El presidente brasileño fortalece lazos bilaterales con Irán en medio del sigilo sobre la polémica nuclear

  • Teherán.- Una intensa actividad bilateral y un sigilo absoluto sobre la crucial negociación nuclear marcaron hoy la primera jornada de la esperada visita a Irán del presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva.

El líder supremo iraní insta a unirse "contra la arrogancia" y alaba la política de Brasil
El líder supremo iraní insta a unirse "contra la arrogancia" y alaba la política de Brasil

Teherán.- Una intensa actividad bilateral y un sigilo absoluto sobre la crucial negociación nuclear marcaron hoy la primera jornada de la esperada visita a Irán del presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva.

Esto no quiso decir que el tema principal, la posibilidad de lograr un acuerdo que desbloquee el conflicto atómico entre Irán y la comunidad internacional, quedara relegado a un segundo plano.

Fuentes de la delegación brasileña señalaron a Efe que la cuestión fue abordada por los dos presidentes y después discutida a lo largo del día "con buenas sensaciones" por los ministros de Asuntos Exteriores.

En la misma línea se expresó el portavoz del ministerio iraní de Exteriores, Ramin Mehmanparast, quien se mostró "optimista" sobre la posibilidad de que se pueda alcanzar un acuerdo que satisfaga a las dos partes.

"En lo que respecta al intercambio de combustible, esperamos que las opciones propuestas y las nuevas fórmulas presentadas por ambas partes, nos permitan recibir las garantías suficientes", pronosticó el funcionario en declaraciones divulgadas por la televisión estatal en lengua árabe "Al Alam".

Una perspectiva positiva que parece estar avalada por la inesperada decisión del primer ministro turco, Recep Tayeb Erdogan, otro de los mediadores, de viajar esta misma noche a Teherán para asistir mañana a un encuentro tripartito durante la cumbre del G-15.

Según la agencia de noticias turca Anatolia, Erdogan decidió esta misma tarde variar su agenda y aplazar un viaje previsto, apenas 24 horas después de que asegurara que no se desplazaría a la capital iraní.

Tanto Lula como el jefe del gobierno turco se han erigido en los últimos meses en los principales defensores del régimen iraní, al que las grandes potencias acusan de ocultar, bajo su programa nuclear civil, otro de ambiciones bélicas cuyo objetivo sería adquirir un arsenal atómico, alegación que Teherán niega.

El pulso se ha agravado en los últimos seis meses, después de que Irán pusiera trabas a una oferta de intercambio de combustible nuclear para su reactor civil y comenzara a enriquecer uranio al 20 por ciento por sus propios medios.

Desde entonces, Estados Unidos, secundado por países como Francia, el Reino Unido o Alemania intenta consensuar una nueva batería de sanciones, a las que se oponen gobiernos como el de Ankara y Brasilia.

Fuentes cercanas a la negociación han sugerido que la estrategia de Brasil es convencer a Irán de que adopte una política nuclear similar a la del país sudamericano.

Ello se traduce en más transparencia, más colaboración y apertura ante las inspecciones internacionales, y un decidido rechazo a las armas atómicas.

Como primer paso para desenredar el nudo gordiano, Brasil habría sugerido a Irán que acepte el intercambio en un tercer país, como ya adelantó semanas atrás Amorim.

El jefe de la diplomacia brasileira ha apuntado hacia Turquía, ya que en su opinión es el más adecuado por cercanía geográfica y por las buenas relaciones que une a ambos gobiernos.

Sin embargo, en las últimas semanas, diversos responsables iraníes han insistido de nuevo en el deseo de Irán de que el intercambio se produzca de forma simultánea y al abrigo de sus propias fronteras.

A la espera de un acuerdo que elevaría su peso internacional, Lula centró su primer día en la capital iraní en ampliar la relación económica y comercial, pese a la amenaza de nuevas sanciones que aún pende.

El mandatario departió a primera hora de la mañana con Ahmadineyad, y después fue recibido por el líder supremo de la revolución iraní, ayatolá Ali Jameneí, quien alabó las políticas brasileñas y expresó su satisfacción por la ampliación de los vínculos mutuos.

Después, Lula y su colega iraní cerraron el IV Foro de Comercio bilateral, durante el que se firmaron ocho memorandos de entendimiento en sectores como la energía, el petróleo, la trasferencia de tecnología y la apertura de nuevas líneas de crédito.

Al término del mismo, ambos mandatarios coincidieron en pedir un nuevo orden económico y comercial en el mundo que conceda un mayor protagonismo a los países emergentes.

Lula aseveró que el mundo ha entrado en "una nueva geografía económica y comercial que necesita de un sistema multilateral", cimentado en las relaciones bilaterales y la diversificación, y en el que debe desempeñar un papel clave el denominado eje sur-sur, agregó.

Más expeditivo, Ahmadineyad calificó de "inseguro" el sistema económico actual e insistió igualmente en "la necesidad de sustituirlo por un nuevo orden económico y monetario sustentado en la justicia".

"El sistema capitalista ha llegado a su fin, no solo en la escena económica sino también en los campos de la política y de la seguridad mundial, y ahora afronta serios problemas que transmiten a países emergentes como Irán y Brasil", apostilló.

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