Desde Miajadas  (Cáceres)

Una estafa de película: así cayó la banda que robó 12 millones a bancos de EEUU

La Policía Nacional y el Servicio Secreto han desarticulado una organización cuyo modus operandi nunca antes se había visto. Utilizaban tarjetas que requerían de una preautorización para dar los golpes. 

Fraude con tarjetas
Fraude con tarjetas
Policía Nacional

El pueblo extremeño de Miajadas -9.000 habitantes- se convirtió hace año y medio en el centro de atención del Grupo de Fraude empresarial de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional desde que unos empresarios alquilaran al completo uno de sus hoteles. Hasta ellos llegaba un rastro de supuestos fraudes a bancos estadounidenses cuyo importe, solo en España, asciende a al menos doce millones de euros. Por la complejidad del modus operandi, por el dinero total que puede haber sido estafado y por cómo se iba captando gente para la organización es un engaño de película, "la estafa de la década", asegura a La Información la inspectora jefe Beatriz Gómez.

"Empresa familiar con un estilo de negocio tradicional". Así se presenta el hotel en el que la Policía Nacional logró detener a uno de los principales cabecillas de esta organización que en raras ocasiones viajaba hasta España para supervisar todo el entramado en una operación que acabó con 105 arrestos más tras 88 registros simultáneos en cuatro países europeos. Se trata de la mayor investigación de ámbito internacional realizada hasta la fecha contra el fraude cometido con tarjetas bancarias. Todo empezó cuando este Grupo de Fraude empresarial de la Unidad Central de Ciberdelincuencia se pone al frente de una investigación tras la denuncia de un banco americano que no está dispuesto a dejar pasar más estafas. Ahí se empieza a tirar de un hilo que requiere de horas e incluso días enteros de trabajo sin descanso de unos agentes que nunca antes habían visto este modus operandi.

La organización primero enviaba a algunos de sus miembros con doble nacionalidad griega-norteamericana a montar empresas por diferentes estados americanos que eran ficticias pero les servían para abrir cuentas a su nombre y solicitar tarjetas de débito con el máximo importe disponible con el pretexto de utilizarlas en sus viajes a Europa. Dichas firmas se supone que tenían una razón social para comercializar con  ropa, de azulejos, cerámica, agencias de viajes... Todas recibían en algún momento una importante suma de dinero para que pareciera que había actividades en sus cuentas. Era siempre el mismo dinero pero se movía de unas a otras. Una vez conseguían esas tarjetas esos miembros de la organización abandonaban EEUU meses después tras haber enviado mediante correo los plásticos a Grecia y Austria y desde ahí finalmente a España, donde eran utilizadas en 24 provincias.

El modus operandi consistía en pasar esas tarjetas en varias ocasiones por los datáfonos de negocios conniventes para luego engañar al banco americano mediante el sistema de preautorización. Los arrestados se aprovechaban de la diferencia de aceptación del pago existente entre los bancos americanos y españoles Al ser preautorizadas una vez se realizaba una compra por un importe alto es el datáfono el que registra la operación y la detiene hasta que el banco americano da su visto bueno. Esto suele suceder durante unos días hasta que de nuevo se pasa la misma tarjeta en ese mismo datáfono y pulsando una tecla concreta se confirma que el dinero está autorizado y el comercio lo cobra. Este método se suele utilizar para cantidades muy grandes. En ese margen de días es donde esta organización encontró el modo de cómo estafar. 

Pendientes en todo momento desde EEUU a que el banco autorizara dicha compra, es en España donde se espera más días de los necesarios para culminar la compra, hasta que la entidad bancaria tiene la deferencia con su supuesto buen cliente de dejar de retenerle el dinero de dicha compra aun no realizada porque entiende que quizá no la quiso concretar y no ve necesario que dicha cantidad de dinero no esté disponible. Una vez es devuelto de nuevo a la cuenta rápidamente se deja sin fondos y es en ese instante cuando desde España se hace el segundo paso para culminar la adquisición. 

En ese momento VISA hace efectivo el pago porque ya estaba autorizado y será a ellos a los que la entidad bancaria deba abonar un dinero que por gentileza ya había devuelto a su cliente a una cuenta en la que ya no puede reclamar nada de una empresa fantasma.  En cuanto el dinero llegaba a la cuenta bancaria asociada al establecimiento español se hacía la transferencia del 85% del total a los miembros de la organización -el otro 15% era la comisión- en algunas ocasiones y en otras se acudía al cajero para entregarlo en mano, lo que dificultó aún más seguir su rastro. 

La idea de estafar en la preautorización es lo que convierte a esta operación en innovadora. Pero para poder llegar a estafar la organización requería de comercios que les dejaran usar sus datáfonos hasta en 20 ocasiones durante dos horas como sucedía en una farmacia donde se hizo una compra de 80.000 euros pasando la tarjeta de 8.000 euros en 8.000 euros en 120 minutos. Llama la atención de los investigadores la cantidad de personas involucradas en la trama. "Desde un miembro alto de la organización y el dueño del datáfono había hasta siete personas que se llevaban su parte. Había captadores de captadores", explica la inspectora. En una carnicería estafaron 200.000 euros, en un club taurino 300.000, en un hotel cerrado en plena pandemia pagaban por alquilar 50 habitaciones hasta 1,3 millones de euros... Todos estos empresarios 'comprados' tuvieron que justificar ante sus bancos con facturas importes tan altos a través del datáfono, "todas falsas". 

Pero la estafa no solo se realizaba con este modus operandi porque en un paso más, la organización lograba engañar a los bancos americanos con los pagos preautorizados adquiriendo vehículos caros y al mismo tiempo adquirir el coche y venderlo de segunda mano por la mitad de precio. El dueño de concesionario cobraba del banco americano y los estafadores revendían un coche que en realidad no habían pagado ni un euro. Durante la investigación también se percataron de que hicieron algo similar con maquinaria agrícola que luego exportaban. 

Y todo coordinado a la perfección desde este hotel de Miajadas al que llega esta organización después de pasar un tiempo en otro de la localidad de Alange (Badajoz). En los dos años que pasaron en el establecimiento donde la cafetería estaba abierta al público para no levantar sospechas llegaron a fichar a uno de los dueños. Fue una incorporación importante porque al ser de la zona logró contactar con muchos de los establecimientos que ponían a disposición de los estafadores sus datáfonos. Este mismo fraude ya lo habían realizado desde el País Vasco "pero con cantidades mucho más pequeñas como 15.000 euros en un día y luego 10.000 meses después". Eso sucedió en el año 2017, pero desde 2019 empiezan a coger carrerilla llegando en esta última etapa a estafar mediante transacciones hasta 20.000 euros al día... y todos los días.  Y sin ningún fallo, de no ser por la investigación minuciosa y la cooperación internacional sin precedentes con agentes del Servicio Secreto. Tan confiados estaban que ya tenían en sus planes dejar Extremadura para irse a la Costa del Sol donde ya habían empezado a crear su 'plantilla de trabajadores' y huyendo también de algunas disputas con algunos de esos empresarios a los que dejaron de pagar sus comisiones. 

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