Modernización de la industria agroalimentaria

La agricultura sostenible como 'apero' contra los estragos de DANAs y sequía

El cambio climático presenta nuevos retos para el sector agroalimentario, que intenta maximizar su eficiencia y producción para poder hacer frente a las pérdidas que causan los fenómenos meteorológicos extremos.

La agricultura sostenible para hacer frente a los estragos de DANAs y sequías
La agricultura sostenible para hacer frente a los estragos de DANAs y sequías
Europa Press

Los colectivos de agricultores españoles han comenzado a valorar las pérdidas causadas por la DANA que ha afectado a buena parte de la Península en la última semana. Las cosechas más afectadas han sido, por un lado, los tomates, que se encontraban en el momento para su recolección y que en municipios como el toledano Puebla de Montalbán no serán accesibles para su recogida con el equipamiento necesario hasta que el producto esté ya deteriorado. Los campos de vides y olivos de Navalcarnero o Villa del Prado han quedado también destrozados por el arrastre del agua, poco antes de cuando se esperaba empezar su cosecha.

El temporal ha llegado después de meses de sequía en los que los agricultores han estado sufriendo las consecuencias de las faltas de precipitaciones y las altas temperaturas, pero no ha ayudado a paliar sus daños. Al contrario, la sequedad del terreno de cultivo ha hecho aun más difícil que el agua se filtre en el suelo en algunas zonas, agravando los efectos del arrastre de las lluvias.

Los fenómenos meteorológicos extremos complican aun más los desafíos a los que se enfrenta hoy en día la industria agroalimentaria. El primer sector español se esfuerza por abastecer de alimentos a una población creciente y mantener la rentabilidad de los cultivos mientras los costes de producción suben. Para ello, los trabajadores del campo implementan soluciones tecnológicas innovadoras en sus procesos productivos, que ayudan a aumentar su eficiencia.

Innovaciones que combinan rentabilidad y sostenibilidad

Las décadas de ganadería y agricultura intensiva han desgastado el suelo dedicado a los cultivos, acelerando un proceso de desertificación que hace que cada vez haya menos superficie fértil para dedicar a la producción agroalimentaria. Frente a esto, el primer sector apuesta por la agricultura regenerativa, que se basa en prácticas que disminuyen el impacto sobre el suelo, permitiendo que este se recupere de los estragos causados por las explotaciones. Con una inversión no muy elevada, que se podrían permitir hasta los pequeños agricultores, se pueden evitar formas de laboreo agresivo, como las que incluyen el uso de pesticidas y abonos químicos. Además, mantener la salud del suelo ayuda a disminuir los efectos de fenómenos como inundaciones, al permitir una mayor filtración del agua en el terreno.

El aumento de costes en el sector energético ha causado que se preste más atención a los sistemas de suministro. El sector primario, que ha sido históricamente una de las industrias más contaminantes, se encuentra en un proceso de transición energética. Los agricultores han comenzado a producir de forma más habitual su propia energía, habilitando instalaciones eólicas, solares o de biomasa con las que no solo sostienen su producción, sino que el excedente puede venderse a otros trabajadores del campo. Con el apoyo institucional adecuado, estas iniciativas contribuyen no solo al bienestar del medio ambiente, también a la rentabilidad, reducción de costes y aumento de beneficios de la industria agroalimentaria.

La eficiencia hídrica, por otra parte, siempre ha sido una de las grandes preocupaciones de la agricultura ganadería española, la gran consumidora de este recurso en el país. Se han detectado serios problemas de desperdicio en el regado y traslado del agua, acentuadas ahora por el estado continuado de sequía y las restricciones a prácticas como el goteo en cultivos en consecuencia. Las complicaciones en la cadena de producción reducen la oferta de alimentos, elevando el nivel de precios además de acercarse al desabastecimiento, alertan desde la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas. Por eso, varias asociaciones de agricultores, especialmente las de las zonas del sur y levante del país, han abogado por la creación de un plan estatal que reestructure los sistemas de suministro de agua, poniendo más peso en las instalaciones de reutilización del agua. Una mayor inversión plantas de depuración de aguas residuales o desalación no solo aseguraría mayor disponibilidad para la producción de alimentos, sino que ayudaría a llenar las reservas para uso doméstico en situaciones de escasez.

Por último, las nuevas tecnologías se están utilizando también para modernizar el sector agrícola, lo que permite tener un mayor control sobre la cadena de producción y evitar costes innecesarios o desperdicios. Algunas de las prácticas de la llamada "agricultura 4.0" incluyen digitalizar los procesos de almacenamiento y gestión de datos, automatizar mediante la robótica las tareas más repetitivas o incluso conectar diferentes dispositivos, como las propias máquinas agrícolas o drones y sensores, para anticipar incidentes meteorológicos y reducir sus efectos. 

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