Susana Díaz, la 'costurera' que no pudo liderar el PSOE, se despeña en Andalucía

  • Es su segunda derrota tras las primarias contra Sánchez. Los socialistas enfilan la salida de la Junta tras 36 años de gobierno ininterrumpido.
Susana Díaz
Susana Díaz
EFE

"Tengo fuerzas, ganas y me gusta ganar", decía Susana Díaz a principios de 2017 cuando aún no había desvelado su intención de presentarse como candidata a la secretaría general del PSOE. La presidenta de la Junta había ganado por aquel entonces todo lo que se había propuesto y gobernaba en Andalucía con cierta comodidad. Hoy, casi dos años después de aquellas palabras, la realidad es otra: derrotada por su archienemigo Pedro Sánchez en las primarias socialistas y enfilando la salida del Gobierno autonómico tras 36 años a manos del centro derecha liderado por PP, Cs y Vox.

Ni los pronósticos más pesimistas ofrecían un resultado como el que ha salido de las urnas. 33 diputados y apenas un millón de votos, lo que supone las peores cifras para el socialismo en su bastión andaluz (el peor dato hasta ayer era el cosechado por Manuel Chaves en 1994). ¿Dónde han ido a parar esas papeletas? En un primer análisis fuentes del PSOE apuntaban ya hacia la abstención y un trasvase de apoyos obreros hacia Vox, especialmente en zonas donde la desigualdad social es una realidad. A partir de este lunes se abre el tiempo de identificar errores y, probablemente, pilotar la transición el la federación más numerosas de los socialistas.

Díaz llevaba en mayo de 2017 a la capital con la intención de ser la primera secretaria general del PSOE. Quería "coser" el partido, según dijo. Pero Sánchez surgió de sus cenizas y con una agresiva campaña logró derrotar al todopoderoso aparato socialista que apoyaba a la andaluza. Por eso en el susanismo hablan de esa noche del 21 de mayo como un "duro golpe" para ellos. Tampoco se lo esperaban. Es, probablemente, a partir de ese momento cuando comenzó su descenso que ha culminado este 2 de diciembre. Y quizá el votante socialista no le ha perdonado que quisiera dar el salto a Madrid.

Esa misma Susana Díaz y Pedro Sánchez se cruzaron en una fría sala de Ferraz. La andaluza felicitó al nuevo secretario general y le prometió fidelidad desde Andalucía. El hoy presidente del Gobierno se lo agradeció y le pidió apoyo para intentar unir a un partido abierto en canal. Desde entonces se han soportado y llevado lo mejor posible, dentro de las enormes diferentes que les separan. 

Especialmente dolorosa para el susanismo ha sido la derrota recibida este domingo en algunas provincias. En Sevilla, por ejemplo, el histórico bastión del socialismo, han perdido dos escaños. Los mismos que en Almería, Cádiz, Huelva, Jaén y Málaga. En Córdoba y Granada, uno. Debacle generalizada, en definitiva.

Ahora el futuro de Díaz es más bien incierto. Lo lógico sería una catarsis en una federación acostumbrada a pocos cambios, pero que ha sufrido un desgaste evidente. Las más de tres décadas de gobiernos monocolores y el caso ERE han erosionado a un partido que enfila la oposición en los próximos cuatro años y que va a tener que lidiar con una economía que todavía no se ha recuperado de la crisis económica, como demuestran sus datos de crecimiento y empleo. La Andalucía de 2019 tiene un enorme reto económico por delante.

Mientras, en Ferraz vivieron una de sus noches más aciagas. Allí estuvo Pedro Sánchez con sus lugartenientes. No están acostumbrados en los últimos años a celebrar buenos resultados, por eso la victoria en la moción de censura fue tan bien recibida. Pero Andalucía les ha vuelto a sumir en un pesimismo que complica sus perspectivas a corto y medio plazo. Ahora nadie se atreve a hablar de un posible adelanto electoral a nivel nacional.

Mostrar comentarios