Zapatero, del talante a la pesada mochila reformista

  • Obligado a soportar la primera huelga general del país en ocho años, Zapatero fue cediendo poco a poco a las presiones de los mercados internacionales y de Bruselas, llegando a vivir momentos de angustia cuando en los mercados se rumoreaba la necesidad de un rescate del país.
PERFIL-Zapatero, del talante a la pesada mochila reformista
PERFIL-Zapatero, del talante a la pesada mochila reformista
Carlos Ruano / Reuters

Nacido en el Valladolid de 1960, pero leonés de corazón al trasladarse a esa ciudad desde niño, el líder del Gobierno español, casado y con dos hijas adolescentes, se afilió al partido Socialista a finales de la década de los 70.

Profesor de Derecho Constitucional entre 1982 y 1986 en la Universidad de León, donde cursó sus estudios, fue elegido por primera vez diputado del PSOE en las elecciones generales de 1986.

Con una carrera política impecable y considerado un tipo tranquilo, dialogante y con don de palabra, fue nombrado secretario general del PSOE en el año 2000, superando al candidato "oficial" José Bono por un estrecho margen. A partir de ese momento tuvo que lidiar como cabeza visible de la oposición con el entonces presidente, José María Aznar.

Contradiciendo los sondeos, fue elegido jefe del Ejecutivo en su primera legislatura en 2004 sólo tres días después de que una serie de atentados en Madrid reivindicados por Al Qaeda dejasen 191 muertos.

"El talante" definió una primera legislatura en la que el gobierno socialista se convirtió en abanderado de los derechos sociales, retirando las tropas españolas de Irak, aprobando el matrimonio homosexual o la Ley de Dependencia.

"Bambi"o "Don Talante" eran apodos que se escuchaban con frecuencia entre periodistas o en el Congreso de los Diputados, incluso entre sus compañeros de partido, mientras el considerado líder de la conciliación vio frustrado un primer intento de acabar con ETA tras una tregua fallida con un atentado mortal en Barajas en 2006.

La reelección

En la primavera de 2008, en los prolegómenos de la crisis económica mundial, Zapatero fue reelegido en las urnas por mayoría simple, necesitando apoyos para sacar adelante sus iniciativas parlamentarias.

A fuerza de golpes aprendió economía. La crisis iniciada en 2007 con las hipotecas subprime y, en España, el estallido de la burbuja inmobiliaria, le pilló por sorpresa, como al resto de la comunidad internacional, pero como él mismo reconoce, tardó demasiado tiempo - hasta julio de 2008 - en reconocerla.

En gran parte por el fin del "boom inmobiliario", la tasa de paro pasó del 8,3 por ciento de la población activa en 2007 a casi el 20 por ciento actual en términos de EPA, 2,7 millones de personas más sin trabajo, en un período en el que la población activa aumentó en 932.000 personas.

Criticado en ocasiones por su escasa consideración entre los políticos internacionales y su rudimentario manejo del inglés, Zapatero se fue construyendo una imagen de político más solvente en las numerosas cumbres internacionales de los últimos años.

Inicialmente, como otros líderes europeos, Zapatero optó por medidas de estímulo para tratar de impulsar el crecimiento, pero con la economía definitivamente en recesión, el líder socialista se vio obligado a renunciar a sus principios y a iniciar una serie de reformas con recortes inevitables.

Al final tuvo que ceder

Obligado a soportar la primera huelga general del país en ocho años, Zapatero fue cediendo poco a poco a las presiones de los mercados internacionales y de Bruselas, llegando a vivir momentos de angustia cuando en los mercados se rumoreaba la necesidad de un rescate del país.

Empeñado en despegar la imagen de España de la de los países periféricos, el líder socialista ha emprendido en el último año y medio un ambicioso plan de reformas aplaudido por la comunidad internacional, desde recortes en el gasto público a reformas laborales y de pensiones, pasando por una remodelación del sistema financiero.

Con esta pesada carga en su mochila, la popularidad del presidente del Gobierno ha caído sustancialmente según los últimos sondeos y el PSOE tiene una desventaja teórica en intención de voto de 10 puntos según la última encuesta del CIS, respecto del principal partido de la oposición, el Partido Popular.

Quizás consciente de su desgaste político, en la tradicional copa de Navidad con la prensa, Zapatero destapó el tarro de las especulaciones al afirmar que sólo dos personas, incluída su mujer, conocían si iba a ser o no el próximo candidato socialista.

Ahora que ha anunciado que no será el candidato socialista a las elecciones, su vicepresidente, Alfredo Pérez Rubalcaba, se perfila como principal aspirante, aunque en las quinielas también salga el nombre de la ministra de Defensa, Carme Chacón.

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