Dos tormentas sobre el olivar

Sin agua, sin abonos y sin suministros… el aceite se prepara para un 2022 'negro'

El aceite de oliva se encuentra como uno de los productos más afectados por el alza de precios en la cesta doméstica, en un 26%. Ahora, ante el inicio de una nueva campaña, se unen otras casuísticas perjudiciales.

Aceite
Sin agua, sin abonos y sin suministros… el aceite se prepara para un 2022 'negro'.
Beatriz Jiménez Nácher

La 'tormenta perfecta' ha llegado al sector de la aceituna y los agricultores miran al cielo. Alzan la vista frunciendo el ceño porque a pesar de la modernización del campo y la sofisticada maquinaria alemana e italiana que refina en Málaga toneladas de aceitunas para sacar al mercado el mejor aceite, su ingrediente primordial, el agua, está faltando. Como explican en el olivar de Antequera, en el árbol hay dos cosechas a la vez, la actual y la venidera. La crecida de las ramas en el arranque de la campaña, que empieza ya, hace prever cómo serán de robustos los nudos que den fruto en 2022. Y los olivos "no están majestuosos" por las temporadas de sequía y tormentas torrenciales que está acumulando el campo. Así, la campaña de 2021, que espera alcanzar su pico de rentabilidad en diciembre y estima un volumen medio de recolección, es la antesala a un escenario en el que, a parte de la falta de lluvias, se le une otro tipo de tormenta: La falta de suministros, la incertidumbre por el alza de costes y el aviso de una mala cosecha. 

Esta campaña de la aceituna se inicia en noviembre con el precio de oliva un 26% más caro que el año pasado, uno de los productos más perjudicados, por tanto, en la cesta de la compra por la inflación. El aumento de la demanda y la falta de stock, junto con una reducción de la cosecha, ha influenciado en dicho repunte cuando se están agotando las reservas de aceite a expensas de la nueva recolección. Pero ahora, se suman la incertidumbre de los productos necesarios para las labores del campo.  En la región de Antequera, donde la aceituna es un importante motor económico en la zona y empieza a varearse, los cuellos de botella empiezan a notarse a la hora de hacer un plan de previsiones. 

Por ejemplo, agricultores que tienen a cargo varios campos intensivos de aceituna explican que a la hora de comprar abono, la advertencia del mercado ha sido tan incierta en cuanto al abastecimiento, que han empezado a hacer acopio del producto "por si acaso" por que el cereal debe empezar a abonarse en enero. A la inseguridad se ha sumado el alza de precios. No solo no saben si podrán disponer de abono a tiempo, sino que el abono ahora es más caro. Y, con él, otros suministros indispensables como el litro del gasoil agrícola (que ya cuenta con una bonificación fiscal) y el precio de la luz. Así, José María Muñoz, uno de los oliveros del lugar, explica tajante que prevé aplicar un "cerrojazo a los gastos" de cara a 2022 con la distribución de la mitad del abono en sus fincas y la reducción de personal eventual en la temporada de cosecha que ya está trabajando en la campaña.

Mantendrá fijos a los trabajadores indispensables, que es son los operarios que manejan la maquinaria pesada que hacer caer la oliva sobre el manto de recolección al temblar el tronco entre dos 'brazos' de acero. E, incluso, se plantea reducir costes domésticos puesto que afecta directamente a su inversión empresarial: la mayoría de los olivares los llevan pequeñas empresas familiares que llevan siglos dedicándose a la aceituna por lo que su poder adquisitivo depende únicamente del campo. El sector es así muy polivalente. Aunque aúna a miles de olivares tradicionales en cooperativas para consolidar intereses comunes y para mantener el ritmo del producto, sin una alianza comercial los agricultores no podrían hacer frente al desafío del mercado. 

"Es la única forma de defender el precio de producto", explica el agricultor, que es uno de los 950 asociados fijos de la cooperativa DCOOP, el mayor grupo productor mundial de aceite de oliva virgen extra y aceitunas de mesa afincado en Antequera, Málaga. El peso del sector en la autonomía es así enorme. Solo en datos, en Andalucía se produce más del 80% del aceite español y su olivar asciende a 1,6 millones de hectáreas, según la Oficina Virtual Agraria. En este contexto, la producción de DCOOP aspira a consolidarse como líder mundial tras cerrar 2020 con  907,7 millones de euros de beneficios y exportar el 52% de su producción. Pero los grandes retos que tiene delante son los antes mencionados y, sobre todo, y lo que más preocupa a su presidente, Antonio Luque, es la falta de agua. 

"Si alguien me pregunta qué se podría hacer para mejorar la eficiencia del sector siempre digo lo mismo... agua, agua y agua", Detalla Luque. Bajo los olivos la inquietud es la misma. En el día a día de campaña no preocupa tanto la inflación, que también, sino la sequía, lo caro que está el seguro agrícola y la falta de concesiones por parte de la Confederación Hidrográfica regional para poder acceder al bien escaso del agua. "20 años he tenido que esperar para que me hagan caso en una concesión", se queja Muñoz. Defiende, como lo hace Luque a capa y espada desde la cooperativa, que conviene revertir la situación y hacer, ante la resignación de concesiones, un plan serio para que el agua residual se aproveche. "Podría regar 13.000 hectáreas", lamenta, al referirse a todos los litros que van directos al mar en la costa del sol. Así, dos tormentas, una que augura la subida del precio del aceite hasta los 4 euros y otra, a falta de agua, se asoman sobre el campo andaluz. 

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