Expertos hablan en Roma del legado oculto de los sefardíes

  • El año 1492 dejó algunos de los más grandes acontecimientos históricos de la humanidad pero en el caso de los judíos sefardíes supuso el inicio de una tragedia que con el tiempo se convirtió en enriquecimiento, sobre todo, para el Imperio otomano donde se refugiaron.

Roma, 5 nov.- El año 1492 dejó algunos de los más grandes acontecimientos históricos de la humanidad pero en el caso de los judíos sefardíes supuso el inicio de una tragedia que con el tiempo se convirtió en enriquecimiento, sobre todo, para el Imperio otomano donde se refugiaron.

Así lo expusieron hoy un grupo de expertos en una mesa redonda celebrada en Roma por el Instituto Cervantes y el Centro de Cultura Judío en Roma.

En muchos libros de historia se estudia cómo el 31 de marzo de 1492 Isabel de Castilla y Fernando de Aragón firmaron el decreto de expulsión de los judíos de sus reinos presionados por la Inquisición, por Tomás de Torquemada, primer inquisidor general de Castilla y Aragón, según Myriam Silvera, profesora de Historia hebrea en la Universidad de Tor Vergata de Roma.

Sin embargo, no está tan documentada la suerte que corrieron los sefardíes y la influencia y riqueza que aportaron en sus nuevos países de acogida.

Según Giacomo Saban, profesor y experto en cultura judía en Estambul, los otomanos favorecieron el establecimiento de los judíos españoles en su Imperio y "hasta se habló de un sultán que mando sus naves para recogerlos".

Los judíos, que hablaban castellano puesto que la mayoría procedían de Castilla, se vieron inmersos en un mundo con lenguas diversas, pero fundaron grupos y crearon sinagogas que llamaron "De Castilla", "De Toledo", "De Sevilla".

El profesor calificó a los sefarditas (Sefarad significa España en hebreo) de un pueblo de alto nivel que introdujeron la tipografía y potenciaron los progresos técnicos.

Los sefardíes también recalaron en otros países mediterráneos, especialmente en los del norte de África y en Italia, en Holanda y en Portugal.

En este último reino recalaron unos 50.000 sefardíes, que "bautizados en pie" en la plaza del Rocío en 1497, pudieron practicar su fe en privado con tranquilidad hasta el 1520, año en el que Portugal pidió a Roma la reinstauración de la Inquisición, que se produjo en 1536.

"Estamos hablando por tanto no de una fecha concreta sino de un siglo entero de historia compleja, de olas migratorias, que afectaron a la cultura judía y a los países que jugaron un papel en ella", explicó Myriam Silvera.

Diferentes olas migratorias, diversos exilio de una cultura propia, la judía, mezclada con la de la España de entonces y con la de sus países de acogida.

La leyenda dice que 600.000 sefardíes tuvieron que huir, la misma cantidad de judíos que se dice que comenzaron el éxodo de Egipto hacia Israel junto a Moisés.

"Demuestra la importancia para nosotros de uno y otro evento. Los dos hablan de exilio, aunque con significados muy distintos, puesto que uno fue voluntario y el otro forzado", recordó Silvera.

La historiadora aclaró que esta es una cifra simbólica y que, en la actualidad, el cálculo real de personas expulsadas se sitúa en los 170.000.

Algo que afecta a la cantidad pero no al impacto que sobre la comunidad judía supuso esta diáspora, que hizo que buena parte de los teóricos judíos reaccionaran con una renovación de la esperanza de la llegada del mesías, a modo de respuesta a la catástrofe.

Una tragedia a la que no fue inmune España, que perdió buena parte de una de sus poblaciones más productivas, en especial en el Levante y a la que los sefardíes de hoy miran con nostalgia.

Así lo dice el poema de Jorge Luis Borges "La llave en Salónica": "Libres ahora de esperanza y miedo/miran la llave al declinar el día/en el bronce hay ayeres, lejanía/cansado brillo y sufrimiento quedo".

Tras la conferencia, la cantante Evelina Megnani entonó varias canciones sefarditas que fueron coreadas por muchos de los presentes de origen sefardí.

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