Los 10 mejores restaurantes de la calle Jorge Juan: La Máquina, El Paraguas...

  • Esta icónica arteria del Barrio de Salamanca  se ha convertido en el paseo de la fama gastronómico por excelencia de Madrid.
La Máquina de Jorge Juan - José Salto
La Máquina de Jorge Juan - José Salto

Comprendida entra la calle Serrano y extendiéndose durante más de dos kilómetros, hasta integrarse en la Quinta de la Fuente del Berro, la calle Jorge Juan es, por méritos propios, uno de los referentes del nuevo panorama culinario madrileño, en la que se encuentra representados algunos de los restaurantes más clásicos de la capital pero también propuestas distintas, que incluyen locales en los que tomar una copa mientras cenas o cocinas temáticas que bien merecen una visita.

Abarcando oficialmente tres distritos, como son Recoletos, Goya y Fuente del Berro, la calle dedicada a este ilustre científico del siglo XIX es hoy uno de los fortines gastronómicos de la ciudad, perfecta para encontrar un buen restaurante en cualquier momento del día y donde asegurarse el éxito con sus numerosas propuestas. Ponte un calzado cómodo, que comienza el paseo.

La Bien Aparecida. Jorge Juan, 8.

En 2015 Paco Quirós y Carlos Crespo, responsables del Grupo Cañadío, quisieron elevar las ya altísimas cotas de su cocina con La Bien Aparecida. Para ello contaron con José Manuel de Dios, un chef santanderino forjado en El Cenador de Amós (dos estrellas Michelin), que propone una sana convivencia entre los clásicos de la cocina cántabra y el sello Cañadío como las croquetas de huevo cocido, la ensaladilla o el cocido montañés. Guiños más internacionales encontramos en otros platos como la cola de merluza a la meunière o el steak tartar con helado de mostaza. Sin embargo, si quieres dejarte tentar por algo único, apuesta por uno de los dos menús degustación (largo por 95 euros y corto por 64 euros) con los que descubrir la cocina de José Manuel.

La Máquina. Jorge Juan, 12.

Dos pisos en un antiguo palacete que dan al callejón de Puigcerdá sirven de presentación al Grupo La Máquina en esta aristocrática calle. Uno de los clásicos de la restauración madrileña, con hasta 13 restaurantes, hacen del conglomerado uno de los más prolíficos y rentables de la ciudad. Su secreto, conocido a voces, se asienta sobre una cocina asturiana de producto en la que los pescados y mariscos son protagonistas. Exactamente lo que ocurren en las dos alturas de este edificio, siendo la planta baja una larga barra, perfecta para picoteos y con un carácter más informal, estando dedicada la segunda al restaurante propiamente dicho.

El Paraguas. Jorge Juan, 16.

Buena parte del éxito de esta calle se debe a un nombre: Sandro Silva. El chef brasileño, junto a su mujer Marta Seco, inició una aventura de marcados tintes asturianos hace ya 15 años con El Paraguas, cuajado de referencias clásicas y que pronto encontró en la clientela del barrio de Salamanca el cliente perfecto para este tipo de preparaciones. Sin embargo, Sandro no se aburguesó y siguió innovando –y rodeándose bien-, actualizando la carta del restaurante pero sin renunciar a los platos que le habían coronado. Esa corona, con más valor que las estrellas de una guía, es tener los restaurantes llenos y convertirlos en rentables templos gastronómicos de los cuales tiene en esta calle y con los que ha sabido diversificar una excepcional oferta.

La sala de Amazónico - Grupo El Paraguas
La sala de Amazónico - Grupo El Paraguas

Amazónico. Jorge Juan, 20.

No hay que irse muy lejos para descubrir otro de los vástagos de Sandro, en este caso un restaurante injustamente vilipendiado por alguna crítica, que lo ha considerado frívolo, pero que cumple con tres virtudes primordiales de la restauración: comer bien, divertirse y ser bonito. Tres ‘Gracias’ que quizá hubiera deseado Rubens y que demuestran el buen olfato del chef brasileño, que con Amazónico propone viajar a través de tandooris, parrillas orientales y toques tropicales con una cuidada decoración. Algunos lo califican como ‘para ser y ser visto’, otros pensamos que es una necesaria aportación a la escena madrileña. En lo que todo el mundo coincide es que es un rotundo éxito.

