Cajas e inmobiliarias presionan al Gobierno para crear un banco malo de suelo

  • La agonía del ladrillo ha desempolvado la vieja reinvindación de agrupar todos los activos tóxicos en una sociedad, controlada por el Estado, que permita sacar del balance de las compañías los activos inmobiliarios más enfermos. Economía se opone a la idea, mientras los inmobiliarios presionan a Fomento para que escuche sus ideas.
Ruth Ugalde

Crear una especie de congelador, donde se metan los peores activos inmobiliarios, fundamentalmente suelos, y que sea adquirido por el Estado.

Es la propuesta que han vuelto a poner sobre la mesa las entidadades financieras y las inmobiliarias, que en las últimas semanas han desempolvado la propuesta de crear un banco malo con los principales lastres de sus negocios.

Éstos son fundamentalmente suelos, cuyo valor ha volado prácticamente por los aires y amenaza con no recuperarse en muchos años... e incluso en una década, en el caso de los terrenos todavía en desarrollo (carentes de cualquier tipo de calificación y licencia de obra).

Sin embargo, el Gobierno se muestra reticente a las peticiones del sector. Los primeros en oponerse son el Ministerio de Economía y el Banco de España, que abogan más por recapitalizar las entidades, como acaban de demostrar con el nuevo decreto de cajas.

Además, el Ejecutivo se cierra en banda a cualquier medida que pueda incrementar el déficit, como podría ocurrir si se crea un congelador de suelo. Y sólo acepta fórmulas donde cada entidad asuma sus responsabilidades, como la diseñada por La Caixa.

La entidad catalana se ha convertido en una especie de hólding con tres patas: CaixaBank, Fundación La Caixa y una sociedad de participaciones en la que se engloba su particular banco malo inmobiliario.

Pero el sector insiste en que debe crearse un congelar de suelos; y así se lo han transmitido al ministro de Fomento, José Blanco, los representantes del sector inmobiliario.

Desde que asumió las riendas de Vivienda, Blanco ha mantenido varios encuentros con representantes del sector para analizar qué medidas pueden tomarse para reactivar el sector. Una oportunidad que los empresarios han aprovechado para desempolvar su vieja demanda del banco malo.

Lejos de limitar la medida a sus propios activos, abogan por incluir también los de las cajas y por buscar fórmulas que permitan crear el congelador de suelo sin generar déficit. De hecho, sostienen que podría computarse contra deuda, una cuenta en la que España está 20 puntos por debajo de la media europea.

No obstante, quedan muchos puntos por definir, como las ecuaciones de canje, las valoraciones de esos activos, y las fases en que se irían inyectando al banco malo, entre otros puntos.


El problema del decreto

El frente reabierto con la creación de un banco malo choca con el decreto de recapitalización del sistema financiero que ultima el Ministerio de Economía. Éste exigirá a todas las entidades cumplir unos niveles de solvencia superiores al resto de Europa.

Los bancos deberán alcanzar un ratio de capital del 8%; y las cajas, del 9% o 10%. Para conseguirlo, muchas sociedades se verán obligadas a vender activos y conseguir nuevos socios que les inyecten el dinero (capital) necesario para alcanzar las nuevas exigencias de solvencia.

Aquellas que se demuestren incapaces, serán nacionalizadas, porque el Estado será quien les aporte el dinero, pero comprando parte de sus acciones. Por tanto, el Gobierno ya se estará haciendo por esta vía con las entidades financieras envenedadas por exceso de ladrillo. ¿Qué sentido tendría entonces crear también un banco malo inmobiliario?

"Si se hubiera crear el banco malo público, las cajas habrían saneado sus balances y no necesitarían entrar ahora en un proceso de reestructuración que puede terminar en su nacionalización. El problema es que el Banco de España defiende el modelo del decreto y no éste", señala un empresario inmobiliario.

En el sector reconocen que el decreto ha sido un jarro de agua fría, pero siguen insisitiendo en que es la única vía posible para reflotar el negocio, y van a seguir defendiéndola en sus conversaciones con el Ministerio de Fomento.

Por el momento, los número hablan por sí sólos. Los activos tóxicos de bancos y cajas superan los 127.000 millones de euros, el equivalente al 13% del PIB. Una dura factura para las arcas nacionales.

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