Álvaro Longoria descubre en Corea del Norte un país muy distinto al que creía

  • Recién regresado de Corea del Norte, donde ha pasado los últimos diez días rodando el inicio de su segundo documental, "El sueño coreano", el director y productor español Álvaro Longoria asegura que, lejos de lo que se piensa, el impenetrable país comunista "no es una película de James Bond".

Paloma Almoguera

Pekín, 22 abr.- Recién regresado de Corea del Norte, donde ha pasado los últimos diez días rodando el inicio de su segundo documental, "El sueño coreano", el director y productor español Álvaro Longoria asegura que, lejos de lo que se piensa, el impenetrable país comunista "no es una película de James Bond".

"La gente se levanta, va en metro o autobús a trabajar... Van súper bien vestidos", cuenta a Efe en un hotel de Pekín el director de "Hijos de las Nubes", premiado en 2013 con un Goya al mejor documental, poco antes de poner rumbo de vuelta a España.

Acompañado de dos miembros de su equipo, el también fundador de Morena Films (que coproduce el film junto a la francesa Halley Productions, la británica Met Film y la alemana Taskovski Films) afirma que su documental está lejos de ser una cinta política, y que pretende únicamente mostrar la vida en la república norcoreana.

"Obviamente con las limitaciones de lo que te cuentan allí", matiza.

No obstante, reitera que se ha encontrado "un país muy distinto" del que se esperaba, y es que "la gente se piensa que es un país hostil enfocado a la guerra, donde se vive un estado de represión brutal, absoluto y generalizado, pero desde luego, ellos, las personas con las que hemos hablado, no están de acuerdo".

"Y les duele", dice Longoria (Santander, 1968).

En total, han realizado 25 entrevistas a norcoreanos tanto del Gobierno, aunque de un rango no muy elevado, como a ciudadanos de la calle: "gente abierta, hospitalaria y dispuesta a hablar con nosotros. Con una ideología bastante fuerte y bastante convencidos del sistema en el que viven", señala.

Han visitado "en profundidad", asevera, Pyongyang - una ciudad que describe como "sorprendentemente rica, donde hay un foco importante de dinero y muchísimas construcciones nuevas"- y una granja cooperativa llamada Taekam. También han entrado en varios colegios y un hospital, que les han sorprendido, dice, "positivamente".

"Hemos visto un país armonioso, donde la gente tiene una vida bastante apacible", y agrega que el recorrido fue "mucho más extenso de lo que esperábamos antes del rodaje".

No obstante, Longoria se detiene un rato y puntualiza: "No hemos visto todo el país, claro".

La ruta, salvo en Pyongyang, donde considera que se movieron con relativa libertad, fue establecida por las autoridades norcoreanas, extremadamente recelosas a abrir sus fronteras a visitas extranjeras, y contaron siempre con la compañía de un chófer, tres miembros del Comité de Relaciones Internacionales del régimen norcoreano y Alejandro Cao de Benós (Reus, 1974).

Cao de Benós, que es el único extranjero que trabaja para el gobierno dictatorial de Kim Jong-un, es clave en el film, ya que fue la persona con la que Longoria contactó para poder viajar a Corea del Norte.

Además sirve como "hilo conductor" del documental a la hora de narrar el estilo de vida en el país y su rol geoestratégico, otros de los objetivos de la cinta, dice Longoria, especialmente interesado en la vida de este español "involucrado en la causa norcoreana desde los 16 años".

"Es lo que estoy intentando también retratar, entender y seguir", añade, y rechaza de forma taxativa la idea de que la participación del representante del régimen norcoreano convierta al documental en un vehículo de propaganda de sus ideales: "mi trayectoria habla por sí misma", asevera el también productor de la trilogía de documentales de Oliver Stone sobre Fidel Castro.

Longoria subraya que no es que "esté convencido de que el régimen norcoreano sea una maravilla", sino que quiere entender "algo que nadie conoce y que el público reflexione un poco sobre lo que les voy a contar".

Para ello, él y su equipo aún tendrán que realizar entrevistas a expertos de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón, además de contar con testimonios de las Naciones Unidas y recolectar varias opiniones en China, por lo que no cree que "El sueño coreano" esté terminado hasta finales de este año.

Si ese sueño es o no una pesadilla, será el público el que tenga que decidirlo: "nosotros queremos -remarca- que sea el espectador el que tome sus decisiones".

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