Lux. Jorge Juan, 22.

La propuesta más innovadora del Grupo La Máquina decidió rehabilitar un edificio histórico de la calle para darle un nuevo aire a su oferta de ocio. Se come igual de bien que en cualquier restaurante del grupo, volviendo a ser protagonistas los mariscos y los pescados, pero se conjuga la oferta con una dosis de coctelería y de mesas altas en la planta calle. En los pisos superiores ya descubrimos la panoplia clásica del grupo, que tienen como gran perla a este moderno restaurante de cuidada ambientación.

Ocafú. Jorge Juan, 29.

Bajo el apelativo de Taberna Gallega, Ocafú sirve una de las mejores tortillas de Betanzos de todo Madrid, en fuerte pero sabrosa disputa con las de Pedraza. Caracterizado por esos aires galaicos, la cocina de Ocafú ha conquistado con potencia al gusto de los madrileños, extendiéndose a otras cuatro localizaciones dentro de la capital. Sin embargo, este primer germen del grupo conserva ese halo de autenticidad en el que las croquetas, la cazuela de pulpo y almejas, la empanada de bonito, los tacos de croca y los productos del mar a la plancha son protagonistas.

Álbora. Jorge Juan, 31.

Quizás el barrio de Salamanca no tenga la insolencia de Malasaña, ni la internacionalidad de Lavapiés pero te asegura experiencias culinarias de primer orden en la que el sabor es protagonista. Así sucede en Álbora, condecorado por una estrella Michelin y un par de soles Repsol, cuya carta está diseñada por Juan Antonio Medina (al que también conocemos de A’Barra) y fraguada a diario por Raúl Prior, que se encargan de tratar producto excepcional, como los ibéricos de Joselito –José Gómez es socio del proyecto- o las verduras de Cayo Martínez, dueño de la conservera La Catedral de Navarra, por lo que la materia prima está fuera de toda sospecha.

47 Ronin. Jorge Juan, 38.

El chef Borja Gracia no forjó su camino a través de escuelas de hostelería, sino saliéndose de los cauces oficiales y haciendo de él un cocinero autodidacta. Enamorado de Japón y de la cultura culinaria del país del Sol Naciente en particular, Borja se empapó de sabores y esencias niponas durante su estancia allí, que le sirvieron para iniciar su andadura gastronómica en Madrid. Suyo es Hattori Hanzo, una izakaya con aires nipones detrás de Gran Vía, y este 47 Ronin, con el que eleva la propuesta hacia la alta cocina con varias proposiciones entre las que se encuentran un menú a la carta (de tres o cuatro platos, según prefieras) y dos menús degustación, uno corto por 90 euros y uno largo por 122, con los maridajes opciones.

La Paloma. Jorge Juan, 39.

Abierto en 1991, La Paloma pertenece a esa estirpe de restaurantes con abolengo en el que el sabor sigue primando por encima de las veleidades gastronómicas, sujetas livianamente al día a día por los hilos de la moda. Tradición y clasicismo son el santo y seña de este local donde no faltan buenas carnes como el guiso de rabo de toro o la liebre a la royale, espléndidos principales de una carta bien entretejida y sabrosa, de la que no debes salir sin catar sus clásicos raviolis de colitas de cigala o los canelones de pato y setas.

La Cocina de María Luisa. Jorge Juan, 42.

De casta le viene a María Luisa Banzó el mundo de la cocina, porque fue lo que mamó en casa con su madre y abuela, que le inocularon el gusanillo de la gastronomía y sirvieron de acicate para que se lanzase a conquistar Madrid con una cocina de raíces sorianas. Esto implica hongos, sabores de fondo y buena dosis de caza, que aquí encuentran el calor de un hogar con el que uno se siente como en casa y donde es imprescindible pedir el congrio en salsa (receta de la abuela), pastel de setas de cardo, trufa y salmón ahumado (si es temporada) o las pochas con aves, clásico de cocina pastoril de las que revitalizan cuerpo y alma.

Mostrar comentarios