El bodeguero que abronca a los políticos y jamás regala una botella de vino

  • El empresario protagoniza, desde hace una década, una pelea 'a lo Falcon Crest' con su familia por el control del imperio Eulen. 
Bodegas con 150 años, críticos y coleccionistas asisten a la cena que abre los actos del aniversiario de Vega-Sicilia
Bodegas con 150 años, críticos y coleccionistas asisten a la cena que abre los actos del aniversiario de Vega-Sicilia

Daría la impresión de que, como buen bilbaíno, es un tipo ‘echao p’alante’. Lo corroboran la bronca que ha propinado esta semana a los políticos y gobernantes españoles, a quienes ha llegado a calificar de “torpes”; la que propinó hace unos años a los doce miembros del exclusivo club Primum Familiae Vini (PFV), que reúne a las doce familias más influyentes y poderosas del panorama vitivinícola mundial, al calificar a esta asociación a la que pertenece junto a otro español, el catalán Miguel Torres, como “inoperante y meramente decorativo” o la guerra familiar que, junto a cuatro de sus hermanos inició en 2009, y que continúa, para enfrentarse a su padre, David Álvarez, ya fallecido en 2016, y a dos de sus hermanos por el control de Eulen, al más puro estilo ‘Falcon Crest’ entre los viñedos de la Ribera del Duero.

Pero quienes conocen a Pablo Álvarez Mezquíriz (Bilbao, 1954), Consejero Delegado de Tempos Vega Sicilia, hablan de una persona “tímida y discreta, que huye de los focos y la popularidad, que habla poco y en tono bajo, pero tiene las cosa claras”. Un hombre que además, es “audaz y agresivo en los negocios, respetuoso con las tradiciones, pero siempre atento a las innovaciones, además de perseverante, y cuando cree que tiene que decir algo lo dice… A quién sea”. Y bien que lo ha demostrado esta semana con su, al menos peculiar, documento de presentación de cuentas del ejercicio 2018 ante el Registro Mercantil, en el que se ha despachado a gusto con los políticos españoles y ha plasmado su peculiar versión de la economía nacional (y mundial) y del futuro que nos espera.

Sea como fuere, Pablo Álvarez ha situado a Vega Sicilia en el exclusivo mundo de las marcas de lujo y la ha convertido en la única firma española en este selecto club al lado de nombres míticos como Ferrari, Hermés o Dior. La compañía, de la que Pablo Álvarez es Consejero Delegado, ha ganado en 2018 un 40% más que en 2017, pasando de 17,34 a 24,6 millones de beneficios, con unas ventas totales de 37,59 millones de euros y un total de 363.819 botellas de vino despachadas. El grupo Tempos Vega Sicilia, que engloba además de la casa madre de Bodegas Vega Sicilia -donde elabora sus míticos Valbuena, Vega Sicilia Único y Único Especial Reserva, a Bodegas Alión (Ribera del Duero), Pintia (Toro), Macán (en La Rioja y al 50% con otra de las doce familias del PFV, los Rothschild) y Tokaj Oremus en Hungría- va viento en popa, y eso que como el mismo Pablo Álvarez, licenciado en Derecho, reconoce, cuando su padre le puso al frente de Vega Sicilia en 1985, tres años después de haber comprado la mítica firma en 1982 al grupo suizo Neumann, “no tenía ni idea de vino”.

Pero se enamoró de la bodega y ese carácter perseverante del que antes hablábamos le hizo dedicarse en cuerpo y alma al mundo del vino, dejar la moqueta madrileña por el suelo pedregoso de la mítica bodega situada entre las localidades vallisoletanas de Valbuena de Duero y Quintanilla de Onésimo y situar, al cabo de los años, a los vinos de Vega Sicilia en el olimpo de los grandes vinos del mundo. Su receta, “respeto por la tierra, por la uva que nos da el terruño y las cepas”, pero a la vez impregnar a Vega Sicilia de un toque de modernidad e innovación, a la vez que haber sabido mantener el carácter exclusivo, de lujo y con cierto aura misterio de sus caldos. Y huir de la producción masiva, aunque en broma asegura que cada día le sobrevuela por la cabeza la idea de lanzarse a la producción masiva, pero la desecha inmediatamente. Por eso el Vega Sicilia es como es. Único, exclusivo y diferente, hasta el punto de que alguien lo definió como el Rolex de los vinos.

Pablo Álvarez reconoce que desde que su padre le puso al frente de la bodega solo ha trabajado en el mundo del vino, hasta el punto de que en su tarjeta de visita ya no debe de poner abogado. La toga está colgada desde hace tiempo. Un trabajo y una pasión en las que demostró hace ya más de veinte años, entonces nadie hablaba de agricultura ecológica, ese punto de audacia al eliminar de sus viñas, alguna de ellas de más de 100 años, toda serie de productos químicos y fertilizantes.

El Consejero delegado de Tempos Vega Sicila rechaza el marketing, “muchas veces solo cuenta mentiras sobre los vinos”, asegura, y jamás hace publicidad. Ni falta que le hace porque sus añadas siempre están vendidas antes de salir al mercado. E incluso hay lista de espera, de varios años, para ser uno de los 4.500 afortunados en el mundo, un 80% particulares y un 20% tiendas y restaurantes, que reciben cada año su cupo de botellas. Sin embargo, seguro que vio con agrado cómo en enero de 2017 el futbolista del Barça, Lionel Messi, colgó en su cuenta de Instagram una imagen de la celebración del cumpleaños de su madre junto a dos botellas de Vega Sicilia. Una de 1960 y la otra de 1987, con un precio de 2.000 y 1.000 euros respectivamente. Poco después, el brasileño Neymar hizo lo mismo. O incluso, cuando ese mismo año recurrió al rey emérito, don Juan Carlos, para inaugurar su flamante nueva bodega de Macán en la Rioja. Una ayuda nunca viene mal para promocionar los vinos.

