Los jeques árabes emigran al norte y coquetean con los pazos y aldeas gallegas

  • La inversión árabe en el inmobiliario gallego se ha incrementado un 20% en los dos últimos años.
Pazo de Rosende
Pazo de Rosende

Fueron los reyes de Marbella y sus séquitos impresionaban a los veraneantes de la Costa del Sol. Luego se centraron en las fincas de caza, dispuestos a dar rienda suelta a su pasión por la cetrería. Ahora, los árabes miran al norte de España y han puesto el ojo en pazos, villas e, incluso, aldeas enteras. Galicia ha conquistado a los jeques árabes, que buscan no solo un clima distinto al de sus países de origen y una oferta gastronómica inigualable, sino que ven a la comunidad autónoma como una oportunidad excelente de inversión. Tanto es así que, según fuentes del sector, la adquisición de inmuebles en esta región por parte de los árabes se ha incrementado en torno a un 20% en los dos últimos años.

De esta forma, uno de los productos más atractivos para estos compradores son los grandes pazos y villas, sobre todo con el fin de transformarlos en hoteles de lujo, según explican fuentes de Gilmar, una de las principales intermediarias entre inversionistas árabes y propietarios españoles. "Para estos clientes, son fundamentales aspectos tales como la orientación del sol, la calidad de la tierra o el agua que hay cerca de la propiedad", aseguran fuentes del sector, que explican que este interés, principalmente de ciudadanos de Emiratos Árabes Unidos y Qatar, está especialmente motivado por los esfuerzos que ha hecho el gobierno regional en misiones comerciales financiadas por junta de Galicia.

Otro de los activos más demandados son los pequeños pueblos abandonados. En Galicia existen 1.700 núcleos de este tipo, aunque la mayoría no se anuncian, sino que son trasacciones que se cierran en privado. Según aldeasabandonadas.com, la principal inmobiliaria especializada en este tipo de activos, las más populares son las situadas en la zona de A Coruña y Ferrol y, en menor medida, en la Ribeira Sacra. En este sentido, suelen optar por poblaciones que ya han sido restauradas y cuyo precio puede ascender hasta los dos millones de euros.

El dinero, no obstante, no es impedimento para el comprador árabe que, según explican fuentes del sector, han llegado a quintuplicar el precio exigido con tal de hacerse con la propiedad. "Aunque esto sucede en las fincas de menor tamaño. En el caso de los grandes pazos, aunque se negocia el precio, sobre todo si hay muchas ofertas, se suele mantener más estable. Se han llegado a vender propiedades que superaban los 40 millones, pero por motivos de confidencialidad no se puede explicar a quién. Curiosamente, cuanta más historia tiene una edificación, más están dispuestos a aumentar el precio, aunque la rehabilitación completa corra de su cuenta", continúan.

Un negocio en expansión

Según fuentes de Gilmar, este tipo de cliente tiene un perfil muy especializado y, en muchas ocasiones, es difícil tratar con él, "si no se está acostumbrado". Suelen demandar gran cantidad de información sobre las fincas y vienen acompañados no solo de asesores árabes, sino también de expertos de su confianza españoles que conocen el mercado y orientan a los jeques en su inclusión por una tierra muy distinta a la suya. Además, suelen negociar cada detalle de la transacción y es fácil que desconfíen si creen que se les está ocultando información. Según estas mismas fuentes, una venta llegó a retrasarse 9 meses por diferencias en cuanto dos mediciones del terreno. Lo curioso es que diferían en tan solo dos metros cuadrados para una parcela de más de 1.000.

El negocio, auguran, seguirán al alza en los próximos meses. Tras la crisis, los precios descendieron hasta un 40% y el mercado no se ha terminado de recuperar, por lo que a pesar de que ciertas propiedades superen el millón de euros, siguen siendo precios muy competitivos. Según fuentes del KPMG, las inversiones árabes y latinoamericanos en el sector inmobiliario están sustituyendo a los inversores tradicionales en España, de origen norteamericano y europeo, tendencia que se consolidará en 2018. "Es un negocio que está prácticamente en pañales y tiene una tasa de crecimiento potencial muy elevada", concluyen.

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