Un plenario donde se esperan reformas marca el primer año de Xi en el poder

  • La inauguración este fin de semana del Plenario del Comité Central del Partido Comunista de China, donde las autoridades prometen reformas económicas claves para el país, marcará el primer aniversario en el poder de Xi Jinping.

Macarena Vidal

Pekín, 9 nov.- La inauguración este fin de semana del Plenario del Comité Central del Partido Comunista de China, donde las autoridades prometen reformas económicas claves para el país, marcará el primer aniversario en el poder de Xi Jinping.

Xi, nombrado secretario general del Partido el 15 de noviembre del año pasado, pronunciará un discurso el sábado en la inauguración del Plenario, el tercero del actual Comité Central en un año. Este número cardinal se considera clave desde que en 1978 Deng Xiaoping marcó los inicios del proceso de reforma y apertura chinos en otro Tercer Plenario, el del XI Congreso del Partido.

En esta ocasión, se espera que los dirigentes anuncien lo que han prometido que será una ola de reformas sin precedentes.

La mayoría de ellas, sin embargo, se espera que tengan carácter económico y no político, de acuerdo con el perfil que Xi ha ido mostrando en sus doce primeros meses de mandato.

El nuevo líder chino -que fue nombrado jefe de Estado en marzo de este año- fue recibido con grandes esperanzas, tanto de los liberales que esperaban una cierta apertura política como de los izquierdistas que anhelaban el fin de las desigualdades cada vez mayores surgidas a partir del desarrollo económico.

Inicialmente, Xi pareció dar pábulo a los liberales, con gestos como su primer viaje tras asumir el poder, en el que emuló el histórico periplo que Deng hiciera por el sur de China para defender las reformas económicas a comienzos de la década de 1990.

Lanzó también una campaña contra la corrupción, una de las mayores lacras en China, y aseguró que arremetería tanto contra "moscas" como "tigres", tanto aquellos en los niveles más bajos como los que ocupan puestos en lo más alto.

Si bien hasta qué punto está dispuesto a llegar en la lucha contra las malas prácticas es cuando menos materia para el debate, hasta ahora esta campaña ha afectado ya a varios altos cargos, entre ellos importantes ejecutivos de la estatal PetroChina y el responsable de la supervisión de las empresas públicas.

Aparentemente, en esta campaña está también afectado el expresidente de PetroChina y hasta el año pasado miembro del Comité Permanente, el principal órgano de mando comunista, Zhou Yongkang.

Igualmente, tras su llegada al poder Xi arremetió contra los dispendios excesivos por parte de los funcionarios.

Pero al mismo tiempo ha puesto en marcha también iniciativas que retrotraen a la época maoísta.

Con un discurso en agosto en el que advertía contra la mala influencia de los medios de comunicación extranjeros, lanzaba una campaña para incrementar el control sobre internet y las redes sociales.

En ella han resultado detenidos varios influyentes blogueros de simpatías liberales y que ha convertido en delito punible con tres años de cárcel el difundir por las redes sociales "rumores" que sean vistos más de 5.000 veces o que sean reenviados más de 500.

Y su "campaña de rectificación" ha permitido ver en las pantallas de televisión escenas de otra época, como las autocríticas llorosas de funcionarios comunistas en la provincia de Hebei durante una visita de supervisión del presidente chino.

En vísperas de la inauguración del Plenario, que se prolongará hasta el martes en un hotel de Pekín bajo fuertes medidas de seguridad -más extremas aún este año después de dos explosiones perpetradas en ciudades chinas en las últimas dos semanas- el régimen chino ha dejado claro que habrá reformas, sí, pero no reformas políticas.

Xi, cuyo padre Xi Zhongxun jugó un papel esencial en la apertura de las primeras zonas económicas especiales chinas -que abrieron el camino a la liberalización de la economía- y que como gobernador de la provincia de Fujian adoptó diversas medidas pro mercado, ha dejado claro que en ningún caso es partidario de una apertura política que pueda precipitar que China siga el ejemplo de la URSS a finales de la década de 1980.

Pero precisamente el no ser ningún Mijail Gorbachov en el terreno político puede darle la fuerza necesaria para acometer reformas económicas de calado.

Sin cambios en lo político, el ala izquierdista puede estar más dispuesta a aceptar posturas más liberales en el ámbito económico.

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