Nieve, frío y controles complican la ruta a miles de refugiados en los Balcanes

  • La nieve, las temperaturas gélidas y controles fronterizos cada vez más exhaustivos dificultan aún más el periplo de miles de migrantes y refugiados que, como el paquistaní Arman Butt, se dirigen hacia el norte de Europa.

En la frontera entre Eslovenia y Austria, Armand, de 30 años, está viendo la nieve por primera vez, con los pies congelados en sus zapatillas de tela. Camina junto a otro medio centenar de hombres entre los puestos fronterizos de los dos países, unos 500 metros de suelo cubierto de una fina capa blanca.

Aunque no está seguro, cree que viene "de Lahore (este de Pakistán)", de donde salió el 20 de septiembre, aunque más concretamente, lo hace de la frontera austriaca, donde fue rechazado hace varias horas y a la que se dirige de vuelta.

Los miembros de protección civil y militares eslovenos acompañan a los caminantes hacia el puesto de Spielfeld (Austria). Sus días pasan al ritmo de los trenes que traen a los migrantes de Croacia, unas 900 personas al día.

Más tarde, en otro grupo de hombres llegados al puesto esloveno de Sentilj, un marroquí y un argelino explican a la AFP que han sido rechazados "tres veces" en un caso y "cinco veces" en otro, en los días precedentes.

Durante la última semana de diciembre, la policía regional de Carintia, otra región fronteriza con Eslovenia más al oeste, dijo haber rechazado a "varios centenares" de migrantes sospechosos de haber dado una nacionalidad falsa.

El martes, el ministro esloveno de Interior cifró en 956 los migrantes rechazados por Austria por esa razón desde el 26 de diciembre, añadiendo que desde entonces, no obstante, "la mayoría habían entrado finalmente en Austria, tras un nuevo procedimiento de registro y verificaciones suplementarias".

Tras un flujo migratorio excepcional en 2015, varios países europeos han endurecido las condiciones de acceso a su territorio, en especial, reforzando los controles en las fronteras. Alemania y Austria restablecieron esos controles a mediados de septiembre.

En Suecia, el lunes entraron en vigor nuevas medidas que restringen la entrada de migrantes sin papeles, y Dinamarca respondió reforzando su frontera con Alemania.

Arman Butt explica que se marchó de Pakistán convencido de que "Europa había abierto sus fronteras".

"Para nosotros no es posible volver atrás: hemos gastado demasiado dinero para llegar aquí", explica, recordando que el viaje le ha costado 7.000 dólares.

Desde mediados de noviembre, a la salida de la ruta de los Balcanes donde se agolpan los migrantes llegados desde Turquía y que ya han transitado por Grecia, las autoridades macedonias dividen a los migrantes por nacionalidades y solo admiten a quienes vienen de zonas en conflicto, principalmente sirios, iraquíes y afganos.

En los últimos días, muchos de los que llegan al campo de tránsito de Gevgelija, cerca de la frontera con Grecia, están "enfermos, especialmente los niños", por las temperaturas glaciales en los Balcanes y Europa central en los primeros días del año, según Lence Zdravkin, miembro de una organización humanitaria.

Zdravkin ha notado que "cada vez más personas llegan sin dinero, sin posibilidad de continuar su viaje, en ocasiones, desvalijadas o timadas por los traficantes.

Llegan "empapados, con resfriados, los zapatos mojados, los niños con tos y fiebre", explica Jasmin Rexhepi, de la ONG macedonia Legis.

"La caída de las temperaturas y la nieve complican los desplazamientos" señala Dafina Aliji, voluntaria de otra ONG local, pero eso no detiene a los emigrantes. Más de un millón encontraron refugio en Europa en 2015.

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