Palestina busca su lugar en el mapa mundial del vino

Hace casi 20 años Nadim Khoury creó la primera fábrica de cerveza en Palestina y ahora, junto a su hijo Canaan, aspira a poner a la región en el mapa mundial del vino.

Aprovechando el éxito de la cervecería, los Khoury fundaron su empresa agrícola en 2013 en el pueblo montañoso de Taybeh, cuando Canaan volvía de Estados Unidos tras terminar sus estudios.

La familia Khoury, cristiana, es una de las pocas que produce vino palestino, igual que los hermanos salesianos del monasterio de Cremiso, cerca de Belén, a pesar de que en Cisjordania hay cerca de veinte variedades de uva.

Las uvas, cultivadas en terrazas, en colinas escarpadas o junto a la carretera, son uno de los principales productos agrícolas palestinos, por detrás de las olivas.

También se usan mucho en cocina, en forma de jugo o como postre, y las hojas de viña, rellenas de arroz o carne, ya son todo un clásico.

Los viñedos representan el 5% de las tierras cultivadas en Cisjordania y cada año se producen 50.00 toneladas de uva, según el ministerio palestino de Agricultura.

Pero los palestinos, musulmanes en un 98%, casi no producen vino aunque la viticultura no es desconocida en el territorio: Israel lo ocupa desde hace cerca de medio siglo y muchas colonias, ilegales desde del punto de vista del derecho internacional, fabrican vino.

Para la familia Khoury, de la comunidad cristiana que representa el 90% de la población de Taybeh (una de las más altas de Cisjordania) producir es también la voluntad de perpetuar la tradición milenaria de la vid en estas tierra.

"Desde los tiempos de Cristo la gente hace vino en Tierra Santa", dice Nadim Khoury, cuyo nombre en árabe hace referencia a un personaje tradicional, bebedor, que ya aparece en la poesía preislámtica.

"Mi abuela y mi abuelo ya pisaban la uva en su casa", recuerda la hija de Nadim, Madees.

De las barricas de roble de los Khoury, fabricadas en Francia e Italia, salen cada año entre 30 y 35.000 botellas de Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah, tanto de vino blanco como tinto.

Más al sur, cerca de Hebrón, considerada una de las ciudades más conservadoras de Cisjordania, los Khoury cultivan el zeini, una cepa local, que da un vino perfumado y un poco ácido, ideal para el calor o para acompañar un pollo a la parrilla.

Ahora quieren que el zeini sea reconocido como la primera cepa autóctona palestina. Pero exportar un vino con ese nombre en las botellas no es fácil. "Los acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, por ejemplo, hablan de 'Cisjordania' y no de 'Palestina'" explica Nadim.

"Si Dios quiere, antes de Navidad nuestro vino se venderá en Estados Unidos", espera, orgulloso de haber podido mantener finalmente el nombre de Palestina en la etiqueta, aunque detrás el nombre oficial sigue siendo "Taybeh, Cisjordania".

A causa de la falta de infraestructuras ha tenido que esperar dos años antes de recibir la autorización de exportar de la Autoridad Palestina.

Ghassan Cassis, que trabaja en sus viñedos familiares de la ciudad de Bir Zeit, cerca de Ramala, y vende sus uvas a los Khoury, no es muy optimista sobre el futuro de la viticultura palestina.

"Latrun, que era una ciudad palestina hasta 1967 y producía vino, ahora está en Israel y el vino que hacen se vende como vino israelí", dice este hombre formado en Australia.

Nadim Khoury también está preocupado por el futuro del monasterio de Cremiso, bajo presión por el muro de separación que está construyendo Israel, y teme que un día su empresa familiar se convierta en "la única fábrica artesanal de vino de Palestina".

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