El senador Marco Rubio niega que tratara de adornar la historia de sus padres

  • El carismático senador por Florida Marco Rubio, el más prominente republicano de origen hispano, negó hoy que tratara de adornar la historia de sus padres como exiliados cubanos, como lo sugiere una información publicada por The Washington Post.

Miami (EE.UU.), 21 oct.- El carismático senador por Florida Marco Rubio, el más prominente republicano de origen hispano, negó hoy que tratara de adornar la historia de sus padres como exiliados cubanos, como lo sugiere una información publicada por The Washington Post.

"Sugerir que la historia de cómo mis padres llegaron a Estados Unidos fue adornada para obtener una 'ventaja política' es "vergonzoso", se quejó el senador, a quien muchos señalan como próximo candidato a vicepresidente en las elecciones de 2012 e incluso como futuro posible candidato presidencial.

Se trata de una "alegación que no sólo es incorrecta, sino también un insulto a los sacrificios de mis padres para proporcionar una vida mejor a sus hijos", exclamó, para subrayar: "Soy hijo de exiliados. He heredado dos generaciones de sueños incumplidos (...) y ésta es una historia que no necesita adornarse".

La información apunta a que los padres de Rubio, de 40 años, no huyeron de Cuba tras el triunfo de la revolución en 1959, sino en 1956, cuando aún estaba en el poder el dictador Fulgencio Batista.

Según los documentos divulgados por ese diario, la biografía del republicano que aparece en su web y que él mismo ha relatado en alguna ocasión sería inexacta, ya que señala que los padres de Rubio llegaron a EE.UU. después de que Fidel Castro tomara el poder.

El centro de esta cuestión es determinar si sus padres salieron de la isla por cuestiones económicas o si fue una huida forzosa ante la represión del régimen cubano.

El senador, nacido en Miami en 1971, respondió en una declaración escrita que sus padres intentaron regresar a la isla en marzo de 1961 con la esperanza de que la situación hubiera mejorado tras la revolución, pero que enseguida volvieron a salir porque no estaban dispuestos a vivir bajo un régimen comunista.

"Si The Washington Post quiere criticarme por equivocarme en algunas fechas, lo acepto -dijo-; pero no toleraré que se cuestione el hecho central y claro de que un dictador comunista brutal tomó el control de su hogar y (mis padres) nunca pudieron regresar".

Explicó que "sabe ahora" que sus padres entraron legalmente en EE.UU. en mayo de 1956 con un visado de inmigración y que en febrero de 1961 su madre llevó a sus hermanos mayores a Cuba con la intención de regresar, pero "unas semanas después le quedó claro que los cambios que sucedían en Cuba no eran para bien".

A su juicio, la gente no le votó porque pensase que sus padres vinieron a Estados Unidos en un año u otro: "Me votaron porque, como hijo de inmigrantes, conozco cuán especial es de verdad EE.UU." y "como hijo de exiliados" siento "cuánto duele perder tu país".

Esta polémica se suma a la generada por quienes cuestionan que Rubio pueda, en un momento dado, ser presidente de EE.UU., ya que el Artículo 2 de la Constitución dice que "nadie que no sea ciudadano por nacimiento" puede ocupar la Casa Blanca.

Aunque nadie duda que nació en Miami, los llamados "birthers" (los mismos que cuestionaron la partida de nacimiento de Barack Obama) aseguran que "ser ciudadano por nacimiento" implica que los padres han de ser estadounidenses.

Otra polémica en la que Rubio se ha visto envuelto recientemente es el boicot planeado por precandidatos republicanos a la Presidencia de EE.UU. a un debate organizado por Univisión, después de que el mayor canal de televisión en español del país difundiera una noticia sobre la detención en 1987 de un cuñado del senador por una cuestión de drogas.

The Miami Herald publicó que el canal había ofrecido a Rubio suavizar o corregir ese reportaje a cambio de que participase en su principal programa de debate, algo a lo que éste se había negado en ocasiones anteriores.

Univisión niega haber hecho tal cosa, al tiempo que diversas organizaciones, entre ellas la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), consideran el boicot como un ataque al derecho a la información.

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