El inminente juicio a Bo Xilai reabre la caja de las teorías conspiratorias

  • Cuando el juicio contra Bo Xilai parece inminente -algunas fuentes apuntan que se celebrará el próximo viernes-, aumentan las hipótesis sobre los entresijos del mayor escándalo político de China en décadas, entre ellas que la caída del exlíder provincial se debió a la "codicia" de su encarcelada esposa.

Paloma Almoguera

Pekín, 18 ago.- Cuando el juicio contra Bo Xilai parece inminente -algunas fuentes apuntan que se celebrará el próximo viernes-, aumentan las hipótesis sobre los entresijos del mayor escándalo político de China en décadas, entre ellas que la caída del exlíder provincial se debió a la "codicia" de su encarcelada esposa.

Más de un año y medio después de su defenestración, Bo podría estar a punto de sentarse en el banquillo de los acusados. Medios hongkoneses y páginas web chinas en el exilio afirman que será el día 23 de agosto en Jinan (provincia oriental de Shandong), y que la sentencia sólo se hará esperar hasta el 1 de septiembre.

Bo, exjefe del Partido Comunista chino (PCCh) en la municipalidad de Chongqing -del tamaño de Austria y con alrededor de 33 millones de habitantes- se enfrentará a cargos de soborno, malversación y abuso de poder, y los analistas coinciden en que, si bien la pena de muerte es altamente improbable, pasará el resto de su vida entre rejas.

Una de las mayores incógnitas es si la acusación de abuso de poder emitida por la Fiscalía china el 25 de julio servirá para condenarle por encubrir el homicidio al empresario británico Neil Heywood, por el que cumple pena de muerte suspendida (en la práctica cadena perpetua) su esposa, la otrora glamourosa abogada Gu Kailai.

Precisamente, fue el homicidio en noviembre de 2012 de Heywood lo que, según la versión oficial, puso al líder entre las cuerdas cuando, tres meses después del suceso, su entonces mano derecha y jefe de Policía, Wang Lijun, reveló el crimen y acusó a los Bo en el Consulado de Estados Unidos de Chengdu (próxima a Chongqing).

Mientras Wang fue condenado a 15 de años de cárcel, una pena atenuada por colaborar con la Justicia china, Gu recibió un castigo mucho más severo. De celebrarse el juicio contra su marido el próximo día 23, sería poco más de un año después de la vista que envió a la letrada a prisión.

El 9 de agosto de 2012, una mujer visiblemente desmejorada -hasta el punto de que se cuestionó que fuese una doble- se declaraba culpable del homicidio de Heywood, amigo cercano de la familia, y alegaba haber cometido el crimen -según la Fiscalía le asesinó con cianuro- en respuesta a amenazas del británico a su hijo, Bo Guagua.

La versión oficial es que varios desacuerdos económicos llevaron a Gu y Heywood a una situación de extrema tensión que ésta resolvió quitándose al consultor británico de en medio.

La extraoficial añade que Heywood le habría pedido a su amante y esposa de Bo una alta suma por lavar dinero en el extranjero, lo que habría desatado la furia de la "gran dama de la nobleza roja china", como se la conocía hasta entonces.

Esa presunta codicia es la que familiares de Bo Xilai consideran como la gran culpable del aciago destino del político, además de una de las causas por las que el juicio en su contra se habría retrasado.

Según páginas chinas en el exilio, la demora se debe a que el exlíder provincial se habría negado a que su mujer testificara en el juicio -aún no se sabe si lo hará- porque considera que Gu, a quien se ha dibujado como una persona inestable y con tendencia depresiva, no se encuentra en sus cabales.

Movido por una profunda decepción o inquieto por un posible testimonio en su contra, Bo habría dicho que, si ella acude a testificar, le pedirá el divorcio -aunque el matrimonio esté ya oficialmente "separado" por la sentencia de cárcel vitalicia de su esposa-.

Pero esas referencias a Gu como una "mantis religiosa" no son las únicas teorías para explicar el retraso del juicio.

Entre otras, están las que esgrimen que la familia de Bo se opone a las acusaciones en su contra (crímenes económicos que ascienden en principio a los 4 millones de dólares) o que él y su entorno se niegan a las demandas de compensación emitidas recientemente por la madre de Heywood, a quien se incineró de forma expedita.

No falta la versión más grotesca que apunta a que el Partido no querría que Bo, quien aún cuenta con fuertes apoyos en las filas de la formación y del Ejército, apareciese en el juicio con un aspecto fantasmagórico después de haber estado en huelga de hambre los pasados meses.

Lo que el juicio sin duda no aclarará es qué hay detrás de un escándalo que ha llevado al más absoluto ostracismo a uno de los líderes que sonaban como firmes candidatos a ascender al poder central en el relevo del Partido que se produjo en octubre de 2012.

Villano para muchos -relatos apócrifos aseguran que llegó a dar una paliza a su propio padre, el líder maoísta Bo Yibo, cuando formaba parte de escuadrones radicales próximos a la Guardia Roja- o víctima de escisiones del Partido para otros -según algunas fuentes, el expresidente Hu Jintao era su máximo enemigo-, el destino de Bo ya está escrito.

Y no será, tal vez como anhelaba, al frente del Gobierno de la potencia asiática.

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