Dicen los que saben que en fútbol es tan importante marcar goles, como no encajarlos como saber adaptarse a las condiciones de juego. Tres premisas teóricas sencillas de recordar pero difíciles de llevar a cabo. El Levante cumplió con dos de las tres dirctrices, pero el Rubin Kazan, gracias a dos acciones puntuales, hizo efectivas las tres, acabando con el sueño del un Levante que vuelve a casa con la cabeza alta.
En cuanto ambos equipos salieron emparejados en el sorteo de dieciseisavos de final, ya se preveía una eliminatoria muy física, sin grandes detalles de calidad y de pocos goles. La intensidad, la fortaleza, la concentración y la suerte serían en última instancia los factores que marcarían la diferencia ante la escasa creatividad de ambos equipos.
Dos partidos poco vistosos
El partido de ida en el Ciudad de Valencia fue un fiel reflejo de lo que se esperaba. El Levante, apoyado en su afición, fue mejor, pero falló de cara a puerta. El Rubin hizo lo que pudo y llegó vivo al partido de vuelta.
En el Luzhniki (estadio que ceden el Spartak y el Torpedo de Moscú al Rubin en competiciones europeas) el partido de vuelta fue un calco al celebrado una semana antes en tierras españolas. La única diferencia es que fue el Rubin el que achuchó y obligó a Keylor Navas a trabajar a destajo.
Así, sin ocasiones dignas de mención, ni un juego que maravillase, ambos conjuntos se enzarzaron en una guerra física en el medio del campo hasta que llegó el final del encuentro. Se llevaban jugadas tres horas de fútbol y ningún equipo había marcado.
Un venezolano bien aclimatado a la nieve
El partido estaba tan frío como el ambiente, donde el mercurio indicaba temperaturas bajo cero. Parecía que ningún conjunto tenía ganas de arriesgar, pero tampoco de renunicar a macar goles. Pero en medio de esta nula capacidad ofensiva, apareció Rondón para congelar las esperanzas granotas. El venezolano no desprovechó un gran centro de Natcho para batir a Keylor Navas.
El Levante, agotado física y psicológicamente, exprimió sus últimas energías en ataque. Como si fuera una guerra de bolas de nieve, los de JIM cercaron el área rival, lanzando siempre que podían.
Empero, fue Dyadyun el que asestó el bolazo certero. En una contra, ganó la posición a Diop y se plantó solo ante Keylor Navas. Sin prisa pero sin pausa esperó a que el cancerbero se tirara para enviar el balón al fondo de las mallas y la ilsuión granota a un pozo sin fondo.
Eso sí, el Levante, debutante en Europa se va por la puerta grande. Ha llegado a octavos de final y ha quedado eliminado sin conocer la derrota durante los noventa minutos reglamentarios. Sólo un pequeño resbalón le ha costado el poder seguir soñando.
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