Escolarizar a los niños de países en guerra cuesta 2.000 millones de euros, según la unesco


La escolarización de los 34 millones de niños y adolescentes de países afectados por conflictos o guerras y que no van a la escuela cuesta alrededor de 2.300 millones de dólares (más de 2.000 millones de euros), es decir, 10 veces más de lo que la ayuda humanitaria dedica actualmente a la educación.
Así se desprende de la última edición del ‘Informe Mundial de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo’, elaborado por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y hecho público este lunes.
El documento señala que los menores más vulnerables son los más perjudicados por la falta de escolarización, ya que los niños más pobres tienen la mitad de posibilidades de ir a clase que sus iguales en los países en paz.
Además, la Unesco subraya que sólo un tercio de los países han alcanzado las metas mundiales de educación que se fijaron en 2000, en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, e identifica los conflictos como uno de los mayores obstáculos para mejorar los resultados.
De hecho, señala que los conflictos plantean serios desafíos, puesto que el riesgo de que los niños de países inmersos en guerras no vayan a la escuela duplica que el de los de otras naciones, porcentaje que sube al 65% en el caso de los adolescentes en general y al 90% en las adolescentes que no acuden a la escuela secundaria.
“Regresar a la escuela es quizá la única luz de esperanza y el único signo de normalidad para muchos niños y jóvenes de países en crisis”, afirmó Irina Bokova, directora general de la Unesco, quien añadió que la Declaración sobre el Futuro de la Educación aprobada a finales del pasado mes de mayo en Incheon (Corea del Sur), adoptada por 160 países, supone un compromiso de responder a las necesidades de esas poblaciones con “sistemas educativos más resilientes, fuertes e integradores”, y “una respuesta a las crisis que engloban las etapas de urgencia, recuperación y reconstrucción”.
LLAMAMIENTOS HUMANITARIOS
Por otro lado, la Unesco recalca que uno de los motivos del lugar que ocupa la educación en situaciones de conflicto es la falta de financiación, pues sólo un 2% de la ayuda humanitaria se destinó a la educación durante el año pasado, pero esta agencia de la ONU apunta que este objetivo es insuficiente porque si en 2013 se hubiera alcanzado el 4%, cerca de 15,5 millones de niños y adolescentes habrían quedado fuera del alcance de cualquier tipo de ayuda humanitaria para su educación.
“Hace ya tiempo que habría que haber definido un nuevo objetivo para orientar la financiación de la educación en periodo de conflicto. Los objetivos actuales son muy insuficientes y tienen como efecto desviar la atención de las necesidades reales de los niños y los jóvenes en el terreno. Para la enseñanza primaria, harían falta 38 dólares más por cada niño de zonas en conflicto, en tanto que para el primer ciclo de secundaria serían necesarios 113 dólares por adolescente. Está claro que esos fondos podrían encontrarse. La mayoría de nosotros tendríamos en el bolsillo la cantidad suficiente para financiar la educación de un niño”, explicó Aaron Benavot, director del informe.
Por otra parte, la Unesco subraya que sólo 15 de los 342 llamamientos humanitarios registrados entre 2000 y 2014 contenían pedidos de fondos dedicados a la educación y que muchos de ellos no responden a todas las necesidades. Así, se calcula que en 2013 alrededor de 21 millones de personas necesitaban apoyo educativo en países afectados por conflictos y sólo se hicieron solicitudes de ayuda humanitaria para ocho millones de esas personas y apenas tres de esos ocho millones recibieron efectivamente las aportaciones, por lo que 18 millones de quedaron excluidas.
La Unesco propone cuatro recomendaciones para reforzar la estructura actual de la ayuda que se dedicación a la educación en situación de crisis: realizar una evaluación objetiva y sistemática de las necesidades para comprender la verdadera naturaleza de las necesidades de los niños y adolescentes en zonas de conflicto, vincular la financiación humanitaria con la del desarrollo, cubrir el déficit de 2.300 millones de dólares para financiar la educación en situaciones de conflicto y asegurar que todos los nuevos fondos mundiales de urgencia para la educación sean complementarios, flexibles y previsibles.

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