Europa lanza el Sentinel-1, inicio de una constelación de vigías de la Tierra

  • La Agencia Espacial Europea (ESA) colocó hoy en órbita el satélite Sentinel-1, el primero de la constelación Copérnico, el mayor sistema civil de observación de la Tierra jamás desplegado.

París, 3 abr.- La Agencia Espacial Europea (ESA) colocó hoy en órbita el satélite Sentinel-1, el primero de la constelación Copérnico, el mayor sistema civil de observación de la Tierra jamás desplegado.

El satélite despegó a bordo de un cohete ruso Soyuz desde el Centro Espacial Europeo de Kurú, en la Guayana francesa, a las 21:02 GMT.

Se trata del primero de los "centinelas" de esa ambiciosa constelación europea vigilar el medio ambiente y detectar cambios en la superficie terrestre.

El complejo aparato será capaz de tomar imágenes de día y de noche, a través de las nubes y de la lluvia, y servirá para mejorar la respuesta a las emergencias como terremotos o inundaciones, examinar la evolución de las capas de hielo o medir la humedad de las superficies cultivadas y los bosques, entre otras aplicaciones.

Su dispositivo estrella es el radar SAR (Radar de Apertura Sintética, por sus siglas en inglés), una antena de 12 metros que estudiará la superficie terrestre a través del "eco" de microondas enviadas desde 700 kilómetros de altitud.

El primero de estos vigías europeos, el programa de mayor amplitud de la Agencia Espacial Europea tras la constelación Galileo, llamada a competir con el GPS estadounidense, cubrirá la superficie de Europa, Canadá y las principales rutas marítimas cada tres días, aunque visitará el Ártico hasta 14 veces cada 24 horas.

Proporcionará diariamente 2,5 terabites de información libre y gratuita que se utilizará para identificar corrimientos de tierras o erupciones volcánicas.

Al Sentinel-1, un dispositivo de 2.300 kilos con dos paneles solares de 10 metros cada uno que garantizarán su alimentación energética, le seguirá su gemelo 1B. Ambos trabajarán simultáneamente en 180 grados para abarcar una mayor superficie.

Es la primera de un total de seis misiones "centinela", cuyo presupuesto alcanza los 7.500 millones de euros (unos 10.300 millones de dólares) y cuya misión será analizar el planeta de manera constante como nunca antes se había hecho.

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