Los estudiantes Erasmus podrían convertirse en víctimas colaterales del Brexit

"Mis amigos norirlandeses estaban destrozados tras el Brexit, ahora va a ser mucho más complicado irse de Erasmus", se lamentó Théo, un estudiante francés que acaba de regresar de un año en Belfast en el marco del programa de movilidad de estudiantes.

Tras la decisión de los británicos de abandonar la Unión Europea (UE), el Reino Unido podría quedar fuera del programa Erasmus, del cual se han beneficiado tres millones de jóvenes desde su creación hace 30 años y que es considerado como uno de los mayores logros europeos.

Esta posibilidad aflige tanto a estudiantes como a universidades de los dos lados del canal de la Mancha.

Johannes Weber, un estudiante alemán que efectuó parte de sus estudios en el Reino Unido gracias al programa de intercambio, se lamentó en Twitter de que "esta oportunidad se pierda para las próximas generaciones".

Tan pronto como se publicaron los resultados del referéndum del 23 de junio, la Conferencia de Presidentes de Universidades de Francia expresó "su solidaridad" con las universidades británicas, muy movilizadas para mantenerse en la UE.

Su presidente, Jean-Loup Salzmann, recuerda de todas formas que no va a haber consecuencias a corto plazo, ya que Londres dispone de dos años para negociar las condiciones de su salida.

"El acceso futuro del Reino Unido al programa Erasmus quedará supeditado a extensas discusiones en el seno de la UE", precisó por su parte el gobierno británico.

"Mientras tanto vamos a seguir participando en el programa", aseguró Ruth Sinclair-Jones, directora del programa Erasmus en el Reino Unido.

Según los datos de la Comisión Europea, en 2013 el Reino Unido acogió a cerca de 27.400 estudiantes europeos como parte del programa y envió a cerca de 15.000 a estudiar en el continente.

"Es posible que los efectos del Brexit se perciban en la movilidad estudiantil en los próximos años", estimó Pierre van de Weghe, vicepresidente de Relaciones Internacionales de la Universidad de Rennes, en el oeste de Francia.

Sin embargo, el Erasmus "podría mantenerse" si en las negociaciones entre Londres y Bruselas "los británicos eligen seguir financiándolo", explicó en la página de la universidad.

Muchos piensan que el Reino Unido podría seguir el ejemplo de Suiza. Si bien el país no forma parte de la Unión Europea, fue integrada en el programa.

Sin embargo, cuando en 2014 los suizos votaron en contra de la apertura de su mercado laboral a los croatas, el país se convirtió en el primer Estado en ser expulsado del programa desde su creación.

Desde entonces, corresponde a cada escuela y a cada universidad negociar los contratos y los intercambios, lo que representa "una carga de trabajo y un costo financiero adicional" para las escuelas, indicó Swissuniversities, que reúne a los responsables de las universidades.

Aunque la movilidad de los estudiantes suizos pudo mantenerse, gracias a los esfuerzos realizados por el país, "la situación no es satisfactoria" y "el número de destinos" bajó fuertemente, agregó el organismo, que reiteró su deseo de que Suiza vuelva al programa.

El programa presenta muchas ventajas para sus miembros, ya que simplifica los trámites administrativos, facilita a los estudiantes que se les reconozca el año que han pasado en el extranjero y que el centro que recibe los alumnos se haga cargo de los costos de la escolaridad.

En las universidades británicas, estos costos son mucho más elevados que en la mayor parte de los otros países europeos y llegan a las 9.000 libras por año (11.000 euros, 12.200 dólares).

De todas formas, "ya nos las arreglábamos sin los británicos", que son más reticentes a la hora de irse al extranjero, matizó David Mataix, responsable de relaciones internacionales en Iscom, una escuela francesa de comunicación y publicidad.

Ese centro privilegia los intercambios con países escandinavos, bálticos y de Europa del este, donde muchas universidades de calidad ofrecen cursos en inglés y tienen "un costo de vida mucho más bajo que en Inglaterra".

Más allá de los encuentros perdidos en Belfast, Théo lamenta que a parte del Erasmus, no hay ningún proyecto positivo que congregue a los europeos.

Para Théo, los países del bloque se reúnen sobre todo en torno a "temas que generan miedo: los migrantes, la seguridad, los conflictos en las puertas de Europa".

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