La lluvia no apaga la pasión católica de Filipinas en el último evento papal

  • La constante lluvia no consiguió apagar la pasión católica de los millones de filipinos que acudieron a la misa oficiada por el papa Francisco en el centro de Manila, el último y más multitudinario acto del pontífice durante su visita a Filipinas.

Helen Cook

Manila, 18 ene.- La constante lluvia no consiguió apagar la pasión católica de los millones de filipinos que acudieron a la misa oficiada por el papa Francisco en el centro de Manila, el último y más multitudinario acto del pontífice durante su visita a Filipinas.

Desde ayer, cientos de miles de personas ya esperaban en los alrededores del parque Rizal, donde se celebró el evento, y pasaron una noche de temperaturas por debajo de los 20 grados a las que no están acostumbrados los filipinos.

Poco antes de la ceremonia, tanto el parque como las calles aledañas estaban repletas de personas ataviadas con chubasqueros, muchos de ellos del color amarillo de la bandera del Vaticano, que esperaron pacientemente durante horas bajo el agua que cayó durante gran parte de la jornada.

El recinto, conocido popularmente como "Luneta", también contó con la presencia de 25.000 policías, desplegados en la zona para registrar a los asistentes y tratar de evitar avalanchas, uno de los grandes temores que tenían de las autoridades de Manila ante la ceremonia.

A su llegada, el papa fue recibido por una masa de fieles entusiasmados que agitaban banderas filipinas, del Vaticano, figuras del Santo Niño, o cualquier prenda que tuvieran a mano para captar su atención, con la esperanza de que les dedicara una rápida mirada.

La música y los gritos constantes de los asistentes dieron un ambiente festivo a la llegada del papa, mientras que en las calles colindantes al parque Rizal cientos de miles de personas seguían intentando acceder al recinto.

Antes de subir al escenario, el pontífice se desplazó entre los asistentes en un flamante papamóvil de diseño filipino, similar al tradicional "jeepney", un particular vehículo colorido utilizado en el transporte público que se ha convertido a lo largo de los años en una seña de identidad del país.

En consonancia con el carácter de improvisación que ha caracterizado la visita del papa a Filipinas, la misa, prevista para las 15.30 hora local (07.30 GMT), comenzó 20 minutos antes de lo previsto.

Un coro de mil miembros y una orquesta de 120 músicos amenizaron la ceremonia, que se extendió durante dos horas en las que se utilizaron varios idiomas regionales de Filipinas con el objetivo de reflejar la diversidad de la cultura del país.

La misa acabó con unas sentidas palabras pronunciadas por dos destacados representantes de la Iglesia católica de Filipinas.

"Tu eres nuestro sol", dijo al santo padre el arzobispo de Lingayen-Dagupan, Socrates Villegas. "No sentimos la lluvia", agregó.

El arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle, por su parte, dio gracias al Papa por la visita a Filipinas en varios idiomas, a lo que los asistentes reaccionaron con un fuerte aplauso.

Vestido con un chubasquero amarillo, un inusual atuendo con el que se ha visto al pontífice en repetidas ocasiones en los últimos dos días, el papa quiso desplazarse de nuevo entre los emocionados asistentes antes de abandonar el recinto.

Durante unos 15 minutos, el pontífice saludó a los presentes y cogió en brazos a varios niños, a los que besó en la frente.

En su camino de vuelta hacia la nunciatura, también le esperaban cientos de miles de filipinos que gritaban al paso del convoy papal pese a la lluvia que cae en Manila, que se encuentra en alerta 1 de un máximo de 4 por la cercanía de la tormenta tropical Mekkhala.

Por segundo día el santo padre ofició una misa bajo alerta por tormentas después de la que celebró ayer en Tacloban, a donde acudió para consolar a las víctimas del tifón Haiyan, que arrasó la ciudad en noviembre de 2013, y cuya visita tuvo que acortar cuatro horas debido al mal tiempo.

El papa, al que los filipinos han dado el cariñoso apodo de "Lolo Kiko" (Abuelo Kiko), llegó el jueves al país con mayor número de católicos de Asia y tiene previsto partir mañana hacia Roma.

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