 días, lo que nos lleva a finales de marzo. El Gobierno se opone a la opción de anticipar el salto de 'categoría' de los MIR porque hasta junio no acaban oficialmente su formación, y esta medida extraordinaria está planteada para ser articulada alrededor de abril, si el estado de alarma se alarga. Algo más que previsible. Pero a los residentes no les salen las cuentas. Los de último año presentan sus documentos de evaluación a finales de abril. A principios de mayo su evaluación ha terminado, aunque no se 'gradúen' hasta junio. Es decir, desde el momento en que se activa la medida hasta que el residente es evaluado apenas hay un mes. A priori, pese a los cuatro o cinco años de rotación y práctica, en la balanza de Sanidad pesa más el mes que les falta a los MIR para concluir todos los trámites. 

Esta medida de tiempo contrasta con otra de las posibilidades que plantea la cartera de Illa: la incorporación de estudiantes de último año a las plantillas de los hospitales. Estos aún no han terminado el grado en Medicina, como tampoco han iniciado su formación como residentes. "Demuestra que quién ha redactado la norma no entiende cómo funciona la profesión", afirma Juanjo. Según su propia experiencia, "cuando sales de la carrera no sabes enfrentarte al día a día de un centro", por lo que el residente afirma que "más que aliviar carga de trabajo, creo que  retrasarían al hospital".

La medida que propone Illa tampoco atañe a todas las especialidades. "No tiene ningún sentido", apunta Juanjo, "En mi caso no me afecta pero reacciono por solidaridad, ¿cómo es posible que me gradúe yo y mis compañeros siguen siendo residentes?". Así, la estrategia establece que la prórroga 'solo' la sufrirían los residentes de Geriatría, Medicina del Trabajo, Medicina Familiar y Comunitaria, Medicina Intensiva, Medicina Interna, Medicina Preventiva y Salud Pública, Neumología, Pediatría y sus Áreas Específicas, Radiodiagnóstico, Microbiología y Parasitología, Enfermería del Trabajo, Enfermería Familiar y Comunitaria, Enfermería Geriátrica y Enfermería Pediátrica. 

"Tengo al menos siete compañeros aislados"

En definitiva, con la carga de trabajo que exige la crisis del coronavirus, a estos profesionales se les estaría empujando a asumir  responsabilidades de un especialista y a tomar sus mismos riesgos. Y estos últimos ya los están sufriendo en sus propias carnes. 

La residencia de Diego, un MIR de segundo año (R2), en el Hospital Clínico sufrió un 'frenazo' este jueves, cuando dio positivo en Covid-19. El joven asegura que el centro esta colapsado y los recursos escasean. "El lunes tuve algo de tos, pero no me imaginé que fuera coronavirus, así que el miércoles hice una guardia de 24 horas y el jueves, al notar algo de ferbrícula -37º- fue cuando me sometí a las pruebas", recuerda. El último protocolo recoge que solo los sanitarios que presenten los síntomas del virus pueden someterse al análisis. Independientemente de los pacientes con los que hayan entrado en contacto. "De los cincuenta de mi año ya hay seis o siete compañeros aislados... seguramente los contagiados serán más", asume. La plantilla está saturada y en sus pasillos apenas quedan equipos de protección.  "Las mascarillas que usamos son como las que cualquiera puede comprar en una farmacia, y muchas veces nos es imposible cambiárnoslas entre un paciente y otro", lamenta. 

En estas condiciones el nerviosismo es el pan de cada día de los residentes. Ahora, a este ha de sumarse la incertidumbre de en qué circunstancias se encontrarán dentro de unos meses. La medida de Illa también contempla la posibilidad de movilizar a los MIR a aquellas CCAA donde más falta hagan... pero no concreta quién pagará la cuenta. "Somos los primeros que arrimamos el hombro, pero si nos van a obligar a seguir trabajando bajo este grado de responsabilidad, pero en condición de residentes... al menos me gustaría saber si voy a tener que costearme el transporte y dos alquileres a un tiempo", denuncia Juanjo. Su hospital, el Ramón y Cajal, aún no está colapsado pero afirma que "a un ritmo de unos cincuenta ingresos diarios... el problema de las camas no tardará en estallar". Los aplausos a los sanitarios desde los balcones suenan, mientras la precariedad laboral se dilata.

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