Oleada de restricciones

De Nueva York a Barcelona... La lucha de Airbnb por sobrevivir en la gran ciudad

La compañía ha tenido que acatar la nueva legislación de la Gran Manzana aprobada en septiembre que pone coto al alquiler vacacional y que ha recortado de la plataforma el 77% de los anuncios.

AirBnb Nueva York
De Nueva York a Barcelona... La lucha de Airbnb por sobrevivir en la gran ciudad
Nerea de Bilbao (Infografía)

Puede que nunca hayas recorrido sus calles, pero de tanto verla en películas, series o en las noticias parece que casi podrías guiarte por las largas avenidas de Manhattan. Para alojarse, miles de turistas eligen un apartamento en el que estarse cuatro días, algo que ya no va a ser posible, ya que el ayuntamiento de la ciudad ha recortado la capacidad de actuación de empresas como Airbnb, el rey de los arrendamientos de corta estancia. Una medida para intentar poner orden en la avalancha de turistas que recibe la ciudad y el mercado del alquiler.

En concreto, ha sido con la Ley Local 18, conocida como Ley de Registro de Alquileres a Corto Plazo aprobada este septiembre, por la que Airbnb ha tenido que retirar miles de viviendas de su catálogo en Nueva York. Según la nueva legislación, para las estancias de menos de treinta días, los anfitriones sólo pueden recibir a un máximo de dos huéspedes y si ellos mismos viven en la misma casa. Además, todos los alquileres deberán registrarse en la ciudad,

En 2022, Nueva York contabilizó 57 millones de turistas, una cifra que el consistorio espera que alcance 61,7 millones de personas, todavía por debajo de los 66,9 millones de personas que visitaron la ciudad en 2019. A pesar de que no obliga a las compañías a abandonar la ciudad, Airbnb declaró a Reuters que lo consideraba una “prohibición de facto” para su negocio en la ciudad. Además de dificultar la operativa de los viajeros, la prohibición pone en peligro el negocio de alquiler a corto plazo en la ciudad que, en 2022, generó 85 millones de dólares, según datos extraídos por The New York Times.

Con este tijeretazo en la actividad de Airbnb, la ciudad quiere solucionar otro problema que va más allá de las multitudes de turistas: los altos precios del alquiler. El pasado julio, los precios de los arrendamientos en la ciudad alcanzaron máximos con una renta media de 5.588 dólares, lo que supone un incremento del 9% respecto al mismo periodo del año anterior y del 30% respecto a 2019. Los precios no paran de subir desde la pandemia a pesar de que la población en la ciudad no deja de caer: Nueva York ha perdido el 5,3% de sus ciudadanos desde el inicio de la pandemia, lo que supone medio millón menos de neoyorkinos, según datos de US Census Bureau del pasado mayo.

En agosto, el precio se ha reducido ligeramente, un 0,6%, pero los expertos apuntan que la cifra de contratos está decayendo respecto al año anterior, a pesar de estar en temporada alta para hacerse con una vivienda en la ciudad. Mientras, la desocupación alcanzó el pasado junio su mayor dato desde junio. “El mercado tiene que encontrar su verdadero equilibrio, pero por ahora es un pulso entre inquilinos y propietarios”, señalaba en un informe sobre el mercado de la ciudad la inmobiliaria neoyorkina The Corcoran Group. “Alguien va a tener que ceder, sólo es cuestión de cuándo”, añadía el informe.

En esta batalla, el ayuntamiento ha optado por deshacerse de uno de los contingentes, pero no está claro el efecto que tendrá en las rentas el fin “de facto” de Airbnb en la ciudad. Desde el consistorio de la ciudad apuntan que la plataforma “quita opciones de vivienda a los neoyorkinos, pone en peligro a los turistas que se quedan ahí y perturba la calidad de vida de nuestros vecinos”. 

Desde la compañía se han defendido asegurando que “las nuevas normas sobre alquileres de corta duración de la ciudad de Nueva York son un duro golpe para su economía turística y para los miles de neoyorquinos y pequeñas empresas de los barrios periféricos que dependen del uso compartido de viviendas y del dinero del turismo para llegar a fin de mes”. Un informe sobre el llamado efecto Airbnb en Estados Unidos de 2020 concluyó que un incremento del 1% de anuncios en la web de Airbnb supone un 0,018% de subida de precio del alquiler y del 0,026% del precio de venta.

Según la consultora especializada en alquiler vacacional AirDNA, de las 38.000 viviendas para alquiler de corta estancia que ofrecía la plataforma en la ciudad, su mayor mercado en Estados Unidos, sólo 9.500 cumplían con los requisitos que fijaba la nueva legislación. Airbnb intentó frenarlo mediante una demanda contra la ciudad, pero la jueza desestimó la petición. Tras la aplicación de la medida el pasado 5 de septiembre, la oferta de Airbnb en la ciudad ha caído un 77%.

Las viviendas que han abandonado el alquiler vacacional pueden optar ahora por el alquiler a media estancia o el tradicional. Según la plataforma Inside Airbnb, que recoge los anuncios hechos en el portal, los alquileres de corta estancia (menos de treinta días) suponen un 17,3% de la oferta, mientras que las largas estancias copan el 82,7% restante. “En algunos casos, Airbnb ha trasladado un gran número de sus anuncios a estancias más largas para evitar las normativas y la responsabilidad de los alquileres de corta duración”, apuntan desde el portal.

Otro golpe en la batalla de Airbnb

La ciudad más poblada de Estados Unidos se suma a una larga lista de ciudades que han decidido acotar la actividad de Airbnb para enfriar su mercado del alquiler. Una de las últimas en hacerlo ha sido Florencia, que junio anunció la prohibición de nuevos anuncios de Airbnb y otros alquileres vacacionales de corta duración en el centro histórico de la ciudad. El propio Ministerio de Turismo Italiano esta preparando una ley que limite el alquiler vacacional, mientras ciudades como Roma, Venecia o Milán cocinan su propia legislación.

En Ámsterdam, los anfitriones sólo pueden alquilar su casa treinta noches al año, si no necesitan un permiso especial. En Portugal, se ha dejado de conceder nuevas licencias y las existentes se revisarán cada cinco años. En Londres, los anfitriones sólo pueden alquilar su propiedad noventa noches al año sin solicitar un cambio de uso.

Barcelona fue la primera ciudad europea en prohibir el alquiler de habitaciones privadas a corto plazo y cuenta con un equipo especializado que detecta ofertas fraudulentas, según el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (Peuat) 

En Estados Unidos el número de ciudades que se están fijando en la plataforma también va en aumento. Además de Nueva York, Honolulú, Memphis o Palm Springs ya contaban con sus propias limitaciones para los alquileres vacacionales.

La compañía fundada por Joe Gebbia, Brian Chesky y Nathan Blecharczyk en 2007 empezó con un colchón hinchable en un piso de San Francisco bajo el nombre Air Bed&Breakfast. Buscando un sobresueldo, aprovecharon que los hoteles de la ciudad estaban llenos durante una convención de diseñadores industriales para ofrecer a los visitantes un sitio donde dormir y trabajar, con desayuno incluido.

A pesar del duro golpe de la pandemia, cuando los viajes se congelaron, Airbnb salió a bolsa en 2020 superando los 100.000 millones de dólares de valoración. En 2022, aparentemente inmune a las restricciones en distintas ciudades, ha logrado unos resultados de récord: ingresos de 8.399 millones de dólares y sus primeros beneficios de la historia en un ejercicio completo, con 1.892 millones de dólares.

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