Miss Tierra Ecuador, una apasionada de la cultura asiática que habla chino

  • La ecuatoriana Olga Alva, candidata al cetro de Miss Tierra 2011, está encantada en Filipinas porque le apasiona la cultura asiática y vivió un año en China estudiando el idioma mandarín.

Manila, 2 dic.- La ecuatoriana Olga Alva, candidata al cetro de Miss Tierra 2011, está encantada en Filipinas porque le apasiona la cultura asiática y vivió un año en China estudiando el idioma mandarín.

"Fui a China a estudiar y a ayudar a mis padres, que buscaban abrir negocios allí. Cuando vuelvo me cuesta un poco hablar, pero al segundo mes comienzo a coger la práctica del idioma. Es muy diferente, pero muy interesante", declara a Efe la modelo.

La beldad de 22 años, originaria de Guayaquil, aspira a que su facilidad para los idiomas le ayude a convertirse en "portavoz de Ecuador" si se alza con el título de este certamen de belleza con trasfondo ecológico que se decide el sábado en Manila.

Licenciada en Negocios Internacionales, Alva había decidido abandonar los concursos de belleza tras quedar segunda en Miss Hispanoamérica, pero le convenció que Miss Tierra "es diferente al incluir también un trabajo medioambiental".

"Celebrando los bosques para la gente" es el lema de esta edición de Miss Tierra, creado por la empresa filipina Carousel para concienciar a la población mundial sobre la ecología y los efectos del cambio climático.

La ecuatoriana, de brillante melena azabache, se ha convertido en portavoz de un movimiento que busca preservar la valiosa reserva forestal del Yasuni, en Ecuador.

"Hemos pedido fondos a Europa y Estados Unidos para que nos ayuden porque varias empresas quieren extraer petróleo del subsuelo de la reserva", recalca Alva.

También ha participado en una campaña para limpiar los manglares de su país, recogiendo la basura con un grupo de voluntarios y ofreciendo charlas a los lugareños para educarles en el respeto de la naturaleza.

Acostumbrada a China, estar en Filipinas no presenta ninguna dificultad para ella, ni siquiera la nostalgia de su familia, ya que sus padres llegaron hace unos días para acompañarla en la fase final del concurso.

"Muchas dicen que no se habitúan a la comida, pero como yo viví en China, no tengo problema, allí es mucho más drástico el cambio", asegura la ecuatoriana.

La edición de este año estaba programada en Tailandia, pero las inundaciones ocurridas en ese país obligaron a trasladar el certamen a Filipinas.

La ganadora recibirá joyas valoradas en 25.000 dólares y se convertirá en la portavoz de la Fundación Miss Tierra así como de otras organizaciones ecologistas.

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