Política de fuegos artificiales

    • La política juega estos días al ilusionismo para no mostrar la evidencia.
    • Las sumas no salen. Quizás sea ése el único punto de consenso entre todos los partidos.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

62 días. El tiempo transcurrido desde el 20-D es el mismo que llevamos en precampaña. En este tiempo, los partidos han ido sucediendo una escala de guerrillas internas, líneas rojas, acuerdos sobre los desacuerdos, negociaciones in extremis, ruedas de prensa a horas límite, convocatorias exprés, expectación máxima. Y, en fin, toda una serie de recursos más propios de la teatralización que de un efectivo intento de formar gobierno y arrancar legislatura. Política de fuegos artificiales, que se desarrolla a golpe de sorpresa para esfumarse, al minuto, sin dejar rastros ni estelas.

Pregunte a quien se pregunte, todos esquivan el quiz de la cuestión, que no es otro, tan evidente, como que las sumas no salen. Seguramente, sea ese a día de hoy el único punto de consenso entre PSOE, Podemos, Ciudadanos, IU, Compromís, y todo el etcétera de partidos que, desde hace semanas, se sientan y levantan de eso que se han dado en llamar, no sin cierto tono apocalíptico, de comisiones negociadoras.

Saldrá, ya saldrá, sólo aciertan a decir unos y otros, sin explicar cómo piensan estirar la aritmética. Mientras el tic tac del reloj de la investidura sigue adelante, mientras las Cámaras esperan, silentes. Recuerda el reglamento, que para disolverlas no hace falta nadie que las disuelva.

El PSOE hizo este lunes un ejercicio de malabarismo al sentarse al mismo tiempo con Podemos y con Ciudadanos. Eso sí, en dependencias apartadas del Congreso de los Diputados, no fuese que en el pasillo de los pasos perdidos acertasen por un desliz a cruzarse Iglesias y Rivera. Eso vendría a ser una traición en toda regla a los morados, pero estos optaron por disimular en público el cabreo que no ocultaron a privado. "Si hay acuerdo entre PSOE y Ciudadanos será de fuegos artificiales", solo acertó a decir Errejón, advirtiendo a Sánchez de que si va adelante con los de Rivera, él mismo sabrá las consecuencias.

Pero los socialistas escenificaron ayer el culmen de sus intenciones: que por intentarlo, no quede. Que los responsables de que no se cierre un acuerdo son otros. Podemos, o Ciudadanos, pero nunca ellos. Que, de ir a elecciones, el PSOE es el único que garantizaría una alternativa, porque esos otros, por no querer, no quieren ni verse. Más propio de la vieja política, vienen a decir, que de esos que tanto se las dan de adalides del cambio.

Podemos, por su parte, presume de ser el único que, con sus condiciones, vela porque no vuelva a gobernar el PP. Ciudadanos, el único que, con sus condiciones, vigila porque no se rompa España, porque las instituciones estén limpias de corruptos, porque la regeneración sea posible.

No hace falta ser muy hábil para darse cuenta que, de acuerdo, más bien poco, y que detrás de todo este paripé de la política es en realidad, la maniobra, bien o malintencionada, de llevarnos a unas nuevas elecciones. Sabiendo, también, que la aritmética seguirá entonces de nuevo sin salir. Fuegos artificiales, al fin y al cabo. Que siga la fiesta de la política.

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