Nicolas Berggruen, el millonario sin casa ni coche que quiere arreglar el mundo

  • Nicolas Berggruen tiene una fortuna de 2.200 millones de dólares pero no tiene una casa. Duerme en hoteles de todo el mundo, donde reparte su ropa en armarios alquilados. La única propiedad ostentosa que considera de utilidad es su avión privado. Su última misión es arreglar la crisis económica europea.
Nicolas Berggruen
Nicolas Berggruen
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Álex Medina R.

Nicolas Berggruen es uno de esos nombres que sólo conocen los que realmente mandan en el mundo, ya sean políticos y, sobre todo, empresarios. Su fortuna supera los 2.200 millones de dólares y se jacta de no tener ni una sola casa, coche, reloj o pareja estable. Nada parece atarle al mundo.

Lo único que realmente necesita es su avión privado. La ropa la reparte en armarios alquilados en los mejores hoteles de medio planeta, que recorre en su último afán particular: deshacer entuertos económicos.

Ha impulsado un think tank para sacar del atolladero a California y de su mente salió el grupo político de elite formado por Tony Blair, Gerhard Schröeder y Felipe González (además de Premios Nobel de Economía) que pretende aportar ideas que saquen a la economía europea del pozo.

Pero, ¿quién es Nicolas Berggruen? Si quieren una respuesta rápida, posee un 3,7% de las acciones del Grupo Prisa, de la que es consejero (también se sienta en la mesa de Le Monde).

Igualmente, compró los grandes almacenes Karstadt en Alemania y las oficinas de Berggruen Holdings abren sus puertas en Nueva York, Berlín, Bombay, Estambul y Tel Aviv. En las últimas décadas, sus tentáculos han puesto dinero en más de 100 negocios distintos. Actúa como una empresa de capital riesgo, aunque pretenda alejarse de una eventual imagen de tiburón de los negocios.

Ahora viene la respuesta más sosegada: nacido en París en 1961, su padre tuvo que huir de la Alemania nazi y frecuentó a Pablo Picasso, gracias a lo que comenzó a crecer la colección de arte familiar. Se crió entre Francia y Suiza y estudió Finanzas Internacionales en la Universidad de Nueva York.

Antes de erigir Berggruen Holdings, trabajó para Bass Brothers en su filial inmobiliaria, así como en Jacobson and Co. De su trabajo en el mercado de los bienes raíces, compró diversas propidades durante la década de los ochenta en la Gran Manzana cuando nadie invertía en ella. En 1988, cofundó el Grupo Alpha, un hedge fund que vendería revalorizado a Safra Bank en 2004.

Poco a poco fue amasando su fortuna, pero llegó un momento en que se cansó de la vida de millonario al uso. Según cuenta The Wall Street Journal, vendió su isla en Florida y su apartamento en Nueva York y repartió las obras de arte familiares entre diversos museos del mundo para tenerlas a buen recaudo.

No en vano, pertenece a los consejos del Museo Berggruen en Berlín (éste es obvio), el Museo del Condado de los Ángeles, la Tate londinense o el Moma neoyorquino.

Pero su condición de mecenas va más allá del arte o del Nicolas Berggruen Institute como impulsor de otras acciones sociales. Su última obsesión es la de arreglar el mundo (ya en el internado suizo escribía panfletos utópicos) y no ve que la forma de hacerlo de los líderes actuales sea la adecuada.

"Es como una historieta", le dijo al periódico de Wall Street: "Todos estos líderes quieren salir de vacaciones y, ¡oh, no!, son arrastrados nuevamente a sus oficinas y deben reunirse en lugares horribles como Fráncfort o Bruselas. Acuerdan algo, sonríen, se estrechan las manos y vuelven a casa. Una semana después, una nueva crisis".

En su opinión, éste no es el camino. Hay que volver a la dura política de antaño. A la que exigía de los dirigentes encerrarse "en habitaciones llenas de humo" hasta que no obtenían un resultado satisfactorio, lejos del populismo electoral o de las presiones mediáticas.

Este modelo lo ha llevado a California, donde sentó a buscar soluciones al anterior gobernador, Arnold Schwarzenegger y el que lo destituyó. Como apoyo, llevó a Condoleezza Rice, al presidente de Google o a ex gobernadores del Estado.

Al final, el grupo propuso la creación de un fondo durante los buenos años para tener algo con que afrontar las malas épocas, así como una variación en la forma de votación californiana, para hacerla más ágil.

Sin embargo, esto sólo era un ensayo. Su gran objetivo ahora es Europa, de la que dice que "es la solución, no el problema"(tal y como airean estos días desde Estados Unidos). La unidad conseguida desde mediados del siglo XX es su gran valor y hay que defenderlo en el futuro.

En cualquier caso, y como último ejemplo de un carácter acostumbrado a tenerlo todo desde la infancia, Nicolas Berggruen no cree en las medidas de ahorro para afrontar la crisis porque ahogan el consumo hasta matarlo. Lo dice quien no tiene ni coche ni casa ni reloj.

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