Campesinas hondureñas ven semilla de esperanza en el cacao con ayuda japonesa

  • El cacao, cuyo principal derivado, el chocolate, es conocido como la "bebida de los dioses", se ha convertido en una semilla de esperanza para mujeres campesinas en Jutiapa, en el Caribe de Honduras, que se ven beneficiadas por un proyecto auspiciado por Japón a través del Banco Mundial.

Germán Reyes

Jutiapa (Honduras), 15 sep.- El cacao, cuyo principal derivado, el chocolate, es conocido como la "bebida de los dioses", se ha convertido en una semilla de esperanza para mujeres campesinas en Jutiapa, en el Caribe de Honduras, que se ven beneficiadas por un proyecto auspiciado por Japón a través del Banco Mundial.

"Aquí estamos alegres con estas plantaciones, tenemos una ayuda que siempre vienen a darnos, escuelas de campo, nos alegramos porque necesitamos que nos hablen más de lo que hemos estado aprendiendo", dijo Mirna Meléndez al recibir en su pequeño cultivo de media hectárea al representante del Banco Mundial (BM) Giorgio Valentini.

Valentini conoció en Jutiapa, departamento de Atlántida, lo que hacen los campesinos, hombres y mujeres, beneficiados por el Fondo Japonés para el Desarrollo Social a través del Banco Mundial.

Meléndez, madre de cuatro hijos, que enviudó hace siete años, dijo a Efe que también ha recibido herramientas y que prepara otra media hectárea "para sembrar más cacao".

"Esto es una esperanza, esperamos seguir siempre adelante para sentirnos más orgullosas de lo que tenemos", añadió Meléndez, acompañada de Darling, de 20 años, una de sus cuatro hijos.

La sombra que necesita el cacao que cultiva Meléndez la proporcionan una plantación de plátano, cuyos frutos, que vende en la zona, le generan además un ingreso anual de unos 600 dólares, producto de tres cosechas de fruta.

Además, siembra yuca, lo que también contribuye a la seguridad alimentaria de la familia.

El cacao en grano que Meléndez cultiva en dos cortes al año se lo vende a la Fundación Hondureña de Investigación Agrícola (FHIA), lo que le genera globalmente unos 500 dólares.

Meléndez apuesta en su parcela por un cacao libre de químicos, con un abono orgánico que ella misma prepara con desechos del mismo fruto, revuelto con mástil del plátano y hojas de madreado, un árbol de uso múltiple en Centroamérica, entre otros elementos.

"Al cacao antes casi no le ponía sentido, porque nos decían que estaba muy barato, pero ahora, mirando que vale y se saca un provecho, pues uno le tiene más amor a lo que tiene", enfatizó Meléndez, mientras mostraba su plantación con frutos del grano aromático que también consumieron los mayas y los aztecas.

El objetivo del proyecto que financia Japón es aumentar el cultivo del cacao con pequeños productores y la reducción de los costes de producción con el desarrollo integrado de sistemas agroforestales en al menos 1.000 fincas.

Además, se impulsa el manejo y rehabilitación de plantaciones, la certificación orgánica y de comercio justos; la búsqueda de mercados estables locales e internacionales que garanticen precios atractivos a las familias beneficiadas, el desarrollo de capacidades técnicas, organizativas, visión empresarial y valor agregado a la producción.

El proyecto promueve el establecimiento de alianzas para mejorar la comercialización y el precio del cacao con productores campesinos e indígenas en el municipio de La Ceiba y Catacamas, en los departamentos de Atlántida (Caribe) y Olancho (oriente) en comunidades limítrofes a la reserva de la Biosfera del Río Plátano.

Según la oficina del BM en Tegucigalpa, también están siendo beneficiados productores en los departamentos caribeños de Colón y Gracias a Dios, este último limítrofe con Nicaragua.

Valentini conoció además al grupo de Damas Chocolateras de Jutiapa, a quienes les llevó la personalidad jurídica de su constitución, lo que fue celebrado con la degustación de chocolate caliente y bombones del mismo cacao orgánico que están produciendo.

"Ahora hacemos chocolate artesanal, no hacemos la pasta, pero es lo que estamos pensando con la ayuda del proyecto", dijo a Acan-Efe la vicepresidenta del grupo, Evita Urbina.

El grupo lo conforman 29 mujeres que son capacitadas para hacer chocolate, el que venden fomentando el consumo del aromático en un país donde el café es la bebida más popular, pero el cacao tiene mucho futuro, según expertos locales.

El proyecto de asistencia beneficia a 1.181 pequeños productores de los que el 62,2 % son mestizos, mientras que el resto indígenas de las etnias pech, misquitos y garífunas, descendientes de negros africanos.

La inversión global es de alrededor de 1,5 millones de dólares, de los que 947.350 son aportados por el Fondo Japonés para el Desarrollo Social y el resto por los beneficiarios.

Valentini elogió el trabajo de los hondureños con sus pequeños cultivos de cacao y dijo que la experiencia de ellos puede ser llevada por el Banco Mundial a otros países. ACAN-

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