24.000 euros anuales

Programador, telefonista... Los jóvenes dejan la precariedad y trabajan en casa

La falta de empleo estable ha obligado a muchos graduados a buscar alternativas laborales y la capacidad de trabajar desde su domicilio ha acabado por seducir a un colectivo muy 'tocado' tras la pandemia.

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Programador, telefonista... La huida de los jóvenes de la precariedad desde casa.
JUNTA DE ANDALUCÍA

Bárbara es una chica de 26 años que llevaba varios años intentando ganarse la vida como actriz, un oficio en el que está titulada por la RESAD. Tras asumir una retahíla de contratos temporales, ofertas inestables y el hachazo de la pandemia a su sector, su carrera llegó a un punto de inflexión. Frente a los años 'negros' de la poca progresión en lo suyo decidió huir de la precariedad y cambiar de área de especialización, acudiendo a un bootcamp-un curso intensivo de programación de 12 semanas-. Ahora, recién salida del curso, acaba de conseguir trabajo de programadora junior por 20.000 euros en remoto, con horario flexible y clases de inglés gratuitas. "Éramos 30 en clase y el 80% no teníamos formación previa. Es duro y muy intenso, pero lo que puedo decir es que es verdad y hay muchísimo trabajo", explica. 

Como ella, muchos son los jóvenes que ese último año han hecho 'borrón y cuenta nueva' en su ficha académica y han decidido sumarse a la ola de oportunidades que ofrece la digitalización y la necesidad de las empresas de potenciar sus servicios remotos, como la atención telefónica a raíz de la pandemia. Es el caso de Sofía. Tras enviar currículums a todo tipo de empresas de su ámbito-diseño y fotografía- y no conseguir nada, decidió aplicar a una empresa que buscaba teleoperadores. "Llevo tan solo una semana, me pagan por formarme y cobraré 1.600 euros por ahora. Tengo un 'plus' por saber alemán. Estoy más que contenta", asegura la joven de 24 años. Nunca hubiera esperado trabajar de esto pero la estabilidad, afirma, acaba siendo prioritaria. 

Una alternativa como esta es a la que se han visto forzados a agarrarse muchos jóvenes tras los sucesivos años de altas tasas de paro juvenil que registra España. Llegaron a alcanzar el 40% a finales de 2020. Actualmente, aunque dichos números de desocupación han descendido, siguen situándose a la cabeza de desempleo en Europa con un 31% en el tercer trimestre de 2021 en menores de 25 años, según datos del INE.

Además de esta realidad, la precariedad juvenil también acecha a este colectivo alargando la transición al empleo soñado. Hay profesionales recién salidos de la universidad que, aun contando con trabajo, no pueden costearse un máster habilitante o esperar a las oposiciones, como confirman una joven a este medio, que está ahorrando para cursar el máster de Derecho mientras trabaja de teleoperadora. A esto conviene sumarle la sacudida de la Covid-19 a los sectores más afectados por cierres y medidas restrictivas: el ocio, el turismo y la hostelería, con sus consecuentes despidos.

El goteo incesante de estos perfiles solicitando una plaza en bootcamps se ha mantenido a lo largo de 2021, tal y como explica David Monreal, fundador de ISDI Coders, escuela de referencia para aprender a programar. "Han venido muchos cocineros, camareros y personal de hostelería. Era desalador escuchar en las entrevistas sus testimonios tras la pandemia", explica Monreal. Su escuela ha alcanzado récords de tiempo en colocar a una promoción-30 alumnos aproximadamente- y el sueldo medio de las contrataciones ha ascendido de 23.700 en 2020 a 24.300 en 2021. Además, también se está dando la tendencia al alza de mujeres interesadas en entrar en el mundo digital. Como confirma Sara Díaz, directora de IT Academy de Barcelona Activa, la escuela registra un repunte del 37% en plazas femeninas. 

Como destaca, a medida que se asentaba el trabajo en remoto, se ha dado un auténtico estallido en el sector.  "Había que entender qué significa el trabajo en remoto y hemos apretado más a los alumnos para que tengan las herramientas para ser más autónomos. Enseñamos lo mismo pero lo enseñamos con más robustez porque no tienen al senior para aprender al lado", matiza. La escuela no para de recibir ofertas de trabajo de empresas que ya conocen el modelo de enseñanza y requieren de juniors que tengan un conocimiento básico de frameworks-marcos de trabajo para desarrolladores-. Aún así, la formación, aunque existen becas para financiarla, es cara. Cuesta entre 5.500 y 7.000 euros.

La progresión y la forma de vida también es lo que lleva a muchos jóvenes a mirar con buenos ojos los códigos de software. Como explica Monreal, la retención de talento para las empresas puede darse con facilidad en caso de que el alumno exprima al máximo las herramientas que se le ofrecen. Argumenta que hay exalumnos que actualmente cobran 40.000 euros después de tres años de cursar el bootcamp, que trabajan en remoto viviendo en lugares como Abu Dabi y a quienes incluso se les costea el gimnasio. "No piensan en grandes marcas, quieren quedarse en esa empresa toda la vida", sentencia.

Los ecuatorianos de Europa

La externalización de servicios de codificación web también ha sido una tendencia, como confirman fuentes del sector, a lo largo de la pandemia. Como consecuencia, Sudamérica ha sido un destino común pero los países de la Unión Europea también han visto en España una 'caja' de talento. "Veo empresas francesas o holandesas venir a fichar a nuestros alumnos, porque aunque les paguen unos sueldazos están por debajo de la media de lo que cuesta un programador inglés o suizo. Somos como los ecuatorianos de Europa", concluye Monreal. Anteriormente, esta tendencia existía con los desarrolladores seniors pero con el repunte de demanda en la transformación digital acelerada por la Covid, el mercado se ha abierto a absorber perfiles más jóvenes.

En Barcelona, la internalización de los perfiles, el entorno del teletrabajo, y la demanda ha obligado de las empresas a competir por los profesionales dando lugar una gran dinamización en el mercado laboral digital.  Actualmente, en la ciudad se calcula que hay 12.000 puestos de trabajo por cubrir porque la necesidad de desarrolladores, expertos en ciberseguridad y bigdata crece por encima de la oferta, como explica Diaz. "Más del 60% de la contratación se realiza en pymes por la transición digital que requieren estos perfiles, y también muchas startups. Luego también hay presencia de grandes consultoras, pero no es tan acentuado", concluye desde Barcelona Activa. 

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