Florio Omar Clok, el uruguayo sin tiempo

Florio Omar Clok no sabe decir los kilómetros que ha corrido en su vida ni los pares de zapatillas que se ha gastado en las carreteras y las pistas de medio mundo, pero sí puede hablar con orgullo de todos los amigos que ha cosechado desde que el bichito de las carreras le picó, a la edad tardía de 34 años.

Amigos que una vez en la pista son competidores feroces, y cuando llegan a la meta, extenuados y jadeantes, se abrazan y felicitan de haber ganado otro reto a la vida y a los años.

Clok fue uno de los seis atletas invitados a la carrera de 800 metros categoría Masters (mayores de 50 años), corrida este sábado como exhibición en el Mundial de atletismo en pista cubierta en Portland, Estados Unidos.

Aunque llegó último, salió de la pista con un sonrisa de oreja a oreja por el aplauso cerrado que le regaló el público en el Convention Center de Portland.

"No hice mi mejor marca. Me sentí estresado", dijo a la AFP, único medio que recogió sus declaraciones.

Mientras toda la prensa esperaba impaciente en la zona mixta a que llegue la venezolana Yulimar Rojas, campeona del triple salto, Clok se siente agradecido de que un periodista le detenga para hacerle unas preguntas.

"Tantas horas cerrado en la habitación del hotel, sin hablar con nadie, no me beneficiaron. Lo hice para mantenerme concentrado, pero quizá hubiera sido mejor haberse ido al boliche con los amigos", confesó el carpintero de Piriápolis, de 56 años de edad.

Con un nombre que parece tomado de una novela de García Márquez, y un físico ajeno a la imagen de un atleta -flaco, carnes magras y prietas de tanto sol que ha agarrado por esos caminos de Dios, y sonrisa eterna en su rostro de buen tipo sin remedio-, Florio Clok hace honor a eso de ser un "viejo conocido" en el circuito Másters de la IAAF.

Ha participado en tantos maratones, carreras de 10 kms, de 5000, 3000, 1500 y 800 m que ya perdió la cuenta, y en su casa, los trofeos se empujan unos a otros en busca de espacio.

"Un día vi una convocatoria para correr 10 kms y me apunté. Para no perder el dinero del pasaje me dije que debía entrenarme, y así fue. No hice buen tiempo, pero llegué a la meta", recordó.

Si Carlos Gardel dijo que 20 años no son nada, para Clok sí son algo más que trofeos. Su historial en las pistas y calles es extenso, y casi desconocido para la gran mayoría de sus connacionales.

Baste decir que tiene los récords nacionales de varias distancias en su categoría de edad (55-59). Ha ganado tantas veces en su categoría la Corrida San Fernando en su país, que ya ni se acuerda del número. Ostenta también el récord nacional de mayores de 50 años en 800 metros con 2:13.24 desde diciembre de 2008.

Pero como de correr no sólo vive el hombre, Florio Clok tiene que buscarse el asado y los chorizos en su oficio de carpintero, el que aprendió a los 15 años, o en tareas de construcción.

Un trabajo agotador de 6 am a 3 pm, y después a entrenarse o a entrenar muchachos, a lo que más que técnica, inculca el amor a las carreras.

Ha sido uno de los descubridores y promotores del también piriapolense Santiago Casco, uno de los mejores atleta del medio fondo uruguayo.

Un tipo extraño este Florio. De los pocos en el mundo que aún creen eso de "mente sana en cuerpo sano". Mientras él tiene que costearse todos los gastos para llegar a sus carreras -para Portland pidió dinero prestado a su hermana- algunos de los llamados "atletas de élite" se lo ganan fácil metiendo drogas en su organismo, y acaparando titulares y prensa.

Por eso puede hablar sin temor de cada músculo o hueso que le duele cuando termina una carrera. Y de recuperarse a base de baños de agua tibia y fría, masajes y pomadas. Nada sofisticado porque al contrario de muchos de sus contrincantes, Florio Clok no tiene patrocinadores privados.

"A los 56 años cuesta más recuperarse, pero correr para mí es más que un reto. Una necesidad de sentirme libre. Cuando corro, mi mente vuela", asegura Clok en su hablar pausado.

Y su mente voló libre este sábado. No llegó primero, el tiempo no fue bueno, pero para Florio Omar Clok el reloj es un complemento y no una imposición.

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