Rajoy y Passos Coelho relanzan la adormecida agenda ibérica

  • Los gobernantes de España y Portugal, Mariano Rajoy y Pedro Passos Coelho, dos conservadores con menos de un año en el poder, relanzan mañana la adormecida agenda ibérica con una cumbre dominada por la crisis que viven ambas naciones.

Emilio Crespo

Lisboa, 8 may.- Los gobernantes de España y Portugal, Mariano Rajoy y Pedro Passos Coelho, dos conservadores con menos de un año en el poder, relanzan mañana la adormecida agenda ibérica con una cumbre dominada por la crisis que viven ambas naciones.

Con dos asuntos de difícil conjugación pendientes, el proyecto de tren de alta velocidad Lisboa-Madrid, abandonado en Portugal, y los criticados peajes en autopistas fronterizas lusas, Rajoy y Passos Coelho han cumplido su compromiso de organizar, en pocos meses, una cumbre bilateral que no se celebraba desde 2009.

En la reunión está prevista la participación de más de una docena de ministros en reuniones que abarcan todas las áreas de cooperación y asuntos bilaterales, matizados en la mayoría de los casos por las duras medidas de ahorro adoptadas en uno y otro país.

Los dos dirigentes se han encontrado públicamente en otras tres ocasiones en menos de un año, la última de ellas, por primera vez como jefes de sus respectivos ejecutivos, el pasado 24 de enero y siempre han subrayado sus coincidencias políticas y económicas.

Pero en la gestión de la crisis que ha puesto a los dos países bajo el acoso de los mercados -en el caso de Portugal agravada por el rescate que pidió hace un año- la gestión de Rajoy y Passos Coelho ha seguido caminos diferentes.

Lisboa, próxima a las tesis de Alemania, no se ha mostrado favorable a las intervenciones del Banco Central Europeo o las emisiones de eurobonos en defensa de las economías más acosadas.

En su encuentro con Rajoy de enero, Passos Coelho aseguró que Portugal no va a pedir "ni más tiempo ni más dinero" para sanear sus finanzas.

Tanto él como sus ministros lo han subrayado una y otra vez y han negado que vayan a renegociar las duras contrapartidas del rescate, pese a que se ha generalizado entre los analistas la impresión de que Portugal no podrá volver a financiarse en el mercado a finales de 2013, como está previsto.

Passos Coelho logró cumplir el año pasado las metas de déficit fiscal exigidas por la UE pero gracias a la absorción por el Estado de los fondos de pensiones de la banca.

Frente a esa estrategia de "buen alumno" España optó por rebajar las metas de déficit exigidas por Bruselas y ha defendido las intervenciones del BCE y las emisiones de eurobonos.

No obstante, en Portugal se reconoce extraoficialmente que su posición es mucho más débil por la intervención internacional de la economía, y Rajoy y Passos Coelho subrayaron en enero su coincidencia en las respuestas fundamentales a la crisis.

Acción rápida y decidida de los Gobiernos comunitarios y adopción de políticas a favor del crecimiento y el empleo forman parte de esa visión común que los dos líderes expresaron en la capital lusa hace tres meses.

También en esa ocasión ratificaron su compromiso de relanzar las relaciones bilaterales en esta XXV cumbre ibérica.

Portugal y España iniciaron las reuniones de alto nivel en 1983, cuando gobernaban los socialistas Felipe González y Mario Soares y se preparaba el ingreso de los dos países en las Comunidades Europeas, tres años después.

Las cumbres fueron ganando espacio y contenido con el auge de las relaciones económicas y la desaparición de las fronteras físicas entre las dos naciones.

En las dos últimas conferencias, la de Braga en 2008 y Zamora en 2009, se apuntalaron los principales proyectos bilaterales, como el MIBEL (Mercado Ibérico de la Electricidad) y su ampliación al gas, el Laboratorio Ibérico de Nanotecnología, y el tren de alta velocidad.

Passos Coelho se opuso a ese ferrocarril desde la oposición, abandonó formalmente el proyecto en marzo por la crisis y ahora tiene pendiente reconvertirlo en un tren de mercancías.

Con un nivel de comercio e inversión recíproco que ha convertido a España en el primer socio económico de Portugal, Lisboa y Madrid tienen también el reto de preservar esa relación de una crisis que ha puesto ya en recesión a las dos economías.

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