La última guardia de Teresa Fernández

Tragedias y satisfacciones de 26 años en el Samur: "El 11-M nos dejó una marca"

Teresa Fernández se jubila tras 28 años en el Samur
Teresa Fernández se jubila tras 28 años en el Samur
Cedida

Hace 26 años que Teresa Fernández empezó a trabajar en el Samur. Empezó en el antiguo mercado de frutas y verduras de Legazpi, donde el servicio de urgencia del Ayuntamiento de Madrid tuvo su primera sede en 1994, cuando tan solo llevaba tres años en marcha. Sabía que se jubilaría allí. Y así ha sido. Esta mujer, que desde niña tenía claro que quería ser médico, acaba de cumplir los 65 años y la de anoche fue su última guardia. Ahora empieza una nueva etapa de su vida con ilusión y "miedo", dejando atrás muchos compañeros que con el paso de los años han acabado siendo amigos y viviendo situaciones dramáticas y satisfactorias. 'Teté', como la llaman los que la conocen, cree que los que vendrán después serán los que hablen de lo que ha significado el coronavirus. Ella tiene claro que no son héroes. Lo que sí destaca, con conocimiento de causa, es la "muesca que nos dejó el 11-M a todos los servicios de emergencia". Horas antes de colgar el uniforme repasa con La Información esos momentos que hacen inolvidable su trabajo

Teresa tiene claro que el mejor aviso es el de un parto. "Asistir a una madre embarazada con un niño que viene sin complicaciones da mucha alegría". No olvida el día que recogieron a una embarazada pensando que llegaban al hospital a tiempo "y tuvimos que parar porque su cuarto hijo estaba a punto de nacer... lo hizo en la ambulancia y estupendamente". Otro día inolvidable fue el que acudieron "a una llamada que alertaba del nacimiento de un bebé en un portal y había un montón de mujeres arremolinadas alrededor de la madre... tuvimos que seguir el cordón umbilical para saber cuál era la madre". 

También es "gratificante cuando una persona que ha tenido una parada cardíaca o una arritmia grave y se le desfibrila recupera la conciencia y después nos enteramos que no ha tenido ninguna secuela y ha podido seguir con su vida normal". Destaca también como vivencia gratificante cuando reciben un 'código infarto' y desde que recogen al paciente hasta que está de nuevo en su casa perfectamente pasan solo tres días. Teresa ha visto también como, según pasaban los años, los avisos por ictus han ido mejorando en su asistencia, evitando "secuelas en los enfermos en muchos casos".

Y no quiere acabar de pensar en cosas buenas sin mencionar los "trasplantes a corazón parado que han salvado muchas vidas". En algunos casos el paciente era famoso, pero Teresa prefiere reservarse el nombre. Y, aunque por sus manos han pasado miles de pacientes, no olvida el hombre al que atendieron por un infarto y una vez le dieron el alta decidió irse al teatro con su mujer... "se mareó y cuando llamaron al Samur volvimos a ser nosotros los que le atendimos". 

Esta madrileña licenciada en la Universidad Complutense de Madrid ha recorrido las calles de la ciudad infinidad de veces y lo primero en lo que piensa al revivir las situaciones más dramáticas a lo largo de su carrera es en la llamaba que les alertó del último atentado de ETA en el barrio de Aluche, donde falleció un policía nacional, y, por supuesto, en "la gran muesca que nos dejó el 11-M a todos los servicios de emergencia que actuamos en aquel momento". En su lista negra también está el accidente de Spanair, donde 154 personas perdieron la vida en el aeropuerto de Barajas. Deja para "las personas más jóvenes que yo" que coloquen en la lista de mayores tragedias lo que está haciendo la crisis del coronavirus, que en España ha dejado ya más de 27.000 muertes, "y en la que ahora mismo estamos inmersos". 

Lo que tiene claro es que "no somos héroes" sino "personas comprometidas con nuestro trabajo y nuestra profesión, a la que no se nos ha dado el valor ni los medios que merecíamos". Teresa espera que después de esta pandemia "sea la ocasión para que las autoridades se den cuenta que no se puede recortar en personal sanitario ni en investigación". Lamenta que llegado el momento no se disponga de la fabricación propia necesaria de "mascarillas, trajes EPI"... Cree que todo este panorama necesitará un análisis posterior "de la relación que hay entre el número de médicos y de habitantes -somos uno de los países con menos de Europa-". 

Ahora podrá recuperar esas horas de sueño que roban las guardias, sobre todo en fin de semana y desde la primavera, al tratarse de un servicio que acude a las llamadas de socorro de los ciudadanos en la vía pública y locales públicos. Entre sus servicios más violentos, "las reyertas, las heridas por arma blanca que con el paso del tiempo se convirtieron en heridas por arma de fuego". Durante los años 90 recuerda que se vivieron muchas víctimas por droga "sobre todo heroína" que ahora desciende y en su lugar aumentan "las drogas de diseño".

Teresa, que asegura que "no ha llorado mucho" a lo largo de su carrera,  empieza hoy una nueva etapa a la que se acerca con cierto vértigo. Aclara que hace unos días una amiga suya le dijo que "sabes que es la última de tu vida porque cuando vas al colegio después viene la universidad y luego el trabajo pero ahora...". Asegura que la empieza "con ilusión e interés por hacer cosas que no has podido antes, pero con el temor de si echarás de menos el trabajo que ha sido una parte tan importante de tu vida a lo largo de los años". A los nuevos que lleguen les envía el consejo de que "les tiene que gustar mucho su profesión. Este trabajo hay que hacerlo con vocación y si la tienen me imagino que trabajarán bien y lo pasarán tan bien como yo y se podrán jubilar con satisfacción". A los que deja y los que lleguen les manda aplausos al igual que a todos los españoles "que están aguantando el confinamiento en sus casas". Hoy Teresa ya es una de ellos. 

Mostrar comentarios