El movimiento contestatario marroquí cumple un año sin congregar a las masas

  • El movimiento contestatario marroquí del 20 de Febrero (20F) celebró hoy el primer aniversario de su creación pero no consiguió congregar en las múltiples manifestaciones en todo el país a las grandes masas que salieron a las calles hace ahora un año para pedir reformas democráticas.

Javier Otazu

Rabat, 19 feb.- El movimiento contestatario marroquí del 20 de Febrero (20F) celebró hoy el primer aniversario de su creación pero no consiguió congregar en las múltiples manifestaciones en todo el país a las grandes masas que salieron a las calles hace ahora un año para pedir reformas democráticas.

Hasta 80 marchas habían sido convocadas en todas las ciudades grandes y medianas del país (e incluso en ciudades europeas) por este movimiento heterogéneo, constituido principalmente por jóvenes izquierdistas o apolíticos.

Sin embargo, la capacidad de convocatoria no fue en ningún caso masiva: un millar de personas se manifestaron en Rabat, apenas unos cientos lo hicieron en Casablanca, mientras que en Tánger fueron varios miles, según testigos presenciales.

La policía dejó desfilar a los jóvenes y hasta les ayudó a cortar el tráfico en las calles por donde iban a discurrir, siguiendo una tónica que se ha repetido en los últimos meses: no enfrentarse a los jóvenes contestatarios y dejar que el movimiento se desgaste por sí solo.

Eran más abundantes los mirones a ambos lados de la calle que los mismos manifestantes, que se dedicaron a repetir los eslóganes coreados durante meses: "El pueblo quiere la caída de la corrupción", "gobierno mafioso", "Levantaos masas contra el sistema dictador" o "Somos los hijos del pueblo".

El leit-motiv del 20F, que durante un año entero ha sido "Libertad, justicia social y dignidad", aderezado con llamamientos contra la corrupción y la acumulación de poderes, pero sin citar casi nunca el nombre del rey Mohamed VI, no ha conseguido, sin embargo, atraer a las masas marroquíes como lo hicieron las marchas en Egipto o Túnez.

"La gente nos mira como si desembarcáramos de otro planeta, y eso que nos manifestamos por derechos comunes a todos los ciudadanos", se lamentaba recientemente Abdesamad, de 28 años, perplejo por el desapego entre el movimiento de protesta y las aspiraciones del pueblo.

Las reformas emprendidas por el rey Mohamed VI tras el estallido hace un año de las primeras protestas en las calles marroquíes parecen haber logrado desactivar el movimiento entre un pueblo que, a la vista de los disturbios que se repiten en Egipto, Yemen o Siria, temen ante todo la "fitna" o el caos interno, una de las mayores desgracias entre los musulmanes.

El cantante rapero Lhaqed, que pasó cuatro meses en prisión por un oscuro incidente que según los observadores era un mero pretexto para castigar sus letras contestatarias, lamenta que haya "un miedo anclado entre los marroquíes (que explica) que la elite cultural o artística no nos hayan apoyado, además de la gran presión por parte del régimen".

Optimista, Lhaqed, convertido ya en un símbolo del 20F, asegura que "un día la gente terminará por comprender y saldrá a la calle para ayudarnos a deshacernos de los ladrones de nuestro país".

Igual discurso mantiene Moncef el Atifi, uno de los organizadores más activos en Rabat en este movimiento que proclama su horizontalidad a ultranza y su falta de líderes o hasta de portavoces, pero que también carece de programa común o de estrategia futura.

"El pueblo no está satisfecho con los retoques cosméticos emprendidos por el Rey con esa constitución engañosa, y es una cuestión de meses que el pueblo vuelva a las calles", señala Atifi en mitad de la marcha de Rabat.

Junto a Atifi se encuentra un grupo de salafistas (versión más rigorista del Islam) manifestándose con unas banderas negras con el único lema de "No hay más dios que Alá", encontrando cobijo entre unos manifestantes donde cabe todo el mundo.

La falta de proyecto común se presenta en este instante como una de las mayores interrogantes para la supervivencia de este movimiento en el tiempo.

Mostrar comentarios