Viñedos de Vega Sicilia.
Viñedos de Vega Sicilia.

Se dice que la mayor cualidad de un Vega Sicilia es que envejece muy bien. No sabemos si Pablo Álvarez también envejece bien, aunque cuentan quienes le rodean que su calvicie le trae por la calle de la amargura y que se pasa medio año a régimen, pero ya ha anunciado que a los 70 años lo dejará. No se sabe aún si en manos de alguno de sus tres hijos (el mayor es ingeniero agrónomo) porque ya sabemos que Pablo Álvarez no se casa con nadie y únicamente pondrá la bodega en manos de sus vástagos si éstos demuestran que lo merecen. Entonces, cuando Pablo Álvarez deje la primera línea, él y sus hermanos deberán de tomar la decisión. Siempre ha comentado que Vega Sicilia no está en venta, pero la misma no se descarta. Ha declarado en varias ocasiones que “uno de los grandes problemas de las bodegas son las familias”. Bien lo sabe él. Y es que Pablo Álvarez es consciente de que sólo el 5% de las empresas familiares, y la suya pese a las divisiones lo es, sobreviven a la tercera generación.

El hombre al frente de la mítica bodega cuyos vinos están en las mesas de los mejores restaurantes del mundo, de financieros, políticos, estrellas del cine o famosos deportistas siempre ha hablado de “respeto”. Respeto al vino, a la tierra y al cliente. Por ello, no duda de dejar de hacer vino y no comercializarlo el año en el que la añada no tiene una calidad excelente, lo que sucede unas dos veces por década. El músculo financiero de Vega Sicilia le permite, sin duda, dejar de facturar 15 o 20 millones de euros cuando esto sucede, a la vez que permite a la casa fomentar el aura de calidad, lujo, exclusividad y misterio de sus vinos. Un aura de misterio y exclusividad que fomenta Pablo Álvarez porque Vega Sicilia es de las pocas bodegas españolas, quizás la única, cerrada a cal y canto al público y los visitantes.

Los Vega Sicilia son considerados vinos con alma. Y Pablo Álvarez demostró ser un hombre con alma de hierro cuando decidió enfrentarse, junto a cuatro de sus hermanos, a su padre y a dos de sus hermanos, protagonizando entre los viñedos de la Ribera del Duero una intrincada historia de rencillas, peleas y traiciones familiares dignas de la mítica serie televisiva ‘Falcon Crest’, que durante los años 80 copaba las sobremesas de los hogares españoles. Los Álvarez protagonizaron, y lo siguen haciendo, una historia que en cierta manera se asemeja a la ficción televisiva de Ángela y Richard Channing o Chase Gioberti. Pero la realidad siempre supera a la ficción.

Todo comenzó en 2009 cuando el patriarca y creador del imperio Eulen, viudo por aquel entonces, decidió casarse con su secretaria, 38 años más joven que él. Esto creó un cisma en la familia. Por un lado los llamados cinco hijos díscolos, Pablo, Emilio, Elvira, Marta y Juan Carlos, y por otro, el padre y sus otros dos hijos, David y María José. El asunto, que se dirime desde entonces en los tribunales y que no finalizó ni con la muerte de David Álvarez en 2016, acabó con el patriarca nombrando heredera a su hija María José, y blindándola al frente de Eulen, una multinacional de servicios que factura más de 1.500 millones al año y cuenta con 88.000 empleados por todo el mundo, y desheredando a sus cinco hijos rebeldes, que solo recibieron la legítima que les correspondía.

Actualmente, aún con acciones y propiedades cruzadas, los cinco hijos rebeldes, con pablo a la cabeza, se dedican a la gestión de las bodegas, a través de la sociedad El Enebro, de las Cárnicas Valles del Esla, de la suntuosa finca El Quexigal (Ávila), que fue incluso propiedad de Felipe II hace siglos, y de diversas propiedades inmobiliarias en varias Comunidades autónomas, Mientras, María José gestiona Eulen. Pero la partida, en casa de los Álvarez, no ha hecho más que comenzar.

Quizás sea la paciencia otra de las virtudes del carácter de Pablo Álvarez. Siempre ha dicho que el tiempo, la marca en la que engloba sus bodegas se denomina Tempos Vega Sicilia, es vital para los vinos. De ahí que haya huido de sacar a bolsa su empresa porque, asegura, el de bodeguero es un negocio a largo plazo y la bolsa quiere beneficios a corto plazo y rápidos.

Pablo Álvarez se crió en el corazón de la burguesía vasca, en el barrio de Neguri, por lo que estaba predestinado a relacionarse con financieros, industriales… Y, pese a la bronca de esta semana, con políticos. Su padre, David, nunca ocultó sus relaciones con José María Aznar, al que siempre apoyó, y su hijo Pablo ha seguido fomentando las relaciones con el que fuera presidente del Gobierno. Aznar siempre ha dicho que el Vega Sicilia es su vino de cabecera, y con otros políticos, preferentemente del PP, como Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, el que fuera Ministro de hacienda, Cristóbal Montoro, o los expresidentes de Castilla y León, Juan José Lucas o Juan Vicente Herrera. Igualmente son conocidas sus excelentes relaciones con la Casa Real, especialmente con el rey emérito y la Infanta Elena. Eso sí, todos saben que si quieren beberse un Vega Sicilia tendrán que pagarlo porque, y esa es una norma inflexible de la casa y de Pablo Álvarez, en Vega Sicilia jamás se regala una botella. A nadie.

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