Del 1 al 11, la vuelta a los viejos tiempos

  • La selección brasileña, a falta de fútbol y goles, dejó en el partido ante Venezuela un detalle formal con la vuelta al antiguo orden de la numeración de los futbolistas y alineó, con intención o por causalidad, un equipo con dorsales consecutivos del 1 al 11, como en los viejos tiempos.

Alfonso Gil

Buenos Aires, 4 jul.- La selección brasileña, a falta de fútbol y goles, dejó en el partido ante Venezuela un detalle formal con la vuelta al antiguo orden de la numeración de los futbolistas y alineó, con intención o por causalidad, un equipo con dorsales consecutivos del 1 al 11, como en los viejos tiempos.

En lo fundamental, Brasil no funcionó y Neymar, Ganso o Robinho no vieron puerta, pero en lo anecdótico, el equipo volvió a la formalidad del fútbol de hace más de dos décadas, momento en el que los jugadores empezaron a lucir un dorsal fijo durante toda la temporada, que impedía esta ordenación convencional.

Hoy, en muchas de las grandes ligas mundiales, es posible ver el 42 y el 57 en la camiseta de cualquier jugador o al menos cualquier dorsal hasta el 25, con elecciones de números condicionadas por cuestiones jerárquicas entre los futbolistas, pero también por las cábalas y las supersticiones.

El paisaje numérico de Brasil ante Venezuela, que destilaba armonía, se vio acompañado, además, por la colocación de los jugadores en las posiciones tradicionalmente asociadas a sus números: el 9 jugaba de 9 y el 7 lo hacía de 7.

Poco tiene que ver esta ordenación con la revolución de los números vivida en los últimos años en todo el Mundo, especialmente en Europa, donde Ronaldinho no sentía vergüenza por llevar el 80 y Ronaldo suplía la imposibilidad de lucir el 9 con un 99, a la vez que al portero griego Nikopolidis no le ruborizaba lucir un 71 que chirriaba.

John Terry y Nicolás Anelka han usado el 26 y el 39 en el Chelsea, al italiano Cristian Vieri le gustaba el 32 y el 99 que llevó ocasionalmente Ronaldo también convenció al meta portugués Victor Bahía. El precedente de Johann Cruyff con el 14 en los años setenta se había generalizado.

Sin embargo, ante Venezuela, Brasil formó en su equipo inicial con los jugadores numerados de forma correlativa del 1 al 11, lo que hace pensar en que el técnico, Mano Menezes, tenía prevista la alineación del primer partido desde antes de repartir los dorsales. De otra forma, es casi imposible acertar.

Además, no fue tan sólo una cuestión de numeración, sino que cada jugador lleva el dorsal que tradicionalmente se asocia a una determinada posición y así se mantuvo en el partido contra Venezuela hasta que en la segunda parte Robinho fue sustituido por Fred.

Así, el 11 de Neymar, el 7 de Robinho, el 3 de Lucio o el 2 de Alves se ajustaban a sus posiciones en el campo, en un tiempo en el que los números que llevan los jugadores son elegidos por ellos, aunque en muchas ocasiones hay criterios comerciales y publicitarios que condicionan las asignaciones.

Este mundo tiene todo tipo de matices, algunos casi logarítmicos, con experiencias como la de la selección argentina que numeró a los jugadores del equipo campeón de 1978 por orden alfabético con Beto Alonso con el 1, Osvaldo Ardiles con el 2 y el portero Ubaldo Fillol con el 5. A Mario Kempes le tocó el 10 por casualidad.

Al chileno Iván Zamorano, cuando perdió el 9 en el Inter de Milán en beneficio de Ronaldo, se le ocurrió una idea para no perder el dorsal. Pidió el 18 y puso un pequeño signo más entre ambas cifras para no perder el número que más le gustaba.

Pese al amplio abanico de números en el fútbol actual, alguno de los valores del viejo orden se mantienen, tal y como ocurre con el 10 de Pelé, Diego Maradona o Leo Messi, dorsal que parece ir destinado al jugador de más jerarquía de cada equipo.

En esta Copa América lo lucen entre otros y además de Messi, el brasileño Ganso o el uruguayo Diego Forlán, pero también el capitán de Ecuador, Walter Ayoví, a pesar de que juega como lateral izquierdo.

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