El PSOE obtiene la mayoría absoluta en el Senado tras dos décadas de control del PP

  • La Cámara Alta influye en la aprobación de los presupuestos generales y es clave para activar el artículo 155 de la Constitución
Pablo Casado, en la comparecencia tras las elecciones.
Pablo Casado, en la comparecencia tras las elecciones.
EFE

El PP ha perdido el control de la mayoría del Senado, una cámara que manejaba cómodamente desde el año 1996. El PSOE toma el relevo con 122 senadores, a los que se suman otros 18 que controla entre los designados por las comunidades autónomas. Así, supera con holgura los 134 escaños que dan la mayoría absoluta en la Cámara Alta. El PP ha pasado de 130 asientos en 2016 a 74. De ellos, 19 corresponden a las autonomías que controla.

Aunque la cámara territorial se ha comparado a menudo como un cementerio de elefantes políticos, en las últimas legislaturas ha quedado demostrada su eficacia a la hora de entorpecer la tramitación de leyes o limitar el gasto del Estado. La mayoría absoluta del Senado es clave también a la hora de activar el artículo 155 de la Constitución. El PP pierde una herramienta de política de primer orden. 

Hasta ahora y durante más de 20 años, el PP ha gozado de mayoría suficiente para manejar el Senado sin dicultades. Podía ampliar los plazos de enmiendas, convocar comisiones y, por supuesto, podía utilizar las sesiones de control para atacar la labor de Gobierno. Para la formación de Pablo Casado, todo eso ha terminado.

Cita el 26 de mayo

La relación de fuerzas en la Cámara Alta volverá a cambiar tras las elecciones autonómicas del 26 de mayo. El Senado está formado por 266 senadores. En las generales se han elegido 208. Hay otros 58 que designan las comunidades autónomas. Los designados salen de cada cámara autonómica: ahora mismo el PP tiene 19 de esos senadores, el PSOE 18, Unidos Podemos 7, Ciudadanos 6 y el resto se reparten entre los partidos periféricos y Vox, que entró en la cámara tras las elecciones andaluzas. 

En las generales, cada provincia peninsular escoge cuatro senadores, Ceuta y Melilla escogen dos cada una, las islas mayores —Mallorca, Gran Canaria y Tenerife— se reparten tres y las siete islas menores, uno. Al PSOE le ha beneficiado el sistema de voto. El hecho de que cada elector pueda marcar hasta tres candidatos, sean del partido que sean, aproxima las elecciones a un sistema mayoritario (y no proporcional, como en el Congreso). En la práctica, mucha gente da todos sus votos a candidatos de un mismo partido, y el reparto casi siempre es 3-1: el partido más votado logra tres senadores y el segundo, uno. 

El desplome del PP ha dejado en simple hipótesis los llamamientos lanzados antes del día 28 para repartir las tres posibilidades de voto de los ciudadanos con simpatías por la derecha entre el PP, Ciudadanos y Vox. Los impulsores de la fórmula del reparto calcularon que bastaría con que más de un 40% de los votantes de derechas marcaran las casillas de los candidatos de PP, Cs y Vox para lograr el efecto deseado, aunque no en todas las provincias.

Para el PP es un golpe muy duro. No sólo porque pierde una herramienta útil en la batalla política. Pierde también un espacio de recompensa para fieles. El Senado tiene poca capacidad de veto legislativo, aunque sí puede entorpecer la tramitación de leyes. También puede bloquear su aprobación. Las leyes deben pasar por la Cámara Alta pero, si son modificadas con respecto de lo que apruebe el Congreso, deben volver a este. La Cámara baja tiene capacidad para revertir los cambios, pero no para acelerar los procesos.

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