Se atribuye al médico heleno Hipócrates la cita “Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina” y, aunque hayan pasado más de dos mil años, la frase sigue en vigor. Este es el caso de las frutas y verduras, de las que debemos consumir cinco piezas diarias, y que se erigen así en sustanciosos y sabrosos remedios naturales para ayudar a combatir algunas enfermedades.
Una de ellas, la hipertensión, que afecta al 42,6% de la población adulta española, de los cuales el 37,4% está sin diagnosticar, según datos de la Fundación Española del Corazón. Los pacientes hipertensos (aquellos que tienen una presión arterial por encima de 140mm Hg en la sistólica y 90mm Hg en la diastólica) obligan a su corazón y arterias a hacer un esfuerzo mayor para bombear sangre, lo que aumenta la masa muscular del órgano aunque no signifique un aumento equivalente del riego sanguíneo.
Más frecuente a partir de los 40 años, el paciente hipertenso debe estar controlado por su médico y tener en cuenta una serie de pautas que favorezcan una vida más saludable. Dejar de consumir alcohol, dejar de fumar, hacer ejercicio de manera continua pero sin sobreesfuerzos o reducir la ingesta de sal son algunos de los pasos a seguir para controlar una tensión arterial alta y, por supuesto, prestar más atención a lo que comemos.
Aquí es donde entra la sandía, nuestra protagonista del día, que vive su momento de máximo esplendor durante los meses de primavera y verano y que, además de refrescante, supone un extra de propiedades para combatir la hipertensión. Dos son los elementos que, principalmente, contribuyen a mejorar nuestra salud cardiovascular dentro de esta roja fruta, como son el licopeno y la citrulina.
Sobre ellos nos habla Ana Molina, licenciada en farmacia, dietista-nutricionista y consultora. “El licopeno le da el color rojo a la pulpa. De hecho, cuanto más maduro está el fruto, más contenido en licopeno, betacaroteno y fenoles antioxidantes tendrá”, comenta. “El licopeno es un potente antioxidante, que tiene como acción principal prevenir las enfermedades cardiovasculares”, asegura. Aunque, curiosamente, la mejor forma de aprovechar estas virtudes no es en los clásicos tajos que hacemos. “En este sentido, conviene recordar que el licuado de sandía es la forma más adecuada para absorber el licopeno”, afirma Ana Molina.
Sin embargo, hay un aliado igual de poderoso para nuestras arterias dentro de la sandía: la citrulina. “Es un aminoácido que el riñón transforma en arginina, otro aminoácido, que realizar importantes funciones sobre el sistema inmune”, aclara la especialista. “La arginina [que podemos encontrar en algunos suplementos o en algunos medicamentos] produce una molécula de gas llamada óxido nítrico, que actúa como relajante muscular”, añade Ana Molina.
De esta forma, cuenta esta licenciada en Farmacia y en Nutrición Humana y Dietética, el músculo liso que rodea los vasos sanguíneos se relaja, permitiendo un mejor flujo de sangre y disminuyendo la presión arterial. Un beneficio para nuestra salud que podemos obtener en gran cantidad gracias a la sandía. “Se calcular que una taza de sandía tiene 250 mg de citrulina”, mantiene Ana Molina. Un dato más que relevante si tenemos en cuenta que no muchos alimentos contienen de forma natural este compuesto, ya que sólo está presente en algunas algas marinas, en espinacas, pavo y algunas semillas, como las de girasol y las de sésamo.
Y por cierto, no te preocupes si cuando estás disfrutando de un buen trozo de sandía o de un licuado se desliza alguna pepita dentro, ya que tu cuerpo puede que también lo agradezca. “Estas semillas contienen cucurbitacín, una molécula a la que se ha atribuido una acción reductora de la presión arterial”, concluye Ana Molina, que también es Responsable del departamento de I+D+i Nutrición y Salud de Biosabor.
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