La fracasada moción de Iglesias no cambia nada aunque sí le acerca al PSOE

  • Unidos Podemos obtiene 82 votos a favor, 170 en contra y 97 abstenciones en una moción de censura que no cambia la aritmética parlamentaria a la espera de que Sánchez tome posesión en el PSOE.

    Iglesias pide perdón a los socialistas por los errores del pasado e inaugura un posible clima de entendimiento que es insuficiente para echar a Rajoy del Gobierno.

Iglesias regaña a los diputados del PP por su "tono arrogante" y sus "formas indignas del decoro"
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EUROPA PRESS

16 horas de debate. Es lo que ha durado la tercera moción de censura de la democracia en España. Como las dos anteriores, esta iniciativa de Pablo Iglesias ha fracasado y, además, no ha cambiado nada en la aritmética parlamentaria ya que el Gobierno sigue teniendo los apoyos necesarios para sacar adelante los Presupuestos y no hay mayoría alternativa para poder echar a Rajoy de La Moncloa. Lo que sí ha sido una novedad es el acercamiento, al menos de palabra, entre la formación morada y el nuevo PSOE.

El resultado final de la votación deja claro cómo queda la situación política tras esta moción de censura: Unidos Podemos, ERC, Compromís y Bildu votaron a favor de la iniciativa: 82 votos. PSOE, PNV y PDeCat se abstuvieron (97 votos). Y PP, Ciudadanos y CC votaron en contra (170). En conclusión: Rajoy sigue contando con los apoyos parlamentarios necesarios para continuar en el Gobierno y la oposición no se pone de acuerdo para conformar una alternativa capaz de censurarle.

La moción deja, eso sí, un tímido acercamiento entre el nuevo PSOE de Pedro Sánchez y Unidos Podemos. Pablo Iglesias ha pedido perdón a los socialistas por errores del pasado. Deja así a un lado las duras acusaciones vertidas contra ellos, como la de la "cal viva", y tiende la mano a un posible entendimiento futuro. El PSOE, por su parte, ha querido marcar distancias con sus rivales aunque no se cierran a acuerdos puntuales en un futuro (hoy ya han descartado una posible moción futura, aunque han dejado claro que el Gobierno de Rajoy es "censurable"). El sanchismo quiere marcar los tiempos.

El debate de un día y medio también deja para la historia el descubrimiento de Irene Montero como parlamentaria (hay quien asegura que lo ha hecho mejor que Pablo Iglesias). En Unidos Podemos sabían que la moción iba a fracasar y ahora tendrán que gestionar un día a día con este nuevo PSOE con el que pelearán por ser el principal partido de la oposición. Iglesias tiene un punto a su favor: Sánchez no es diputado. El líder de la coalición ha estrenado en estos dos días un estilo muy diferente al que tenía acostumbrado a la cámara: conciliador, calmado y sin grandes alaracas. Solo Albert Rivera consiguió sacarle de sus casillas en algún momento. ¿Continuará aplicando esta estrategia el nuevo Pablo Iglesias?

La fracasada moción deja a Rajoy como un líder sin rival a la vista, al menos por el momento, si los casos de corrupción le dan tregua. El Presidente del Gobierno sigue contando con los apoyos que tenía hasta ahora intactos: Ciudadanos, con quien tiene firmado un acuerdo de legislatura, PNV y CC. El gallego ha dado, además, una lección de parlamentarismo al intervenir por sorpresa y dejar claro que él solo puede dejar claro a Iglesias que nunca será presidente del Gobierno. "Mariano es un tractor y aunque se choque con un Lamborghini (Pablo Iglesias) no le va a pasar nada, él gana", explicaba a Lainformación.com una persona del entorno directo del Gobierno.

La moción de censura, en definitiva, no alterna nada. Ahora la política nacional se centrará en conocer cuáles serán las primeras decisiones de Pedro Sánchez al frente del PSOE. Ya ha declarado que intentará reprobar a Cristóbal Montoro y que apostará por derogar la Reforma Laboral y la LOMCE. No lo tiene fácil, pero lo intentará. Mientras Rajoy se podrá centrar en su principal preocupación a partir de ahora: su declaración como testigo en el juicio del caso Gürtel.

Un detalle llamativo al finalizar la votación fue comprobar cómo mientras los diputados del PP iban felicitando a los miembros del Gobierno recibían en sus teléfonos móviles una noticia urgente: Francisco Granados, uno de los innombrables para los populares, abandonaba la prisión. Extrañas coincidencias.

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