Valverde contra la nueva generación

  • el español Alejandro Valverde, un veterano de 34 años en el Tour de Francia, peleará un puesto de honor en la edición con una joven generación ascendente de ciclistas que no superan los 25 y que llaman a la puerta del relevo generacional.

Luis Miguel Pascual

Risoul (Francia), 19 jul.- el español Alejandro Valverde, un veterano de 34 años en el Tour de Francia, peleará un puesto de honor en la edición con una joven generación ascendente de ciclistas que no superan los 25 y que llaman a la puerta del relevo generacional.

Con el italiano Vincenzo Nibali inaccesible, el ciclista del Movistar logró hoy conservar por 16 segundos el segundo puesto de la general provisional con el francés Romain Bardet, con 32 con el también galo Thibaut Pinot y por 1.12 con el estadounidense Tejay van Garderen.

El murciano tendrá que poner sobre la mesa toda su experiencia y su clase para frenar el empaque de ciclistas que piden ya contar entre los mejores de la mejor carrera del mundo.

Bardet es el más joven de todos ellos, tiene 23 años y un prometedor futuro por delante, una personalidad rebosante de ganas de imponerse y un sentido táctico muy marcado.

Su forma algo desgarbada de correr, su pequeño tamaño ocultan a un ciclista de talento, quinto de la pasada Dauphiné y dotado de una gran ambición. Y de un liderazgo natural que le ha llevado ya a imponerse dentro del AG2R, pese a contar con hombres tan importantes como Jean-Christophe Peraud, sexto de la general

Pese a su juventud, disputa el Tour por segunda vez -el año pasado ya fue el mejor francés, decimoquinto- y quienes le conocen asegura que en el primer año ya se doctoró en la ronda gala. "Es una esponja, lo asimila todo con rapidez", señala su director deportivo en el AG2R, Vincent Lavenu.

En su entorno, pocos dudan de que aguantará la presión de pelear por los puestos de honor de un Tour de Francia. El bretón se mueve como un pez en el agua en el medio ciclista y su mirada escruta cada elemento, cada detalla, que usa en su propio beneficio.

Es un ciclista completo, sube bien y rueda bien contra el crono, aunque habrá que esperar para ver si su cuerpo aguanta las duras maratones que se esperan en los Pirineos.

Ese es, precisamente, el punto fuerte de Pinot, de 24 años, otro "niño prodigio" del ciclismo francés, que ya cuenta en su palmarés con un triunfo en el Tour, el que consiguió en 2012 en Porrentruy, sorprendiendo a todos los favoritos. Ese año fue décimo, el mejor francés.

Su perfil es el de un escalador nato, lo que le confiere armas temibles, pero también limitaciones. La contrarreloj es su principal laguna, al igual que los descensos, en los que se muestra excesivamente prudente.

Ha mejorado en los dos terrenos, afirman en el "FDJ.fr", pero sigue estando lejos de los mejores, una rémora que el ciclista del Franco Condado debe compensar cuando la carretera se pone cuesta arriba.

En ese terreno destila sus mejores esencias y es capaz de estar con los mejores. En La Planche des Belles Filles incluso logró limarle un poco de tiempo a Nibali.

Pinot no tiene la inteligencia táctica de Bardet y, a menudo, provoca cóleras en el coche de su equipo. "No escucha, de poco sirve decirle las cosas", se quejaba su director, Yvon Madiot, opinión que comparte Julien Pinot, su hermano y entrenador.

Tampoco tiene la fuerte personalidad de Bardet ni su capacidad de liderazgo, por lo que otro punto negro en este Tour es comprobar cómo soportará la presión, enorme para cualquier candidato al podium de París y mayor aún si representa al país anfitrión.

En 2013, tras haber sido décimo con 22 años en su debut, llegó con demasiadas espectativas y se diluyó. "Le pudo la presión", afirma Madiot, que constató cómo el ciclista ni siquiera pudo terminar la edición.

Van Garderen es el tercero en discordia, el más veterano de ellos, con 25 años. El de California es un ciclista completo, aunque prefiere luchar contra el crono a pelearse contra las montañas.

Desde la atalaya de sus 185 centímetros de altura, el jefe de filas del BMC recuerda escalando a otros gigantones, como Miguel Indurain. Sube a su ritmo, sin grandes cambios de velocidad, pero es capaz de imponer un tren importante.

Su inicio de Tour no fue perfecto, sufrió varias caídas y cedió tiempo, pero aborda la semana definitiva con sus posibilidades intactas.

Sobre todo porque en vísperas de la llegada a París tiene 54 kilómetros contra el crono que pueden compensar buena parte de sus lagunas en la montaña.

Ganador el año pasado de las Vueltas a California y a Colorado, el estadounidense ha dado este año el salto a Europa, desembarazado de la sombra del australiano Cadel Evans, que le restaba protagonismo en su equipo.

Fue segundo en la Vuelta a Omán y tercero en la de Cataluña, como tarjetas de presentación para un Tour de Francia donde aspira al menos a subir al podium.

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