Islamistas marroquíes, unos boicotean comicios y otros acarician la victoria

  • En vísperas de las elecciones legislativas del viernes, los islamistas en Marruecos se encuentran divididos entre los radicales, que boicotean los comicios, y los "integrados" que aspiran a ganarlos y repetir el éxito de sus vecinos de Al Nahda en las elecciones de Túnez.

Fátima Zohra Bouaziz

Rabat, 22 nov.- En vísperas de las elecciones legislativas del viernes, los islamistas en Marruecos se encuentran divididos entre los radicales, que boicotean los comicios, y los "integrados" que aspiran a ganarlos y repetir el éxito de sus vecinos de Al Nahda en las elecciones de Túnez.

Tras la victoria del partido islamista tunecino en las elecciones del 23 de octubre, son muchos en Marruecos quienes vaticinan que esta circunstancia favorecerá al Partido Justicia y Desarrollo (PJD, moderado) para una posible victoria en las legislativas el 25 de noviembre.

"Marruecos será islamista", tituló el semanario francófono local Tel Quel en su última edición en la que pronosticaba que "el próximo presidente del gobierno será islamista".

No obstante, el politólogo y especialista en movimientos islamistas, Mohamed Darif, piensa que esta tendencia de islamización que se está produciendo en el mundo árabe al calor de las revoluciones de la llamada "primavera árabe" no se puede extrapolar simplemente a Marruecos.

Darif destaca en este marco que el partido islamista tunecino Al Nahda sufrió en el pasado "una política de aniquilación" por parte del régimen de Zine al Abidine Ben Ali, mientras que el PJD marroquí siempre ha aceptado "las reglas del juego político" en el reino.

El PJD es considerado uno de los partidos más populares en Marruecos. En 2007 fue el más votado, pero el sistema de recuento le otorgó solo 46 escaños (de 325), por detrás del partido nacionalista Istiqlal, que fue el que formó gobierno y relegó al PJD a la oposición.

Otro punto que diferencia a este partido del resto de formaciones islamistas de la zona, prosigue Darif, es su "posición ambigua" hacia el movimiento contestatario marroquí 20 de febrero, en el momento en que otras formaciones árabes del mismo signo prestaron apoyo a los movimientos de protesta.

En un primer momento, el PJD defendió la "excepción marroquí" y consideró que el Movimiento 20 de Febrero carecía de legitimidad y amenazaba la monarquía, pero después matizó su posición para reconocer que ese movimiento contestatario había servido como motor para las reformas constitucionales auspiciadas por el rey Mohamed VI.

Frente al PJD, el considerado movimiento mayoritario dentro del islamismo Justicia y Caridad (ilegal pero tolerado), se negó a integrarse en el proceso político marroquí y se sumó al Movimiento 20 de Febrero, junto a otras formaciones izquierdistas, para rechazar la nueva Constitución aprobada el pasado 1 de julio y llamar al boicot de los comicios anticipados del 25 de noviembre.

Para Darif, Marruecos se confirma como "una excepción" entre los árabes como sistema político y porque en este país, a diferencia de lo que sucede en Túnez, Egipto o Libia, es improbable una victoria del islamismo.

Sin embargo, Darif matiza que se podría hablar de una victoria de los islamistas en caso de que el movimiento Justicia y Caridad hubiera sido legalizado y hubiera participado en las elecciones.

Sobre un posible apoyo oculto de los seguidores de Justicia y Caridad al PJD, Darif responde que las contradicciones entre estos dos grupos son "más fuertes y profundas" que las que diferencian a Justicia y Caridad de las formaciones izquierdistas, lo que descarta "lógicamente" tal hipótesis.

El PJD tendrá que hacer frente a la coalición de corte liberal formada recientemente por varios partidos y llamada popularmente "G8", que engloba diversas formaciones, la mayoría cercanas al palacio.

Esta coalición, según Darif, encarna la antigua estrategia del Partido Autenticidad y Modernidad (considerado una creación directa del Palacio) que consiste en aislar al PJD y cerrarle el paso a cualquier coalición.

Las elecciones anticipadas del 25 de noviembre serán un medidor del proceso de cambios inaugurado con la nueva Constitución aprobada el pasado 1 de julio y en el que, concluye Darif, todas las formaciones políticas -islamistas y liberales- compiten en igualdad de oportunidades.

Mostrar comentarios