Kiribati busca un nuevo hogar por crecida de mar debido al cambio climático

  • Las autoridades de Kiribati, un archipiélago del Pacífico formado por 33 atolones y una isla de coral, están mentalizando a su población para que asuma que en las próximas décadas va a tener que huir del país por el crecimiento del nivel del mar a causa del cambio climático.

Raúl Cortés

Montevideo, 10 nov.- Las autoridades de Kiribati, un archipiélago del Pacífico formado por 33 atolones y una isla de coral, están mentalizando a su población para que asuma que en las próximas décadas va a tener que huir del país por el crecimiento del nivel del mar a causa del cambio climático.

"Se estima que en un período de tiempo estimado de 50 años las islas pueden desaparecer, pero ya comenzamos a sentir el fenómeno", afirmó hoy en una entrevista con Efe el viceministro de Asuntos Exteriores y Migración kiribatí, Terieta Mwemwenikeaki, que participa en Montevideo en un foro sobre la reforma de la ONU.

La principal consecuencia de la crecida del mar es la perdida de territorio físico en sus atolones (pequeñas islas de coral en forma de anillo con una laguna de agua dulce en medio), pero todavía es más preocupante la salinización y los recursos acuíferos que posee el archipiélago.

Según Mwemwenikeaki, "en algunas partes la fuente de agua para beber, cocinar y conservar la vida se está salando", un fenómeno "muy duro" porque los ciudadanos carecen de tanques de agua.

A finales del año pasado, la Unión Europea (UE) anunció que aportará 3,4 millones de euros para incrementar el acceso al agua potable y sistemas sanitarios en los atolones.

La ayuda, sin embargo, puede resultar como tapar el sol con un dedo, si tomamos en cuenta las negativas perspectivas de las autoridades locales y de las Naciones Unidas.

Las últimas estimaciones del organismo multilateral señalan que el nivel del mar en el planeta subirá entre 18 y 59 centímetros antes de 2099, cinco veces más que en los últimos 100 años.

El mes pasado el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, advirtió en Sidney (Australia) que el calentamiento global nos está "lamiendo los pies" durante un foro con representantes de los Estados de Oceanía, e incluso visitó personalmente Kiribati y las Islas Salomón, también amenazadas por las mismas causas.

En Kiribati se habla de aumentar de forma artificial el territorio o construir un muro de contención para hacer frente a la crecida del agua, dos opciones que Mwemwenikeaki casi descarta por su elevado costo económico.

A pesar de la desesperada situación, la mayoría de los cerca de 100.000 habitantes del archipiélago siguen aferrados a la idea de quedarse en su tierra, donde subsisten de la pesca, el turismo y la exportación de copra (médula del coco de palma) con fines cosméticos.

Por ello, las autoridades han iniciado una campaña de concienciación entre los ciudadanos, que resultó muy resistida inicialmente, sobre todo por la influencia de la religión.

Mwemwenikeaki denuncia que "en la mayoría de las iglesias cristianas, por su interpretación de lo que dice la Biblia, que Dios ha prometido que no habrá más diluvios desde el diluvio universal, hacen creer a la gente que no va a suceder".

El Gobierno convocó en enero pasado a los líderes de todas las islas para convencerlos de la trascendencia de cambiar la mentalidad a la gente, aún a sabiendas de que es una cuestión "muy sensible" porque amenaza la propia "identidad" de un país.

No en vano, las víctimas de este fenómeno ya han comenzado a ser conocidas internacionalmente como "refugiados climáticos" porque su única salida parece la diáspora.

Kiribati ha avanzado ya en convenios con Australia y Nueva Zelanda para enviar a sus ciudadanos a formarse en esos países vecinos con el fin último de que a la larga puedan vivir en ellos, algo que muchos siguen sin desear.

El propio Mwemwenikeaki, de marcados rasgos micronesios, admite que ese cambio va a ser un golpe muy duro para él y su familia.

"No puedo imaginar mi vida fuera de mi isla, sería una pesadilla vivir en un ambiente totalmente diferente, sobre todo si eres tratado como un ciudadano de segunda generación", confiesa.

Al viceministro no le preocupa tanto su situación como la de sus hijos, de 9, 8 y 5 años, a los que espera enviar a estudiar secundaria a Australia para que, "aunque puedan sufrir algo de racismo al principio, con el tiempo sean aceptados".

Por último, con el rostro sereno que ha mantenido durante toda la entrevista, Mwemwenikeaki aprovecha la ocasión para enviar un mensaje a las grandes potencias mundiales.

"Si la situación fuera manejable y reversible, si pudiera ser arreglada ahora, igualmente le diríamos a los países responsables de esto que sean conscientes de que hay otra gente que vive y comparte el planeta", sentencia.

Conocido antes como Isla Gilbert, Kiribati se independizó del Reino Unido en 1979, ingresó en Naciones Unidas en 1999 y es conocido por ser el primer lugar del planeta en recibir el año nuevo.

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